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Algunas impresiones en este verano del 2009

 

            En estos días vacacionales largamente esperados y reconfortantes nos dedicamos a practicar con mayor intensidad todo un conjunto de actividades como: hablar y discutir más con la familia, tomar el sol y practicar la natación en la playa o en la piscina, leer con mayor tranquilidad los periódicos o algunos libros comprados a lo largo del año y que se nos han ido acumulando encima de la mesa, tomar cervezas en los chiringuitos de las playas o en las terrazas de los imprescindibles paseos marítimos, y ver los variados programas de televisión que nos proporcionan las diferentes cadenas…

 

            Cualquiera de las actividades anteriormente citadas son de suficiente enjundia y trascendencia, como para poder escribir un  artículo periodístico sobre ellas, e incluso, hasta un libro. No quiero dedicarme ahora elucubrar sobre las razones por las que estos días de mayor convivencia familiar, desembocan en un incremento de las separaciones y divorcios. Puede que se deba a que la pareja ahora tiene que verse y soportarse todo el día, mientras que el resto del año son sólo unas horas.

 

Tampoco sobre esta práctica de tomar el sol en la playa, que si la analizamos con cierta dosis de profundidad, también da mucho juego. Estar largas horas tendidos al sol con un calor insoportable, que supera de largo los 30 o 40 grados, no deja de reflejar cierta dosis de masoquismo. Un día que retornaba al apartamento, tras mi dieta diaria de playa, cargado hasta las orejas con la sombrilla, las dos hamacas, con las zapatillas llenas de arena-da igual que te duches, que nunca desaparece-, tuve la suerte de oír la conversación de dos mayores, que estaban sentados en un banco situado en una espléndida sombra. ¡Qué listos son a la hora de buscar los mejores lugares¡ Uno de ellos decía con gran gracejo:  Todos los que están ahí en la playa, si les obligaran no estarían ninguno. A lo que apuntilló el otro, con no menos gracia: Y todavía menos, si les pagaran un jornal.

 

Tampoco sobre la lectura de los libros. Este año ha sido el más leído Los hombres que no amaban a las mujeres, de Stieg Larsson. Como el verano pasado fue Un mundo sin fin, de Ken Follett. Y el anterior La catedral del mar, de Ildefonso Falcones. Todo aquel, que se llame lector, y no haya leído ninguno de ellos, debería sentir una profunda vergüenza y esconderse bajo tierra. Como sé que estas líneas nos la va a leer nadie, voy a ser lo suficientemente osado para decir que yo tampoco los he leído, lo que no debe interpretarse como un  acto de rebeldía ni de snobismo trasnochado. Sencillamente es porque mis intereses lectores van en otras direcciones. Tres libros espléndidos en los que me he enfrascado de lleno estos días han sido Postguerra. Una historia de Europa desde 1945, de Tony Judt; Años interesantes. Una vida en el siglo XX, de Eric Hobsbawm; y A cuerpo abierto, de Manuel Rivas.

 

Tampoco sobre las cañas tomadas en los chiringuitos o en las terrazas. Lo que si parece cierto es que este año estos lugares han estado menos concurridos y que los precios se han contenido algo. Por ende, el gremio de la hostelería ha comenzado a tomar conciencia de los abusos al respecto que se han ido acumulando en años anteriores, lo que ha propiciado que muchos turistas foráneos hayan preferido viajar a otras latitudes como: Turquía, Marruecos, Túnez, o Croacia.

 

Por último quiero acabar con la variada e inteligente programación que nos están obsequiando estos días las diferentes cadenas de televisión. Muchos programas son repeticiones, de algunos ya emitidos. Los nuevos, en la sobremesa de la tarde, horario con gran presencia de niños, son todo un ejemplo de incumplimiento de un código de ética en los medios de comunicación. Los informativos nos han bombardeado con las vicisitudes de la gripe A, por otra parte lógico. Como en estas épocas los periodistas se ven desprovistos de materia informativa, deben recurrir a cualquier noticia. Una de las que me ha exasperado y me ha sacado de quicio es la siguiente. La Policía Local de Ripoll, en Girona, ha puesto 750 euros de multa a dos vecinos por orinar en la calle. Un colectivo de vecinos ha convocado una concentración en la que harán lo mismo que ellos, una especie de 'meada popular' para protestar por la sanción. Toma castaña, y luego todavía se cuestiona la impartición de la asignatura Educación para la ciudadanía. En cuanto a las noticias deportivas, todo tiene un límite. El bombardeo en las diferentes cadenas televisivas con la llegada de Florentino, Cristiano Ronaldo, Kaká, Benzema y ahora con la de Xabi Alonso es de lo que no se olvidan. Entiendo que las privadas, que se mueven por la cuenta de resultados, informen tanto sobre todo lo relacionado con el Madrid, ya que existen muchos aficionados de este club. Mas en TVE, no debería ser así. Televisión española debe informar de todo lo que ocurre en España, y no sólo del Madrid, y algo menos del Barça, para salvar las apariencias. También realizan fichajes el Valencia, el Zaragoza, el Sevilla, el Tenerife… Viendo a María Escario, TVE debería llamarse Canal del Madrid. Esta cuestión no es baladí, si tenemos en cuenta la importancia que tiene el fútbol en la sociedad española.

 

1 comentario

Daniel -

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