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Políticos de firmes convicciones

 

A todos los que han sido inquilinos del Palacio de la Moncloa, les resulta difícil abandonarlo y adaptarse a la vida normal como cualquier ciudadano. Esta circunstancia puede deberse, a que todos ellos se van aquejados del llamado El síndrome de los jarrones chinos, que parece secuela inevitable del más famoso síndrome de La Moncloa -descrito como un estado de irrealidad, consecuencia del aislamiento que se adueña de los inquilinos del palacio presidencial al cabo de un tiempo-, y que debe su nombre a la descripción que de su patología hizo Felipe González: "Somos como grandes jarrones chinos en apartamentos pequeños. No se retiran del mobiliario porque se supone que son valiosos, pero están todo el rato estorbando".

 

Como los grandes futbolistas o las grandes figuras del toreo ya retiradas, los ex presidentes se resisten a dejar de ser reconocidos y tratados como tales cuando llega inexorablemente el ocaso. Prueba manifiesta de lo anteriormente expuesto es la actuación de D. José Mª Aznar. No se resiste a permanecer en el anonimato. Por lo que vemos,  no le parece suficiente con impartir en inglés seminarios de política europea y relaciones transatlánticas en la Universidad Georgetown de Washington, ni firmar libros en El Corte Inglés como "Ocho Años de Gobierno: una visión personal de España" en mayo de 2004 y "Retratos y perfiles" en Abril de 2005. , ni tampoco entrar en el Congreso del PP a mitad de una sesión, así como abandonarlo sin esperar el discurso de su secretario general. Necesita más. Desea de una manera imperiosa acaparar los titulares de los medios de comunicación. Cualquier circunstancia es buena si sirve para mantener su protagonismo. Como decía Jaime Gil de Biedma:  Dejar huella quería- y marcharme entre aplausos-envejecer, morir, eran tan sólo-las dimensiones del teatro.

Además cuando irrumpe en el escenario mediático, a nadie deja indiferente. Poco ha, D. José María Aznar en la clausura del Congreso de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos, celebrado recientemente en Zaragoza, presentó un negro futuro, para ponerse a temblar, en la economía española, alertando que hay expertos que apuntan a que España puede entrar «en una crisis de entre seis y diez años con una economía lastrada por una grave pérdida de competitividad». Por si no fuera bastante,   a este vaticinio agregó un dato aún más estremecedor: «La crisis situará el desempleo por encima de los cuatro millones de parados». Tras expresar su convencimiento de que será precisamente Estados Unidos el primero que levante cabeza y Europa aborde, en cambio, un proceso de recuperación más «incierto, tardío y de menor intensidad» que el de los estadounidenses, señaló que en España «la recesión va a ser más intensa y más prolongada que en el resto de Europa y con grandes desajustes sociales.». Entiendo que estos juicios del Presidente de Honor del Partido Popular, han sido propiciados por su profundo patriotismo, para inyectar confianza a la sociedad española.

 

Ahora mismo acaba de saltar de nuevo al escenario de la actualidad, con un artículo publicado en Le Fígaro, titulado: Ce que nous devons a George W. Bush.  D. José María Aznar ha vuelto a sembrar la polémica. En el amplio texto, reconoce que "Un gran número de personas no compartirán esta opinión", pero asegura que "en el momento de despedirse, me parece honrado reconocer que George W. Bush ha sido un líder político que ha sabido asumir sus responsabilidades, con toda lealtad y dando prueba de coraje. Precisamente esa es la misión que cumplió Bush como presidente de EEUU, trazó la vía que debemos seguir en períodos oscuros y difíciles. Nos transmite su mejor herencia: la herencia de la libertad ya que contribuyó a la defensa de la libertad". "Hay menos dictadores asesinos y menos gobiernos que protegen a terroristas, lo mismo que observamos una libertad más grande de intercambios comerciales".  Hoy sus acciones no son reconocidas, mas la Historia se las reconocerá.Soy muy consciente que un gran número de personas no compartirán esta opinión, pero la Historia le hará justicia. Aunque, en la actualidad, su acción no es reconocida, y no lo será, ampliamente contribuyó sin embargo defendiendo la causa de la libertadSoy muy consciente que un gran número de personas no compartirán esta opinión, pero la Historia le hará justicia. Aunque, en la actualidad, su acción no es reconocida, y no lo será, ampliamente contribuyó sin embargo defendiendo la causa de la libertad. Soy muy consciente que un gran número de personas no compartirán esta opinión, pero la Historia le hará justicia. Aunque, en la actualidad, su acción no es reconocida, y no lo será, ampliamente contribuyó sin embargo defendiendo la causa de la libertad. Soy muy consciente que un gran número de personas no compartirán esta opinión, pero la Historia le hará justicia. Aunque, en la actualidad, su acción no es reconocida, y no lo será, ampliamente contribuyó sin embargo defendiendo la causa de la libertad.  

Es una actitud valiente emitir estas juicios, cuando Bush está desacreditado, tanto en su país como en el resto del mundo, por haberse embarcado en dos guerras, en las que no se vislumbra final alguno; así como por haber dejado a su sucesor Obama una de la crisis económicas más graves y profundas que nunca ha conocido el sistema capitalista, por lo que Bush ya se ha atrevido a decir que quizás pudo cometer algún error en sus dos mandatos.  En cambio, D. José María Aznar, Presidente de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), organización creada por el Partido Popular en Noviembre de 2002 a partir de la fusión de cinco fundaciones ligadas al partido, no tiene ninguna duda sobre sus actuaciones. Y si las tiene, conociendo su carácter prepotente, sería demasiado para él, el que pudiera reconocer que había cometido algún error. Por ende, se reafirma en que  la foto de las Azores sirvió para sacar a España del rincón de la Historia. Quiero acabar, dedicándole al Señor Aznar, una cita del Conde Romanones: Las páginas escritas con sangre son las más indelebles en la Historia, las que más respeta el tiempo al pasar.

Cándido Marquesán Millán

 

 

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