Education for citizenship and human rights
El espectáculo que estamos observando en estos primeros días de comienzos del curso escolar en la Comunidad Valenciana, como consecuencia de la impartición de la asignatura de Educación para la Ciudadanía con dos profesores, cuando menos: uno de historia o filosofía y otro, especialista al inglés, podríamos calificarlo de esperpéntico, cuando no grotesco.
Esta ocurrencia del gobierno de Camps, debemos encuadrarla en el contexto del boicot preconizado, con la aquiescencia y apoyo incondicional de las altas jerarquías católicas, por las Comunidades gobernadas por el PP contra esta materia. No obstante, en un acto impregnado de cinismo, el consejero de Educación Font de Mora, argumenta que esta iniciativa por su novedad pedagógica, será muy pronto seguida en otros lugares, al comprobar sus grandes ventajas, ya que al final de la ESO los alumnos dominarán tres lenguas. Ha asegurado que el inicio de las clases en inglés de Educación para la Ciudadanía "marca un giro copernicano en la enseñanza en inglés en los sistemas públicos educativos de España", y no es una "ocurrencia" ni un "capricho”. Ya podemos estar bien preparados en toda España. ¡Llega la revolución Font de Mora! Ahora no podemos ser conscientes de la trascendencia de esta medida, hace falta perspectiva histórica, pero no sería de extrañar que el nombre de Font de Mora en un no muy lejano futuro lo veamos incorporado al reducido grupo de grandes pedagogos como: Paulo Freire, Jan Amos Comenius, Rousseau, Piaget, el padre Manjón o María Montessori.
Para la puesta en marcha de esta novedad pedagógica se dictó una Orden en cuyo preámbulo se argumenta que el conocimiento de los idiomas es un elemento esencial del desarrollo personal y profesional. Por ello, la Comisión Europea encargó la redacción del Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas, con la finalidad de conseguir una Europa plurilingüe; y como complemento nació el Portfolio Europeo de las Lenguas. Además considera que esta disciplina por tener una terminología limitada y poco especializada, de fácil comprensión para el alumno, favorece la adopción de su enseñanza en inglés. Ignoro quién o quiénes habrán redactado este Orden, pero demuestran un cinismo escandaloso. Dudo mucho que ellos tengan mucho interés en que los alumnos/as valencianos/as aprendan realmente el inglés. Si de verdad, lo tuvieran, habrían formado de una manera conveniente a los profesores de historia o de filosofía para que pudieran impartir esta disciplina en inglés. Como no lo han hecho así, han tenido que sacar una Resolución en el DOCV de 15 de septiembre, estableciendo los procedimientos para su impartición en inglés, en la que se establece que el profesor/a que tenga atribuida la docencia podrá contar con la presencia simultánea del profesor/a especialista de ingles, que será el que deberá vehicular la impartición de la materia, de acuerdo con las orientaciones del que tenga atribuida la docencia. Los alumnos que cursen esta disciplina en la Comunidad Valenciana, no se van a aburrir, por supuesto. Las clases vendrán a ser muy parecidas a uno de los “gags” más famosos del dúo, Tip y Coll, en el que explicaban en español y francés cómo se llenaba un vaso de agua. Eso sí, ambos profesores deberán coordinarse semanalmente para distribuir contenidos, uso de materiales, criterios de evaluación… Las pruebas escritas, podrán efectuarse indistintamente en castellano, valenciano e inglés. Toma castaña, como muy bien acaba de escribir Miguel Ángel Robres Martínez, ¿si contestan en valenciano, quién corrige?, el de valenciano por supuesto, salvo que los otros tengan la competencia lingüística suficiente, pero lo que no sabemos es si este tiene los conocimientos adecuados. Esto supone que un tercer profesor debe sumarse a la feria, salvo que lo hagan en inglés, que le correspondería al profesor del área, el cual deberá traducir al de filosofía o de historia para objetivar la nota, pues su conocimiento es menor que el del asesor y entre ambos tienen que filtrar las deficiencias atribuibles a la impericia en la lengua inglesa de las imputables a la falta de conocimientos. Si por el contrario se opta por el castellano, escaso interés tiene darla en inglés, aunque habrá que ver si los alumnos de 2º de la ESO van a entender una clase en esa lengua, o si por el contrario precisarán de aclaraciones y traducciones al castellano, que desconocemos de qué modo y en qué casos se harán, pues el profesor de inglés, escasamente perito en la materia, puede cometer errores de bulto que pasarán desapercibidos para los profesores ayudantes de filosofía o historia, salvo que sepan la lengua extranjera, en cuyo caso por qué tiene que darla el de inglés. Si los alumnos, como parece natural, no reclaman traducción al castellano o valenciano, puesto que les da igual, cómo sabe el asesor lo que se dice. Una solución es que lo explique el docente en ambas lenguas, pero si la mayoría no domina la de allende nuestras fronteras seguro que desconecta en la parte donde tiene dificultad y esperará, en el mejor de los casos, a que llegue el turno en su lengua materna, eso si no se dedica a alborotar ante tanta desvergüenza y despilfarro. Mas todavía no acaban los problemas, y si el alumno ha elegido como primer idioma el francés, ¿debe sumarse un cuarto profesor a atender la diversidad? Eso sin contar a los que no saben ninguna de las enumeradas porque vienen de países, como dirían los de Gomaespuma, muy extranjeros. En cuanto a los materiales que la Consejería de Educación ha colgado en su página web es "absolutamente inútil, porque los alumnos no lo pueden entender". Así de contundentes se muestran los profesores de inglés de varios institutos de Alicante que consideran que "parece mentira" que la consejería apruebe unos contenidos para segundo de ESO (con textos y gramática elemental) y luego en Educación para la Ciudadanía requiera un nivel de segundo de Bachillerato "con un excelente de nota". "Los textos de la prueba de acceso a la Universidad son más fáciles que los de esta nueva asignatura", asegura un grupo de docentes del IES de Mutxamel que compara el material didáctico. Los textos de Educación para la Ciudadanía son complejos semánticamente y gramaticalmente, explican. Contienen oraciones pasivas, condicionales, tipo de correctores o palabras específicas que están "lejos de su alcance". Los alumnos de segundo de ESO tienen 13 años y los de Bachillerato 17.
El circo que han montado las autoridades educativas en la Comunidad Valenciana es impresionante. Muchos profesores no saben cómo realizar la impartición. Eso sí, han sido movilizados todos los inspectores para vigilar el cumplimiento de la Orden. De esta histórica batida quedaron excluidos los centros concertados pese a ser competencia de la misma inspección educativa. Estos colegios, como corroboró el asesor jurídico de Escuelas Católicas -entidad que agrupa al 86% de las aulas de la concertada en la provincia- han empezado a impartir la polémica asignatura con la misma "lógica" que emplean los centros públicos: "con sentido común y pedagógico tratando de que los alumnos aprendan la materia y mejoren su inglés, con el apoyo y coordinación del departamento y ajustándonos a las instrucciones de la consejeria".La única diferencia radica en que el profesorado de la concertada no protesta
Supongo que los inventores de semejante disparate didáctico -y de un no menor desprecio hacia los fundamentos de la ética- deben estar muertos de risa, descojonados, vamos, por su éxito en boicotear la asignatura. El problema es que no sólo boicotean la asignatura, sino también boicotean sus contenidos, desprecian a los alumnos, se burlan de los profesores y se mofan del sistema educativo público.
Pero aquí no acaba la cosa. Las intenciones del consejero de Educación, Alejandro Font de Mora, de impartir también en inglés otra nueva asignatura como es la de Ciencias para el Mundo Contemporáneo "responde a las críticas de la Confederación Nacional Católica de Asociaciones de Padres de Alumnos (Concapa) que ha mostrado su intención de objetarla, como han querido hacer con la de Educación para la Ciudadanía, y no por cuestiones pedagógicas para mejorar los conocimientos lingüísticos de los estudiantes" recordó ayer a Levante-EMV, tras leer el anuncio, el membro de la ejecutiva de la Federación de Enseñanza de CC OO, Luis García Trapiello.
Si bien, ésta no es una campaña que tengan activada en estos momentos, ya que en la actualidad promueven la objeción a las asignaturas de Ciudadanía y de Educación Ético-Cívica de la ESO, los padres católicos se han mostrado en desacuerdo con contenidos de Ciencia para el Mundo Contemporáneo de primero del Bachillerato. En la materia, impartida por especialistas en Física, Química o Biología, se enseñan aspectos científicos a los alumnos de letras y algunos se refieren a la experimentación con células o a la fertilización asistida.
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