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Azaña y Rodríguez Zapatero, Políticos de verdad

 

 

 

 

 

            Hay momentos en la historia claves y trascendentales. Uno de ellos es el actual. Uno de los problemas que viene arrastrando esta España querida nuestra, es el de la vertebración territorial. Hay determinados territorios, que no se sienten cómodos, dentro del Estado español. Véase el País Vasco o Cataluña. No hay más ciego que el que  no quiere ver. Es de sentido común constatar esta realidad. Ante ella, se pueden adoptar diferentes posturas. Una la primera, la más cómoda y con menos costes electorales, es la de ir tirando. No hay problema alguno. Esto es cosa de cuatro iluminados que son unos desagradecidos con nuestra querida Madre Patria. La segunda, la realista, es reconocer el problema. La condición sine qua non para solucionarlo es reconocer su existencia, A partir de entonces hay que buscar la solución, por difícil que está sea.

            La primera es la postura es la de la mayoría de los políticos, que ven pasar los acontecimientos, sin más ni más. La segunda, la de los políticos con coraje, que empujan la Historia hacia delante, podría estar representada en el pasado reciente por Manuel Azaña y en el momento actual, por Rodríguez Zapatero.

            El líder de Acción Republicana en este tema dio muestras de coger el toro por los cuernos. Los políticos de temple no se acongojan ante los problemas, por arduos y difíciles que estos sean. En diferentes discursos, hablan por si mismos, algunos de ellos dignos de pasar al arte de la oratoria, demostró esta actitud. Ya el 27 de marzo de 1930, en un discurso en el restaurante Patria de Barcelona, se atrevió a decir algo como esto: Yo concibo, pues, a España con una Cataluña gobernada por las instituciones que quiera darse mediante la manifestación libre de su propia voluntad. Unión libre de iguales con el mismo rango, para sí vivir en paz, dentro del mundo hispánico que nos es común y que no es despreciable. Y he  de deciros también que si algún día dominará en Cataluña otra voluntad y resolviera ella remar sola en su navío, sería justo el permitirlo y nuestro deber consistiría en dejaros en paz, con el menor perjuicio posible para unos y otros, y desearos buena suerte, hasta que cicatrizada la herida pudiésemos establecer el menos relaciones de buenos vecinos. No se dirá que no soy liberal.

            En la sesión de las Cortes de 27 de mayo de 1932, en otro discurso celebérrimo, desempeñando ya la Jefatura del Gobierno, se atrevió a decir, después de mencionar a Ortega y Gasset que había indicado el problema catalán es insoluble y debemos conllevarlo, palabras certeras como estas: Cataluña dice, los catalanes dicen: “Queremos vivir de otra manera en el Estado Español”. La pretensión es legítima. La ley fija los trámites. Los catalanes han cumplido. Este es el problema y no otro. Se me dirá que el problema es difícil. ¡Ah! Yo no sé si es difícil o fácil, eso no lo sé; pero nuestro deber es resolverlo sea difícil o fácil.

            Unos meses después en una alocución a los catalanes, pronunciada en la Plaza de la República de Barcelona, el 26 de septiembre de 1932, con el Estatuto bajo el brazo, pudo terminar de esta guisa: Catalanes: ¡Viva España! ¡Viva la República! ¡Viva la libertad!

            Hoy, a pesar de ataques furibundos y viscerales, lanzados por doquier a través de todos los medios de comunicación, hablados, escritos e informáticos, que recuerdan esa España rancia y anquilosada, nostálgica del pasado imperial, del Mío Cid, los Reyes Católicos, Trento, Lepanto y Menéndez Pidal, Rodríguez Zapatero ha sabido estar a la altura de las circunstancias históricas que le ha tocado vivir, reconociendo el problema y abordándolo con coraje  y seriedad, por ello puede considerarse un dignísimo sucesor de D. Manuel Azaña. Desde tiempos de la II República no se había planteado en esta España nuestra con tanta seriedad y valentía un debate sobre la cuestión territorial, como ahora. Hemos esperado bastante. Al  político leonés le van a llover chuzos de punta. Enemigos no le van a faltar. Pero el Estatuto va a salir adelante, mal que les pese a muchos. Puedes estar seguro, ZP, que el Tribunal de la Historia te absolverá y que vas a tener un lugar privilegiado en nuestra Historia. Porque vas ennoblecer la política, ya que vas a permitir, al saber percibir la continuidad histórica, la duración, gracias a la observación directa de la realidad y personal del ambiente que te circunda, observación respaldada por el sentimiento de justicia, que es el gran motor de todas las innovaciones de las sociedades humanas, que España dé un salto adelante, como hace mucho tiempo estábamos esperando todos aquellos españoles libres de prejuicios y dogmatismos.

 

 

 

Cándido Marquesán Millán

           

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