Matar la gallina de los huevos de oro
Este verano nos hemos visto salpicado todos por la irrupción de la “crisis económica”. Un día sí y otro también, hemos podido constatar en los diferentes medios de comunicación, comentarios de todo tipo. En general, ha prevalecido la tendencia en señalar y culpar a Zapatero de haberla ocultado en campaña electoral. No importa el hecho de que estemos en un mundo global, y que el inicio se produjera en los Estados Unidos, como consecuencia de la crisis de las subprime. El culpable es Zapatero. Desencadenada la crisis, nadie se ha atrevido en poner encima de la mesa unas medidas claras y convincentes para combatirla. El culpable de la continuidad de la crisis por su tardanza y tibieza a la hora de proponerlas es Zapatero.
Que tras haber explotado la burbuja inmobiliaria, el sector industrial no haya servido de colchón para contrarrestarla, el culpable es Zapatero. Que el sector turismo, la joya de la corona de nuestra economía, haya iniciado un proceso de retroceso tiene un culpable, Zapatero.
No tengo la pretensión de hablar sobre la crisis económica, inevitable dentro del sistema capitalista. Las ha habido y las seguirá habiendo. Incluso, algunos neoliberales las consideraban provechosas, ya que sanean la economía, al eliminar del mercado a todo un conjunto de empresas enfermas y mantenerse las fuertes. A lo que quiero referirme es a este incipiente retroceso del sector turístico., cuyo culpable es Zapatero.
Que a España este año hayan venido menos turistas europeos, de Gran Bretaña, Francia, Alemania.., parece que les ha cogido por sorpresa a determinados empresarios del sector, que se habían mal acostumbrado a pensar que el sol y la playa eran motivos más que suficientes para que todos los años se incrementara la presencia de visitantes foráneos. Mas, éstos buscan además otras cosas. Una de ellas son unos precios razonables. Y durante estos últimos años muchos empresarios se han pasado a la hora de cobrar sus servicios. Como el movimiento se demuestra andando, quiero exponer unos hechos que he comprobado y sufrido personalmente en estas últimas vacaciones veraniegas. En una visita reciente a Barcelona, tuve la intención de visitar la Casa Batlló, sita en el Paseo de Gracia, obra muy importante del gran arquitecto modernista Gaud. No quise hacerlo, al contemplar el billete de entrada. En un primer momento, me pareció que era de 1,65 euros. Nada más lejos de la realidad. El precio exacto era de 16,50 euros por persona, eso sí, con una audioguía incluida en el precio de la entrada y en siete idiomas. Cada entrada supone 2.745 pesetas. Por lo que, una familia de cuatro miembros, si quiere conocer la obra de Gaudí, tiene que invertir 10.980 pesetas. Para empezar el día, no está nada mal.
Otro botón de muestra en la misma dirección. Un miembro de mi familia quiso obsequiarnos en un pueblo de la costa catalana, de cuyo nombre no quiero acordarme ni citar, para no granjearme enemistades con determinadas personas allí conocidas, con una paella en un restaurante de nivel medio. Todos los ingredientes del gran ágape fueron los que paso a enumerar: 2 platos pequeñísimos de ensalada, cuatro raciones de paella marinera(donde están contados todos sus componentes: arroz, 1 langostino, 2 mejillones, 1 trozo de sepia por ración), 2 cervezas y un botellín de medio litro de agua(siempre me ha intrigado porqué nunca ofrecen de 1 litro), supusieron un precio de 90 euros. O lo que es lo mismo, 15.000 pesetas. Lo cortés no quita lo valiente, estaba buena la paella.
En la misma población fuimos a una heladería. y 4 vasos medianos nos supuso un gasto de 20 euros. O lo que es lo mismo, 3.200 pesetas. Podríamos seguir poniendo más y más ejemplos. Pienso que por este lado se ha perdido el Norte.
Otra de las cosas que buscan los turistas foráneos es amabilidad y profesionalidad, que cada vez más brillan por su ausencia. Podría poner ejemplos numerosos sobre esta circunstancia. Los malos modos de los camareros son cada vez más frecuentes, probablemente porque los sueldos que reciben son escasos. Hoy en día llegar a una cafetería y que te sirvan una consumición pronto y bien es cada vez más infrecuente. Como me gusta exponer hechos contundentes. Ahí van. Tras pedir un tubo de cerveza, me sorprendí que se pretendía llenarse de una botella medio vacía. Pedir más pan en una comida, y traer una barra debajo de las axilas. Servirte una cerveza casi caliente. Esperar varios minutos hasta que se te atienda. Entrar en los servicios de un bar, y tras comprobar su aspecto asqueroso, quitársete las ganas de satisfacer tus necesidades fisiológicas. Y más y más ejemplos.
Y luego, algunos empresarios se quejan de cada vez vengan menos turistas. Lo sorprendente es que sigan viniendo tantos. Lo normal es que se vayan a Túnez, Croacia, Marruecos… Entiendo que se está matando la gallina de los huevos de oro. No hará falta decir que de todos estos hechos hay un culpable, que se llama Zapatero.
Cuando en los años anteriores los constructores, las inmobiliarias, los empresarios turísticos ganaban los dineros a espuertas, y además en una buena parte en negro, los culpables eran ellos, ya que eran empresarios dinámicos. ¿A dónde han ido a parar todas esas ganancias? ¿Dónde están? ¿Qué ha sido de ellas? Ahora que las cosas vienen mal dadas, el culpable es Zapatero. Es lo que hay.
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