La Leal Oposición ante la Crisis
El horizonte político que se vislumbra en el próximo otoño según todos los indicios va a ser harto complicado. Los periodistas van a tener suficiente materia informativa a su alcance. La lucha política va a moverse fundamentalmente en torno a la “susodicha crisis económica”, la más profunda que ha sacudido el sistema capitalista a lo largo de toda la historia. Sobre sus causas se ha hablado mucho. Y los economistas ahora las han diseccionado y descrito con claridad. Hace unos años ni los más egregios la predecían. A toro pasado, es muy fácil torear.
Todo se inició con los préstamos hipotecarios subprime, para la adquisición de viviendas en USA, que eran una mercancía averiada, ya que en la mayoría de las ocasiones aquellos que los habían suscrito no los iban a poder devolver por su insolvencia. Conscientes de ello las entidades financieras revendieron estas hipotecas a unos bancos de inversión: Estos, a su vez, las revendieron con un paquete de otras hipotecas a otros bancos u otros inversores. Para dar solvencia a estos paquetes de hipotecas (Collateral Debt Obligations), en su mayoría subprime, se solicitaron informes positivos a las agencias de rating, que no tuvieron impedimento en emitirlos. Todo un ejemplo de ingeniería financiera sofisticada, que muchas veces escapaba a la comprensión de los que los comercializaban y de quienes los compraban. Los banqueros llevaron a cabo apuestas enormemente arriesgadas, operaron más allá del límite de las reglas, por lo que al final nadie se fiaba de nadie: ni siquiera los bancos de sí mismos. La confianza empezó a esfumarse y en la primavera de 2008 se hundió Bear Stearns. Luego, las gigantescas hipotecarias Freddie Mac y Fannie Mae. Finalmente, Lehman Brothers. De ahí la crisis financiera. El desenlace de todo lo expuesto fue el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, el hundimiento de muchos promotores y empresas constructoras, y una reducción importante del consumo y de la inversión, con el consiguiente aumento del desempleo en otros sectores, además del de la construcción. La economía norteamericana arrastró en su caída a muchos otros países, entre ellos a España, donde además explotó la burbuja inmobiliaria, que provocó una subida vertiginosa del desempleo.
Desde el gobierno de Zapatero se intentó hacer frente a la situación con el Plan de Empleo para los Ayuntamientos. Para incentivar la actividad económica y el crédito se inyectaron grandes cantidades de capital a las entidades financieras. Por lo que estamos viendo, estas medidas han sido muy poco efectivas. El Gobierno ante esta situación, dando muestras de sensibilidad social, ha decidido conceder una ayuda a los parados de 420 euros. Intentó en vano también llegar a un acuerdo social con la patronal y los sindicatos, para generar un estado de confianza que siempre es positivo para la reactivación de la economía. Tengo mis dudas si la patronal, siguiendo las directrices del Partido Popular, tenía interés a llegar a pacto alguno.
Ante el descenso de los ingresos por la recesión económica, y el incremento del gasto social está aumentando el déficit público, y para cubrirlo el gobierno ha decidido una subida, siempre impopular, de los impuestos que deberán reflejarse en los próximos presupuestos. Algo que será muy complicado, al estar en minoría en el Parlamento. ¡Qué grupo va apoyar una medida tan impopular! A la hora de plantearla y ejecutarla el gobierno debería tener en cuenta la situación actual tributaria. Tal como acaba de escribir recientemente Francisco de la Torre Díaz Portavoz de Inspectores de Hacienda del Estado (IHE): Las rentas del capital (plusvalías obtenidas especulando en bolsa, intereses, dividendos,…) tributan al 18%. Las rentas del trabajo (sueldo obtenido trabajando) tributan del 24 al 43%, según ingresos. Las grandes fortunas tributan al 1% mediante el instrumento de las SICAV (Sociedades de inversión de capital variable). Las rentas del trabajo no deberían subir, salvo las más altas. Los impuestos indirectos (gasolina,luz, tabaco..) y el IVA tampoco, ya que un litro de gasolina le cuesta lo mismo a Botín que el vigilante de una empresa. Donde deberían incrementarse más es en el capítulo de los SICAV. Hacerlo así, sería cumplir la Constitución, tal como señala el artículo 31.1. Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio
Entiendo que ante una crisis tan novedosa y tan profunda, además de imprevisible en cuanto a sus consecuencias, el margen de maniobra del gobierno desde una perspectiva socialdemócrata, ha sido muy reducido. Desde el neoliberal naturalmente que se pueden llevar a cabo reformas estructurales en el ámbito laboral: despido libre sin indemnización alguna, alargar la edad de la jubilación, recortar las vacaciones pagadas, reducir todavía más los sueldos en pro de la competitividad-cuando más de la mitad no llegan a los 1.000 euros-, etc. Por este camino volveríamos a la situación de la clase obrera de mitad del XIX en los inicios de la Revolución Industrial. Obviamente, un gobierno socialdemócrata no puede plegarse a esta situación, que supondría un retroceso terriblemente injusto. El fallo mayor quizás haya radicado en no saber comunicar lo que se estaba haciendo, y por ello no se ha podido generar un estado de confianza en la sociedad española. Como también entraba dentro de lo previsible, que ahora que le vienen mal dadas, el gobierno vaya perdiendo apoyos en el Parlamento, en los medios de comunicación (Rajoy hoy es amistosamente recibido en redacciones que hasta hace poco le eran hostiles), en egregios exdirigentes de su propio partido(de ahí el abandono de su escaño por Solbes, Sevilla, Cesar Antonio Molina o críticas muy duras de Leguina), y también en la calle. Para conocer a fondo todas las miserias humanas, nada más eficaz que la vida política.
En cuanto a los dirigentes del Partido Popular sería exigible, ya que tienen la pretensión de ser alternativa gubernamental, que dieran a conocer de una manera clara cuáles son sus alternativas, que no sean las ya conocidas de reforma estructural en el ámbito laboral, y la rebaja de impuestos, que pudieron servir para la crisis económica del año 1993. Hoy la situación es muy diferente, aunque según señaló el iluminado Sr. Aznar que con él en el gobierno no hubiera habido crisis alguna.
El partido popular debe ejercer una oposición dura e implacable al gobierno para desgastarlo, con la aspiración legítima alcanzar un día el poder. Lo que ya no lo parece tanto es el jugar la carta de que Cuanto peor, mejor. Cuanto más paro y más crisis, más cercana se vislumbra la posibilidad de desalojar a Rodríguez Zapatero de la Moncloa. Por ello al enemigo ni agua. Hay que entorpecer y zancadillear cualquier iniciativa del gobierno, aunque alguna de ellas pudiera ir en la buena dirección a la hora de paliar la crisis. Como también unas mínimas dosis de coherencia. A la devolución de 400 euros a los aproximadamente 13 millones de españoles que pagaban el impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF), aprobada por el Gobierno en mayo de 2008, el PP se negó aduciendo que lo que se pretendía era comparar votos. Ahora que va desaparecer tal deducción, se oponen también. No entiendo nada. Igualmente estamos oyendo un día y otro también, por parte de Rajoy y Montoro, que se está desbordando el déficit público por la gracietas del Zapatero. Dar una paga a los parados, financiar un Plan de Empleo para los Ayuntamientos, o sanear los bancos, para restaurar el crédito, pienso que no merecerían tal epíteto. Estando muy preocupados, por lo que parece, los populares por la marcha del déficit público, esta circunstancia no les impide exigir a la vez un incremento de la financiación de los ayuntamientos, tal como acaba de manifestar el Sr. Rajoy tras el Conclave de los alcaldes y concejales populares, celebrado recientemente en Segovia. A todo esto sin incremento de impuestos, a cuya subida se van a oponer también en una próxima convocatoria a celebrar en el velódromo de Dos Hermanas en (Sevilla). Es la cuadratura del círculo. De verdad la incoherencia raya ya con la paranoia.
Cándido Marquesán Millán
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