Blogia
dorondon

Las repercusiones de la Semana Trágica de Barcelona en 1909 en Alcañiz

En la semana del 25 de julio al 1 de agosto de 1909, la ciudad de Barcelona se vio sometida a una serie de acontecimientos de gran  conflictividad, fue la "Semana Trágica". Todo surgió por un incidente con los marroquíes, cerca de Melilla, que provocó la necesidad de enviar tropas desde la Península. La decisión de Antonio Maura de enviar una unidad de reservistas catalanes fue la mecha. Durante el embarque de las tropas en el puerto de Barcelona se produjeron diversos enfrentamientos. El 26 de julio estalló la huelga general, que al principio fue pacífica y aceptada por las clases medias. Luego surgió una gran revuelta que alcanzó a toda la ciudad. Finalmente la represión gubernamental acabó con la situación tan conflictiva, arrestando más de mil personas y con condenas a muerte, de las que fueron ejecutadas cinco.

Los culpables sin razón fueron los radicales de Lerroux y los anarquistas. La figura más conocida de los inculpados fue Francisco Ferrer Guardia, inspirador de la Escuela Moderna de Barcelona, de carácter anarquista, el cual fue ejecutado, convirtiéndose en un mártir y en un auténtico mito. Puede decirse que la muerte de Ferrer Guardia, tras una orquestada campaña a nivel nacional e internacional, le obligó a dimitir a Antonio Maura.

Estos acontecimientos tuvieron una repercusión en el Bajo Aragón histórico. Ya que algunos de los presuntos implicados en los acontecimientos de la Semana Trágica serían desterrados a la ciudad de Alcañiz, a finales de octubre de 1909.

Los confinados recibieron el 21 de octubre de 1909 una citación del gobernador civil de la capital catalana y comparecidos ante aquella autoridad, se les comunicó con gran sorpresa de los interesados la órden de extrañamiento que se llevó al efecto sin demora, embarcándose en el primer tren. La Villafranca, a quien acompañaba un hermano de Ferrer, se encontraba en la torre que éste poseía en los alrededores de Barcelona, cuando recibió la órden de comparecer ante el gobernador, órden lisa y llana, sin expresión de la órden de comparecencia. Se personó en el gobierno y allí se le comunicó la órden de partir inmediatamente para la ciudad bajo-aragonesa, sin que se le consintiera regresar a su casa en busca de ropas y dinero. Los confinados gozarían en Alcañiz de libertad personal pero no podrían salir más allá de un radio de cinco kilómetros alrededor del casco de la ciudad.

Seis personas acompañadas por doce guardias civiles, al mando de un sargento,  procedentes de Barcelona llegaron en el tren mixto a la estación de La Puebla de Híjar, a las tres y media de la madrugada. De entre ellas destacaba  por su belleza y su porte señorial una mujer elegantemente vestida; Soledad Villafranca, la compañera de Francisco Ferrer Guardia. Los expedicionarios, vigilados constantemente por la benemérita, pasaron cinco horas que median entre la de su llegada y la de la salida del tren correo de Alcañiz, dormitando en los bancos del patio de la estación de La Puebla. Una vez en Alcañiz en coche llegaron a la fonda de D. Isidro Morera. La circunstancia de venir custodiados por la guardia civil y ser esperados por el alcalde, como es natural, provocó una gran desazón, formándose en la calle Alejandre diferentes corrillos. Pronto se corrió la noticia de quiénes eran los desconocidos viajeros. Ella era Soledad Villafranca, la popular testigo en la causa de Morral, con Ferrer. Los otros son D. José Casesola, D. Anselmo Lorenzo, profesores de la Escuela Moderna de Barcelona y el último propagador del anarquismo de Bakunin en España y fundador de la Sección Federal Española de la A.I.T. y del periódico "Solidaridad; María Foncuberta, José Ferrer y Mariano Bitiori. Todos los recién llegados mostraron su abatimiento abatidos e hicieron muestras reiteradas de su inocencia en lo que afecta a los sucesos de Barcelona.

Soledad Villafranca y María Foncuberta, esposa ésta última de José Ferrer, se hallaban en Mongat, a 11 kilómetros de Barcelona, cuando se inició la revuelta. Ellas mismas mantuvieron que Francisco Ferrer había huído al extranjero, al enterarse de las primeras ocurrencias ante el temor que lo detuviera la policía.. José Ferrer se lamentó amargamente de las medidas adoptadas con él, que las achacaba únicamente a la circunstancia de ser hermano de Francisco. Afirmó que jamás ha intervenido en cuestiones políticas y que se ha pasado la vida en sus ocupaciones agrícolas.

 A los pocos días llegaron cuatro desterrados más, compañeros de José Robles, vigilados por tres agentes de policía.

Lo que más preocupó a los desterrados fue la actitud que respecto a ellos adoptaría la población alcañizana. Manifestaron su confíanza en que no sería muy larga su forzada estancia en Alcañiz".

Firmada por todos los desterrados escribieron una carta, tratando de justificarse ante el vecindario de Alcañiz. Manifestaron que la forma en que se les había llevado allí, no les privaba de cumplir con el vecindario el más elemental deber de cortesía. Después de saludar a los alcañizanos y de alegar varias excusas, añadieron que, mientras durase su residencia en aquella ciudad pondrían especialísimo empeño en merecer la franca y noble hospitalidad aragonesa.

Cándido Marquesán Millán

 

 

0 comentarios