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Lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible

           

“Lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible”  decía Charles-Maurice Talleyrand Périgord. Tal cita me parece muy adecuada para describir la crisis económica española, así como para las medidas puestas en práctica por el Gobierno  para salir de ella. Tal como se están desarrollando los acontecimientos actuales, que me preocupan como ciudadano y de los que además procuro estar informado, algo que debiéramos hacerlo todos por la cuenta que nos trae, no solo veo muy complicado poder salir de esta crisis, todavía más, es que de no producirse cambios sustanciales en la política económica, vamos hacia el suicidio, lo que lamento decirlo con tanta crudeza.

Conviene recordar los orígenes de esta crisis a nivel mundial. Tal como acaba de señalar Joaquín Estefanía “Durante 2010, la Gran Recesión entró en su cuarto año natural de duración. Arrancó en el verano de 2007 con el estallido de la burbuja inmobiliaria en EE UU a través de las hipotecas de alto riesgo (subprime); prosiguió en 2008 con las enormes dificultades del sistema financiero mundial; se contagió en 2009 a la economía real en forma de desempleo y empobrecimiento de las clases medias, y se multiplicó en el ejercicio que ahora acaba, afectando a los Estados que pusieron su dinero para superar las consecuencias de la caída de la industria, de los bancos y de la economía de los ciudadanos. Ninguna de aquellas patologías se ha arreglado..”

En este contexto general la situación española tenía sus peculiaridades, como la excesiva dependencia del ladrillo, con una burbuja mucho más grande, que al explotar ha provocado un extraordinario aumento del paro; como también las grandes dificultades financieras de las cajas y bancos, que estaban envueltos en la misma burbuja inmobiliaria, ya que ellos la propiciaron irresponsablemente en buena parte con la concesión de unos créditos de alto riesgo, ante la dejadez del aparato gubernamental. Me parece intrascendente el insistir más en las causas, que cualquier ciudadano medianamente informado conoce. La secuela más grave de esta crisis, que está provocando mayor deterioro humano, es el paro, que se  está cebando con especial virulencia en el sector juvenil. Tampoco deberíamos olvidar como otra causa  del desempleo, la globalización que propicia la deslocalización industrial, ya que el capital salta por encima de cualquier barrera estatal y lleva las empresas a aquellos países con salarios más bajos y menos derechos laborales. En nuestro país esta circunstancia la estamos sufriendo de una manera dramática. Tendencia que no se detiene y que seguirá en el futuro.

Mas ahora quiero referirme hacia el futuro. Ya sabemos lo que ocurrió. Lo que nos debe de preocupar es el futuro. Hay dos aspectos que hace cada vez más problemática la salida de  la crisis con la corrección del paro, cual es  la escasez de la demanda, al haberse reducido drásticamente el consumo, y la contracción de la inversión, ambos factores repercuten en un crecimiento económico negativo o muy reducido,  que impide crear puestos de trabajo. Todas las políticas económicas puestas en marcha y las que se vislumbran en un futuro próximo nos indican que la  ni la demanda ni la inversión van verse potenciadas, con las consecuencias negativas sobre el crecimiento y  la creación de empleo. Veámoslo. Para la mayoría de los españoles, en buena parte endeudados hasta las orejas, si tenemos en cuenta la congelación de nuestras pensiones o la rebaja de nuestros salarios, acompañadas de una inflación que roza ya el 3%, con la consiguiente pérdida del poder adquisitivo, sería casi milagroso el aumentar el consumo y aumentar la demanda. En esta situación expuesta de una manera esquemática, un español que ha visto reducido fuertemente su poder adquisitivo, sería un acto de irresponsabilidad el meterse en más compras: vivienda, coches, electrodomésticos, etc. Incluso aquel que tiene unos ahorros, tiende a guardarlos, ante el temor de lo desconocido, ya que desde todos los medios de comunicación y, sobre todo desde el principal partido de la oposición, nos están metiendo el miedo en el cuerpo de tal manera, que ya estamos plenamente convencidos que todo es susceptible de empeorar. Es como para ponerse a temblar.

Haciendo un pequeño inciso, cada vez me resulta más incomprensible el funcionamiento de la actividad económica. Primero a los ciudadanos nos dijeron que la crisis se ha producido por haber gastado, consumido mucho, y haber vivido por encima de nuestras posibilidades. Cierto, ¿verdad?  Luego nos dicen que debemos consumir, cabe recordar las subvenciones estatales para que  comprásemos coches. Cierto, también, ¿verdad? Una circunstancia que no me sorprende menos es el argumento de muchos empresarios de que lo fundamental es reducir el déficit público, y a la vez demandan subvenciones en el sector del automóvil, ya que de lo contrario tendrán que cerrar muchos concesionarios. ¿En qué quedamos? ¿Hay que corregir el déficit? ¿Se corrige mediante subvenciones?

 

 Retornando al tema de la inflación, era lógico que los precios subieran tras la elevación de los impuestos indirectos (IVA, tabacos, etcétera), el encarecimiento de los carburantes y de las tarifas de algunos servicios públicos(electricidad, gas..). Todas estas subidas incidirán en los precios de la mayoría de los artículos, como no puede ser de otra manera. Me acaban de costar un café y un cruasán 10 céntimos más. Los comerciantes no se andan con chiquitas y con extraordinaria rapidez redondean con una subida del 10%. Y luego quieren que sigamos yendo a sus establecimientos igual. Por ende, más inflación, con lo que nuestros productos no serán competitivos en el mercado exterior. La demanda desde el exterior será complicada. En estos momentos se está dando dos hechos, a cual de ellos más graves, estancamiento económico con paro e inflación, lo que se conoce con el nombre de estanflación. No obstante, mientras estoy escribiendo estas líneas me llega la venturosa noticia de que las delegaciones española y china han firmado en el Palacio de la Moncloa 16 acuerdos comerciales por un total de 5.654 millones de euros, -12 empresariales, tres memorandos de entendimiento con el Ministerio de Comercio y uno con el ICEX- en sectores como el bancario, las energías renovables, las telecomunicaciones, la industria básica, el tráfico aéreo y la alimentación. Como también que el Gobierno de China ha tomado la decisión de comprar deuda pública española, mostrando con ello su confianza en la economía española. Por ello,  acaba de dar una conferencia de prensa González Pons plenamente feliz, reconociendo los méritos de la delegación española a la hora de conseguir estos contratos. Ojalá que esta buena noticia sirviera para que toda la argumentación que estoy haciendo fuera errónea, de lo que me alegraría profundamente.

 

En cuanto a la inversión  se ha reducido drásticamente en el sector privado. La clase empresarial ha argumentado tradicionalmente que no se podía invertir por el crecimiento excesivo de los costes salariales. En estos momentos este razonamiento no tiene sentido alguno, ya que la clase obrera ha asumido recortar o congelar sus salarios. Si no invierte el empresario serán otras razones, como las dificultades a la hora de acceder al crédito en las entidades financieras, cuyos ejecutivos pertenecientes a su misma clase son en buena parte los responsables de la crisis actual. Había que prestar dinero sin control alguno, ese era el negocio. El sector público, como consecuencia de las durísimas políticas de ajustes fiscales, entre las que se encuentran las ayudas al sector financiero,  reduce inevitablemente también su inversión. Las consecuencias son las lógicas,  sin aumentos de la inversión no se pueden crear suficientes puestos de trabajo para reducir la alta tasa de paro. Y si hay paro, no se consume, y si no se consume, no hay demanda, y si no hay demanda, no hay que producir, y si no hay que producir, las empresas no tienen otra opción que despedir. Por ende, más paro.  Es un auténtico ciclo infernal. Y como la economía no remonta, los mercados no se fían de la economía española, por lo que nos cuesta más la financiación de nuestra deuda. En consecuencia, más déficit público, que los mismos mercados nos obligan a controlar. Más ajustes fiscales, como no se quiere reducir el déficit por la vía del aumento de los ingresos fiscales, para no tocar los intereses de las clases privilegiadas, hay que hacerlo: aumentando los ingresos, privatizando lo mejor de nuestro patrimonio, como es la Lotería Nacional que va caer en manos de alguna empresa de tragaperras que suelen estar vinculadas con la mafia; o por la vía del gasto, con reducción de salarios y pensiones, e inversiones. Con lo que se contrae el consumo. Y vuelta a empezar el círculo vicioso, con todas las secuelas anteriormente mencionadas. ¿Cómo vamos a salir de la crisis? De verdad, no entiendo nada. Bueno, sí que lo entiendo, es que nos quieren hundir en la miseria. Y acabo con las palabras de inicio “Lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible” tal como decía Charles-Maurice Talleyrand Périgord.

 

 

Cándido Marquesán Millán

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