Blogia
dorondon

La derecha desmemoriada

 

 

                                  

 

           

Nuestra derecha española actual padece una grave enfermedad: una amnesia galopante que preocupa sobremanera a los galenos. Esta patología se ha manifestado de sopetón, ya que hasta hace no mucho tiempo tenía una memoria prodigiosa. Sabía recordar con fruición determinados acontecimientos del pasado. Cada primero de abril festejaba la Victoria, día en que el Caudillo Franco anunció la "terminación de la Guerra", y por ello el pueblo invadió las calles y plazas en manifestación de júbilo y lo exteriorizó en abrazos de hermandad, lágrimas de gozo y entonando canciones a la Patria. Así mismo con no menos pompa y boato todos los 18 de julio, uno de los días más gloriosos de nuestra Patria, ya que los jefes y oficiales  dignos de figurar en los cuadros del Ejército, conscientes de su deber decidieron sacar a España del marasmo y la decadencia, que la II República había generado. Cada Primero de Octubre se ensalzaba al Caudillo, que interpretando el sentir de un pueblo, fue capaz de conducir a España, en la guerra y la paz, por los caminos de grandeza. De la misma manera en aquellas horrendas clases de Formación del Espíritu Nacional, impartidas por militares que se sacaban un sobresueldo, a los niños españoles  nos obligaban a estudiar una historia impregnada con los valores eternos de Viriato, Pelayo, Santiago Matamoros, Guzmán el Bueno, los Reyes Católicos, la Guerra de la Independencia, Marcelino Pan y Vino, y el Alcázar. Nos engañaron tanto  que recordarlo produce auténtico escalofrío.

Ahora que algunos sectores de la izquierda intentan recordar y rescatar determinados valores de la II República, así como homenajear a personajes que han sido borrados de la historia, nuestra derecha, que no tenemos otra y que no nos la merecemos, esto no lo puede permitir, es algo superior a sus fuerzas, y por ello pretende que permanezcan en el más absoluto de los olvidos, porque recuperarlos sería reabrir heridas. Ahora, de repente, se ha vuelto desmemoriada. No quiere saber nada de pasados, a no ser que sea para reinterpretarlos a su gusto.  En esta tarea cuenta con el apoyo de pseudo-historiadores, que saben y hablan de todo; que con un micrófono en ristre, impregnado de incienso, a diario nos despiertan con soflamas a lo Queipo de Llano, creando tal estado de crispación como nunca había acontecido en nuestra reciente democracia; o con libros suntuosos, presentados en grandes centros comerciales con estruendosos alardes mediáticos, manipulan la historia de una manera desvergonzada. Allá cada cual con su conciencia.

Lo que se pretende con la recuperación de la memoria histórica es estudiar toda la historia sin filtro previo alguno  y no sólo una parte. Además de entregar unas placas conmemorativas a los descendientes de los muertos en los campos de concentración nazis de Güsen, Mauthausen o Dachau; homenajear a alcaldes o concejales republicanos, escribiéndoles una biografía o dedicándoles alguna plaza o calle de su pueblo, quitar de los atrios de muchas iglesias las lápidas de "Caídos por España" y sustituirlas por otras con la inscripción "Por todos los que murieron por España", recordar en jornadas, charlas,  conferencias o exposiciones el 75 Aniversario de la II República; o, finalmente, condenar el golpe militar del 18 de julio. Todos estos acontecimientos para nuestra derecha le resultan insoportables, dando muestras de un nerviosismo que raya con la esquizofrenia. Si esto no lo puede tolerar nuestra derecha, que tarde o temprano deberá suceder inevitablemente a los socialistas en el gobierno del estado español,  a pesar de los lamentables  espectáculos histriónicos que están llevando a cabo sus diputados, encabezados por el Sr. Martínez Pujalte, en el Congreso de los Diputados y así como en la Asamblea de Madrid, y que además no se atreve a condenar con coraje las manifestaciones golpistas de un alto cargo del ejército, argumentado que está pasando lo que tenía que pasar, esto debería servir de motivo de preocupación a todos los que nos sentimos demócratas. En consecuencia,  debería reciclarse y seguir algunos cursos de formación en otros países europeos, como Francia, Inglaterra o Bélgica, donde existen unas derechas modernas que, a gusto y sin complejo alguno, junto a la izquierda participan en actos de condena del fascismo. Sin embargo aquí, en nuestro país, nuestra derecha no sólo se averguenza de participar en actos semejantes, sino que los condena. Estos comportamientos diferentes podrían explicarse fácilmente. Mientras que al otro lado de los Pirineos las derechas lucharon contra el fascismo, aquí luchó, con la bendición de la Iglesia católica y el apoyo incondicional del ejército, terratenientes y capitalistas, contra el movimiento obrero y republicano. Ahí radica la diferencia.

  Por ende, mientras haya calles  dedicadas todavía a Mola, Moscardó, Millán Astray, Yagüe, y no las haya a Alcalá Zamora, Azaña, Prieto o Negrín, tendremos una asignatura pendiente en nuestro país, y por ello iniciativas como las  de la Recuperación de la Memoria Histórica seguirán siendo necesarias, porque, como dijo Simón Wiesenthall, la lucha contra el olvido es un instrumento de resistencia contra todas las formas de neonazismo.

 

 

Cándido Marquesán Millán

 

Profesor de Instituto

0 comentarios