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La Estrella de David sobre un tanque

 

 

Hoy día 27 de diciembre de 2008, en medio de las fiestas de Navidad, es otra fecha negra en Oriente Medio. Más de 200 personas murieron y 750 resultaron heridas por un ataque aéreo masivo en Gaza, que supone la más sangrienta operación militar de Israel contra los palestinos en cuarenta años."No hay registrada una jornada más mortífera desde la guerra de 1967. Israel no había matado desde entonces tanta gente en un solo día", según Moawiya Hasanie, jefe de los servicios sanitarios de Gaza.

Medio centenar de aviones y helicópteros de la Fuerza Aérea israelí participaron en el ataque, que se produjo poco antes del mediodía, y en apenas dos minutos destruyó una treintena de edificios.Además de en la ciudad de Gaza, la operación militar israelí incluyó blancos en otras localidades de la franja como Jan Junis y Rafah, y entre las personas a los que costó la vida figuran altos jerarcas de Hamás.

El ataque causó el pánico entre la población de las áreas afectadas, y la televisión local mostró imágenes de civiles clamando venganza entre edificios convertidos en escombros y sembrados de cadáveres de policías con el uniforme negro de Hamás. Los centros médicos de Gaza se colapsaron por la llegada de los cadáveres y heridos. Tras el ataque, portavoces de Hamas anunciaron que el movimiento islamista proseguiría la resistencia "hasta la última gota de sangre".Poco después de la advertencia, los grupos armados palestinos de Gaza lanzaron una veintena de cohetes artesanales sobre las poblaciones israelíes aledañas a la franja.

El ministro de Defensa de Israel, Ehud Barak, no ha descartado que los ataques del Ejercito del Estado judío en Gaza "prosigan y se amplíen si fuera necesario" en los próximos días."Hay un momento para treguas y un momento para el combate. Ahora es el momento del combate", dijo.

Alguien debe parar esta barbarie.  Ignoro quién. Pero alguien debería hacerlo: la ONU, los Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia… Por este camino no se llega a ninguna parte. Israel está convencido de que puede hacer lo que quiere, y que sus actos brutales y despiadados no tienen consecuencias. Una opresión brutal en los territorios ocupados ha traído consigo una reacción terrorista del pueblo sometido, a la que Israel ha contestado con un terrorismo de Estado, un círculo vicioso del que cada vez es más difícil escapar.  Lo lamentable es que no es la primera, ni tampoco será la última. Se ha regado esta tierra palestina con tanta sangre, mayoritariamente siempre del mismo lado, que el poder vislumbrar algún día paz en ella parece imposible.

 

Antes de 1967 el Estado de Israel no era odiado en el mundo occidental en general. La imagen del kibuz estaba impregnada de ciertas dosis de romanticismo, lo que justificaba una valoración  positiva. Algunos querían ver en el Estado judío la última encarnación del idilio decimonónico del socialismo agrario, que estaba haciendo florecer el desierto. También este sentimiento era propiciado por el haber sido los judíos víctimas del Holocausto nazi. La mayoría de sus simpatizantes sabían muy poco de la catástrofe palestina de 1948. A partir de la victoria israelí en la Guerra de los Seis Días y la permanente ocupación de los territorios conquistados entonces, ha sido una auténtica catástrofe a nivel de buena parte de la opinión pública- la del mundo árabe ya estaba perdida- para el Estado judío; ha supuesto una insuperable catástrofe moral y política. Las actuaciones posteriores en Gaza y Cisjordania con: toques de queda, controles, excavadoras, humillaciones continuas, bombardeos, destrucción de casas, muertes sin cuento, apropiaciones de tierras,  no han hecho otra cosa que acrecentar la animadversión por doquier. Y con los bombardeos actuales todavía más. Todas estas masacres son accesibles para cualquier persona que tenga la pretensión de estar medianamente informada. Todos los actos asesinos de Israel pueden verse en tiempo real  por millones de personas. Por ende, hoy predomina una visión totalmente negativa de Israel. Hoy, el símbolo universal de Israel es como señala, Tony Judt, el de La Estrella de David grabada sobre un tanque. Sólo una cada vez más reducida minoría está con los israelitas. Esta nueva situación no debería se ignorada por sus dirigentes políticos. Y si han actuado así hasta ahora es porque han contado con el apoyo incondicional de los Estados Unidos, de donde provienen los fondos, el armamento, y el apoyo diplomático, debido a la influencia del lobby judío norteamericano. Por ello los consejeros de Sharon consiguieron dictar a George W. Bush los términos de una declaración de apoyo a los asentamientos ilegales de Israel. Todavía recibe de Washington alrededor de 3.000 millones de dólares, que han permitido mantener el presupuesto de defensa de israelí y pagar los asentamientos en Cisjordania.

 

 Tal como señala Tony Judt en su extraordinario libro Sobre el olvidado siglo XX, puede que algo esté cambiando en los Estados Unidos. La desastrosa invasión de Irak y todo lo que ha venido después indica que puede producirse un cambio trascendental en el futuro, a medio plazo o largo plazo, de la política exterior norteamericana. Destacados pensadores políticos del país se están dando cuenta de que en los últimos tiempos E.E.U.U. ha sufrido una profunda merma de su prestigio e influencia internacional. Recuperar esa situación anterior en regiones vitales, desde un punto de vista económico y geoestratégico, del Oriente Medio o el sureste de Asia, será tarea ardua y harto compleja, mientras su política exterior se mantenga tan unida a los intereses de Israel. Un reciente ensayo de Mearsheimer y Walt considera que para los Estados Unidos, Israel es una carga estratégica, un verdadero obstáculo en la guerra contra el terror a medio o largo plazo. En la misma línea se expresa Ignacio Sotelo, al afirmar que después de la catástrofe que ha supuesto la guerra de Irak, los intereses estratégicos de Estados Unidos a medio plazo no coinciden por completo con los de Israel. Circunstancia que debería tener en cuenta la clase política israelita. Como también que por este camino no van a llegar a ninguna parte. Es cierto que se sienten fuertes, al estar dotados de un potente y sofisticado armamento, pero haciendo uso de él lo único que están consiguiendo es cada vez más enemigos. Mas tienen otras opciones políticas. Una de ellas, la única que permitiría vislumbrar un atisbo de luz en este tenebroso túnel, sería tomar las siguientes medidas: desmantelamiento de los asentamientos ilegales, iniciar negociaciones incondicionales con los palestinos, ofrecer algo importante a los dirigentes de Hamas a cambio del reconocimiento del Estado de Israel. Algo hay que hacer. Hay que buscar otros caminos.

 

Cándido Marquesán Millán

 

 

 

 

 

 

 

 

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