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Lo que está pasando en Francia

                                  

 

 

 

Uno de los temas de más rabiosa actualidad en estos últimos días, está siendo el movimiento contestatario en toda Francia contra el CPE, contrato de primer empleo. La gran preocupación de los comentaristas es ver si estamos ante un nuevo Mayo del 68. Las situaciones son muy diferentes.  Aquel año la revuelta estudiantil, iniciada en la universidad de Nanterre, declaró la Sorbona como Universidad Popular Autónoma, supuso una reacción contra los valores y las ideas establecidas, contra el consumismo y el conformismo burgueses, contra las organizaciones y partidos tradicionales, incluidos los de izquierda, contra la pacata creencia en el progreso y el bienestar, pero no pusieron en peligro las estructuras del poder. Su mensaje quedó en las paredes de las universidades: “No queremos un mundo en el que la certidumbre de no morirnos de hambre nos la den a cambio del riesgo de morirnos de aburrimiento”. Además  la revuelta francesa estuvo acompañada por la matanza de la plaza de Tatlelolco, en México; y la invasión de Checoslovaquia como consecuencia de la primavera de Praga, que significaba un intento de renovación del socialismo real.

Algunos perspicaces comentaristas se inclinan a pensar que este movimiento es la réplica de las clases medias, a la revuelta de las banlieues, de noviembre pasado. Según el sociólogo Francois Dubet, los jóvenes de los barrios marginales, donde el paro es dramático, están ya fuera del sistema y por ello su revueltas incendiarias. Los que ahora se manifiestan, son jóvenes estudiantes de las clases medias, cuya situación no es tan dramática, pero comienzan a vislumbrar el riesgo de quedarse fuera también.

Lo que se está produciendo actualmente en Francia, no tiene nada que ver con el aburrimiento, es, por el contrario, una protesta contra una manera de organizar la sociedad y la economía, que cuestiona el Estado de Bienestar y por ello condena a la más cruda precariedad laboral a un alto porcentaje de la juventud francesa.

El Contrato de Primer Empleo (CPE), rebautizado irónicamente de diversas maneras por los manifestantes: “Contrato Precario Exclusión”, “Como Perder las Elecciones”, “Contrato Para el Infierno”, “Contrato Papelera Empleo” está consiguiendo, lo que ya es difícil, ensamblar al movimiento estudiantil, el sindical y a la izquierda francesa. Lo ha presentado el Gobierno de Villepin, como un adecuado instrumento para crear empleo. Pueden acogerse a él las empresas con más de 30 trabajadores y está destinado para jóvenes menores de 26 años que buscan el primer empleo. Es un contrato indefinido con 2 años de consolidación, que puede rescindirse sin justificación alguna. El despido es obligatorio comunicarlo con un mínimo de 2 semanas y un máximo de un mes, según la duración del contrato. La indemnización se reduce al 8% del montante total bruto, hasta que llega a la finalización del contrato. Si son despedidos tienen derecho a cobrar durante 2 meses 16,40 euros diarios., a partir de 4 meses trabajados,  ¡Qué desfachatez!

Esta economía neoliberal intenta dar otra vuelta de tuerca, una más, y no será la última, precarizando el trabajo de un sector de la población, la más indefensa, a los menores de 26 años. El sistema capitalista siempre aprieta al más débil e indefenso. Siempre lo ha hecho así. Es así de simple. Pero la sociedad francesa ha reaccionado y ha dicho hasta aquí hemos llegado. No admite que se cuestionen determinados derechos sociales. En estas manifestaciones han estado: universitarios, estudiantes de secundaria, sindicalistas, trabajadores, funcionarios, nostálgicos del 68, padres, madres, abuelos y bebes.  Varios manifestantes lo tenían muy claro. Una mujer de unos 50 años indicaba: “Estoy aquí para defender el futuro de mis hijos”. Otra a su vez argumentaba: “Yo quiero para mis hijos la misma posibilidad de ascensión social que he tenido”. Mas la voracidad de las estructuras económicas es tal que no se detienen ante nada ni ante nadie.

Toda esa juventud que se rebela, lo hace porque no acepta este estado de cosas. Con esos sueldos y esas condiciones laborales no puede forjar proyecto alguno hacia el futuro. ¿Qué esperanza le queda?. Lo más grave es que además nos quieren convencer, de que no hay otra opción. y que las cosas no pueden ser de otra manera, en este mundo globalizado, competitivo, con procesos de deslocalización industrial, grandes movimientos migratorios, etc. Siempre la misma o parecida cantinela. Siempre tienen alguna excusa o pretexto los grandes poderes políticos o financieros para justificar los sacrificios de las clases populares. Hace unos años fue la moneda única. Hoy son los empresarios asiáticos que producen a bajo precio y pagan salarios de miseria a sus trabajadores. Mañana será otro el motivo. Podemos estar seguro que lo encontrarán. Mientras se endurece la protesta, los grandes bancos, las multinacionales, los accionistas, y los tiburones del ladrillo amasando grandes fortunas. Vamos bien.

Lo triste es que este CPE ha sido imaginado por algunos de aquellos revolucionarios de Mayo del 68, que gritaron la imaginación al poder.

 

 

Cándido Marquesán Millán

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