Por la boca muere el pez
En estos días navideños tan familiares, todos los españoles hemos podido ver una serie de imágenes vergonzosas, además de imborrables. Las de millares de emigrantes sudamericanos: ecuatorianos, peruanos, colombianos…aparcados, tirados cual si fueran animales, desesperados en el aeropuerto de Barajas, algunos de ellos acompañados con sus hijos pequeños, y que tras largos años de estancia en nuestro país, y haber conseguido con un gran esfuerzo un billete para poder pasar estas vacaciones con sus familiares, tenían que sufrir largos días de espera para tomar un avión. Han sido imágenes que sobrecogían, para cualquier persona que tenga una mínima dosis de sensibilidad social. Lo que yo he sentido además de un profundo pesar, ha sido una mezcla de rabia, asco y cabreo mayúsculos. Por experiencia propia, en cierta ocasión que tuve que viajar por motivos profesionales a Colombia, pude comprobar como al aterrizar el avión proveniente de Madrid en al aeropuerto de El Dorado de Bogotá, todos los habitantes originarios de este bellísimo país, con lágrimas en los ojos explotaban llenos de emoción en un grandioso aplauso. En el largo viaje, algunos de ellos me comentaban que llevaban 4 o 5 años sin ver a sus familiares más allegados: padres, hijos, o hermanos..
El causante de este desastre ha sido D. Gerardo Díaz Ferrán, propietario de Air Comet, que tras haberles cobrado religiosamente el billete, no ha sido capaz de proporcionarles un avión para que marcharan a su tierra, y que no tuvo inconveniente en afirmar que el no hubiera elegido Air Comet para volar a ningún sitio, conociendo la situación de la empresa. Además de dejar colgados a más de 600 trabajadores. Los calificativos que podrían darse a este comportamiento me los guardo, cada cual puede usar los que quiera. El ínclito D. Gerardo es el Presidente de la CEOE, y que por lo tanto, cabe pensar que es un importante referente de la clase empresarial española. Si todos los empresarios son así, qué Dios nos coja confesados. Si este es el que debe estar en la mesa de negociación en el proceso de diálogo social, es como para ponerse a temblar. Como era de esperar, el no se siente responsable de la quiebra. Los culpables son un juez británico, los bancos, y la crisis económica, aunque no está de más recordar cómo en cierta ocasión poco ha, cometió un desliz al manifestarse con los micrófonos cerrados y afirmar con contundencia que el "problema" de la actual situación económica en España no era la "grave crisis" internacional sino "los años" de Gobierno del presidente José Luís Rodríguez Zapatero. Las palabras 'extra', no quedaron ahí. Dijo más cosas todavía. Según pudo recoger la cadena SER, durante la ponencia de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, D. Gerardo hizo una 'apreciación' sobre la líder autonómica sin saber que se estaba escuchando su conversación: "Si es que es cojonuda". No sé si es cojonuda Esperanza, lo que sí es cojonudo el dejar a miles de emigrantes tirados como una colilla en un aeropuerto.
Tampoco es mal momento para recordar las declaraciones que D. Gerardo, hizo en junio de 2007, recogidas en Expansión, defendiendo a ultranza el liberalismo económico. “La mejor empresa pública es la que no existe”. Con estas palabras, expuso su declaración de principios ante la Asamblea de la confederación empresarial. Consecuente con estas palabras, pidió la gestión privada de “todos” los servicios públicos, porque “funcionan mejor, dan mejores prestaciones a los ciudadanos y reduce el gasto que puede dirigirse a otras áreas”. El nuevo presidente de CEOE reclamó a las Administraciones que fomenten “más libertad de empresa, más mercado, más desregulación y más competencia”. ¡Qué paradoja! Ahora ha tenido que ser el Estado tan denostado por parte de los empresarios, porque según ellos devora de una manera desaforada los impuestos de los españoles, que coarta la iniciativa privada, el que ha tenido que salir a resolver el desaguisado, dando todo un ejemplo de sensibilidad y de justicia social. D. Gerardo, como representante de los empresarios, que siempre nos ha estado machacando con la idea de que hay que controlar el gasto público, mira por donde, que con sus acciones va a contribuir a incrementarlo, ya que según las últimas noticias nos va costar a todos los contribuyentes unos 4,5 millones de euros, aunque cabe pensar que D. Gerardo, impregnado de un profundo sentimiento patriótico, los reembolsará de su patrimonio particular.
En los años de las vacas gordas, que ganaban los dineros a espuertas, la responsabilidad era exclusivamente de la clase empresarial, ya que todo era consecuencia de su espíritu emprendedor. Cuando han llegado los malos momentos, inevitables en el sistema capitalista, toda la responsabilidad recae únicamente sobre el Gobierno de Rodríguez Zapatero. No obstante, ya estamos acostumbrados a actuaciones como éstas por parte de la clase empresarial, que desean verse libres del Gobierno cuando prosperan, pero que solicitan su protección cuando les vienen mal dadas. Así lo hizo ya nuestro ínclito D. Gerardo en septiembre del 2008, realizando una insólita defensa del intervencionismo gubernamental para que la tormenta económica amainase: "Creo en la libertad de mercado, pero en la vida hay coyunturas excepcionales. Se puede hacer un paréntesis en la economía de libre mercado”. Por la boca muere el pez
Cándido Marquesán Millán
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