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La negociación en momentos difíciles

 

 

 

 

Todos los españoles, incluido el Presidente del Gobierno, lamentamos amargamente las numerosas víctimas del terrorismo de ETA; como también, todos, incluido el Presidente del Gobierno, nos solidarizamos con todos los familiares. Dicho lo cual, todos debemos, cuando menos, intentar la erradicación de esta lacra; como todos, incluido el Presidente del Gobierno, nos alegraremos profundamente si  todos lo conseguimos.

Rodríguez Zapatero ya avisó que el proceso de negociación para la paz iba a ser largo, difícil y complejo, con fases de avances y de retrocesos. Solicitó en el Parlamento a todas las fuerzas políticas su confianza, la misma que él había dado. Todavía más,  ÉL ofreció un cheque en blanco en este tema al Gobierno de Aznar, en consecuencia, nunca cuestionó su actuación, al considerarla un tema de Estado.

             Hoy las circunstancias son muy diferentes ¡Pero mira que se lo están poniendo difícil al Presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, en el proceso de paz en el País Vasco! Las críticas que recibe son continuas y procedentes de todos los lados. Por una parte, el PP, con sus principales dirigentes, no le han permitido tregua alguna. Por otra parte, en el ámbito abertzale, le acusan de que está desaprovechando una ocasión histórica. Los primeros le acusan de que ha negociado mucho, como que  ya se ha decidido el porvenir de Navarra o el reconocimiento de la autodeterminación del País Vasco, sin prueba alguna; los otros, en cambio, que no ha negociado bastante o, mejor dicho, nada. Sin embargo, el  Presidente del Gobierno no pierde la calma,  dando muestras de una templanza y serenidad infinita, como cabe exigírsela a un dirigente político que lleve las riendas del Gobierno de su nación. Cualquier otro en la misma situación hubiera tirado ya por la calle del medio, y hubiera retornado a la política antiterrorista realizada durante los últimos treinta años, que, por cierto, no sirvió para erradicar la mayor lacra de nuestra reciente democracia. Del mundo abertzale era comprensible este comportamiento, de forzar la máquina, sobre el que no quiero detenerme más. Lo que ya me resulta más complicado de entender  es la actuación del principal partido de la oposición, que ha tenido el Gobierno de España en sus manos poco tiempo ha, aunque da la sensación que no ha llegado a digerir todavía el que lo haya perdido, y que, cabe pensar, lo tendrá en un futuro, más o menos lejano.

            La rendición incondicional es utópica, por lo menos a mí, como otros muchos así nos lo parece. Por ahí, pienso, que no vendrá la solución. Por ende, entiendo que no hay otra opción que abrir cauces y tender puentes, y que lo que se debe de hacer es escuchar, hablar y negociar. El Estado puede y debe hacerlo, lo que no supone, de ninguna manera, rendición alguna ante nada ni ante nadie.  El Estado tiene la suficiente fuerza moral para poder hacerlo, sin que por ello se cometa ningún delito. Muchas veces se ha obrado así. Entre 1996 a 2004 se hicieron excarcelaciones, se concedieron terceros grados y acercamiento de presos, 36 en una semana de 1996 y 130 en 1998,  en circunstancias muy graves para la seguridad de las personas. Y nadie dijo nada.

Si consideramos insustituible la negociación, habrá que escuchar, hablar, para posteriormente negociar con quien se puede negociar, para tratar de convencer a todos aquellos en cuyas manos hasta ahora ha estado el uso de la violencia, que dejen de usarla. Por ello no entiendo el que se niegue la posibilidad de sentarse en una mesa con Herri Batasuna, ¿Por qué con quién si no se va a negociar? No quieren que se negocie con ella  por ser ilegal, pero tampoco quieren que se legalice, lo que no deja de ser incongruente. Se acusa a Zapatero en este proceso de estar señalando atajos a Batasuna. Naturalmente que debe hacerlo. Es mucho mejor que encerrarla en un callejón sin salida posible. Pienso que un gobernante debe tender puentes y no levantar trincheras, e indicar a cualquier grupo político que quiera concurrir, participar o favorecerse de las reglas del Estado de derecho, su obligación de respetar lo que se ha aprobado en el Congreso que es la Ley de Partidos. Si lo consigue, se habrá recorrido un buen trecho del camino. Por ello, este complejo proceso de negociación, debería ser apoyado y no dinamitado. Entre otras cosas, porque a todos los españoles nos debería interesar que este tren llegue sano y salvo a la estación de destino, para que no haya más muertes, que este sería el mejor homenaje que podría hacerse a todas las víctimas, que no son monopolio de nadie, en todo caso de sus familiares. Porque si descarrila, como muchos lo están intentando, ¿Qué hacemos el día después? Yo no sé qué responder.

 

 

CÁNDIDO MARQUESAN MILLAN

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