Blogia
dorondon

El Gobierno del Tripartito

 

 

 

            Llevamos unos días y lo que nos queda, oyendo y leyendo todo un conjunto de invectivas en casi todos los medios de comunicación, hablados, escritos y telemáticos, contra el futuro Gobierno Tripartito de Cataluña. En la anterior legislatura el Tripartito ya tuvo que soportar unos ataques furibundos por parte de determinados poderes mediáticos capitalinos.  Pocas veces en la Historia de España se han oído tantos y tan numerosos dicterios. Quien se llevó la palma fue Carod Rovira. De verdad, no es santo de mi devoción, pero todo lo que se ha dicho sobre él, es difícil que pueda encontrarse algo parecido. Mas para algunos si Carod no hubiera existido tendrían que haberlo inventado.  Maragall tampoco se fue de rositas. Si esto fue así, lo que vendrá ahora es para ponerse a temblar. Todavía más, porque conspicuos analistas políticos ya habían previsto el futuro, cual si fueran magos. Unos hablaban de mayoría absoluta de CIU. Otros hablaban de socioconvergencia. Pues vaya por donde, ni lo uno ni lo otro. Lo que ha ocurrido era algo que entraba dentro de lo razonable y previsible: que pudiera constituirse de nuevo el Tripartito, entre partidos de izquierdas. De ahí el chasco que se han llevado, mas éstos sorprendidos, pienso, que en el fondo, deberían sentirse plenamente satisfechos y agradecidos, porque ya tienen tema en columnas, tertulias, libros y conferencias presentes y futuras.

            De la actuación del pasado Tripartito podría hablarse mucho. No todo ha sido Estatuto. Ha habido más cosas. Las políticas sociales han sido espectaculares, véase, por ejemplo, el avance en el ámbito educativo. Ahí está el aumento de inversión en construcciones escolares y en profesorado en la enseñanza pública, que había sido descuidada por el Gobierno de Pujol. Como también en el ámbito sanitario, cultural, etc. Estos hechos muchos no los han querido ver. Todo ha sido Estatuto, Estatuto y Estatuto.  Mas el pasado, pasado es. Ya lo estudiarán los historiadores. Ahora quiero detenerme en el presente rabioso y el futuro inmediato.

            La esencia del sistema democrático radica en que cuando no existe mayoría absoluta de una fuerza política, las diferentes fuerzas políticas inicien una serie de contactos para conseguir unos pactos, en aras a alcanzar un futuro Gobierno. Y si lo consiguen pronto, todavía mejor. Y así ha ocurrido. Este hecho es escrupulosamente democrático. Y si alguien no lo entiende así, es que no ha llegado a captar ni entender en profundidad la esencia del sistema democrático. Todavía nos falta a los españoles tradición democrática. Todo se andará.

De verdad, no tiene sentido en democracia que el candidato del partido más votado ponga en tela de juicio la “calidad democrática” de este pacto de Gobierno, así como afirmar que el socialista Montilla y el republicano Carod Rovira hayan engañado a los ciudadanos catalanes, al esconder que el PSC, ERC e IC-EUiA habían cocinado un pacto de Gobierno antes de que se celebraran las elecciones de este 1 de noviembre. Estas acusaciones sólo pueden entenderse, como un arrebato momentáneo en alguien, que se ha visto sorprendido  por los resultados electores. Hasta que no se produce el recuento final no hay nada definitivo en unas elecciones. No es bueno en campaña electoral acudir al notario o regalar DVDs a los lectores de un periódico. El cazador cazado.

Por lo que hace referencia al partido popular más de lo mismo. Seguirán a pies juntillas las soflamas de las ondas radiofónicas de madrugada, impregnadas de incienso y valores evangélicos, del pequeño talibán de sacristía, y las patrióticas y profundas editoriales del director del paradigma del periodismo de investigación.  El culpable primero de todo ha sido, es y seguirá siendo Rodríguez Zapatero, que está dando alas al independentismo. Luego la emprenderán con Carod  Rovira, y posteriormente con Montilla. O con todos a la vez. Aquí no quedará bicho viviente. El futuro inmediato será la Apocalipsis. Cualquier ciudadano sensato debería huir a Burkina Fasso, para que vuelva la calma y el sosiego mientras tanto. De verdad, es como para ponerse a temblar ¡Qué Dios no coja confesados! Aunque tampoco nos vamos a aburrir. Esto parece seguro.

 

 

CÁNDIDO MARQUESÁN MILLÁN

0 comentarios