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Algunas reflexiones sobre el huracán Katrina

 

 

               

 

 

Lo ocurrido estos días pasados en algunos estados norteamericanos, puede servirnos para hacernos todos unas reflexiones. De entrada, todos creíamos que estas catástrofes sólo eran posibles en países del Tercer Mundo. Hemos comprobado que no es así, ya que han sucedido en el país más poderoso, en apariencia, del mundo, acostumbrado a considerarse el centro del universo. Verse ahora obligado a solicitar ayuda a otros países parece algo fuera de lo común, en una especie de Plan Marshall a la inversa.  Esta circunstancia tiene que servir de cura de humildad para sus ciudadanos, incluido su Presidente.

             Que haya ocurrido esta catástrofe u otra parecida entraba dentro de lo posible. Los Estados Unidos es un país fuerte en apariencia; es un ídolo con pies de barro, ya que tiene muchos y profundos problemas internos y que en los últimos años se han agravado. Su despliegue militar en Irak, sus viajes espaciales a Marte, los premios Nobel en medicina o química, no deben servirnos para ocultar la realidad auténtica. Las bolsas de pobreza son inmensas, sobre todo, entre la población negra o latina. Según la Oficina del Censo, el año 2004, aumentaron 1,1 millones los pobres con respecto al año anterior. Tras descender con Clinton, con Buhs han aumentado en un 17%. Resulta vergonzoso que estén flotando en Nueva Orleans en las aguas pútridas cientos de cadáveres, pero también que en la capital norteamericana la tasa de mortalidad infantil sea el doble que en la china. Según un Programa de desarrollo humano, de la ONU, un niño afroamericano de Washington tiene más posibilidades de perecer en el primer año de vida que en una ciudad india del estado de Kerala. En Estados Unidos ha aumentado la tasa de mortalidad infantil, algo que no ocurría desde el año 1958. En el año 2004 había 37 millones de pobres, la mitad de ellos niños. Existen 45,8 millones de ciudadanos sin protección de la Seguridad Social. Todo esto es obra del gobierno Bush. Lo ha conseguido, aunque no lo cuenta, gracias a los recortes presupuestarios, las bajadas de impuestos y el incremento de gasto militar, lo que le ha impedido dedicar partidas presupuestarias al mantenimiento de los diques de contención de Nueva Orleáns y a otros gastos sociales. Ha conseguido debilitar los servicios públicos como sanidad, educación o pensiones como nunca; siguiendo una política neoliberal a ultranza, inaugurada por Reagan, que preconiza el adelgazamiento del Estado, para traspasar todo, cuanto más mejor a la iniciativa privada, ya que esta acudirá presta y veloz a solucionar los problemas de los ciudadanos, allí donde estos aparecieran. El espectáculo actual de las calles de Nueva Orleáns nos ha podido servir para constatar la respuesta de la iniciativa privada.

            Su presidente dijo que esta catástrofe era impredecible. No es cierto. Ya hacía tiempo se había dicho  que existían 2 posibles y factibles peligros; el derrumbe de los diques de contención y las dificultades de una evacuación. Por cierto, en el desencadenamiento de este desastre, Sr. Bush, algo tendrá que ver  su no ratificación del Protocolo de Kyoto

            Con todo lo expuesto podemos entender lo ocurrido en Nueva Orleáns. Mas una vez presentada la catástrofe su ínclito Presidente ha reaccionado tarde y mal.  Faltaba más de 1/3 de la Guardia Nacional de Luisiana y casi la mitad de Misisipí al estar en Irak. No actuaron, como debieran, los Servicios de Protección Civil, al estar más preocupados en la lucha contra el terrorismo y la vigilancia en las fronteras para controlar la entrada de emigrantes, que en proteger a los ciudadanos norteamericanos en un desastre de la naturaleza. Con Bush no va el tema. El no se siente culpable, por ello ha decidido abrir una investigación para conocer lo que ha ocurrido. ¡Hace falta ser cínico! Claro que es responsable y mucho. Mas qué se puede esperar de un personaje que en una conferencia de prensa del 15 de octubre de 2001, con una simpleza rayana en la estupidez, si no fuera por el cinismo que esconde, pudiera decir algo, como lo que sigue: “Me confunde ver que hay tanto malentendido de lo que es nuestro país, y que la gente nos pueda odiar…Simplemente no puedo creerlo, porque yo sé cuán buenos somos. Tenemos que hacer un mejor trabajo al representar a nuestro país en el mundo. Tenemos que explicar a la gente de Oriente Medio, por ejemplo, que es contra el Mal contra el que estamos luchando, no contra ellos”.

 

 

CÁNDIDO MARQUESÁN MILLÁN

                       

           

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