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Algo está cambiando en América Latina

   

            Se están produciendo en América Latina todo un conjunto de acontecimientos  muy interesantes, que pueden suponer importantes cambios políticos, sociales, económicos, etc. El año 2006 fue de urnas, en el que los ciudadanos de 12 países de este subcontinente expresaron su intención de cambiar o mantener la tendencia política gobernante. Lo que sí parece claro es que en la región se ha dibujado un nuevo mapa político, en el que el giro hacia la izquierda se ha  consolidado.

Las corrientes conservadoras  o de centro-derecha se mantuvieron en Honduras, México y Costa Rica. Como el triunfo no fue claro, las de izquierda o más liberales salieron fortalecidas. Puede servir de ejemplo el caso de México, donde  Felipe Calderón pudo tomar a trancas y barrancas las riendas del poder, ya que sólo superó a López Obrador, si aceptamos el recuento del Tribunal Electoral, en unos 200.000 votos.  Únicamente en Colombia, el centro-derecha alcanzó la hegemonía, al ser reelegido Álvaro Uribe.

Las de izquierda de impusieron en Bolivia con Evo Morales (su toma de posesión fue el 22 de enero de 2006); Perú con Alan García; Ecuador con  Rafael Correa; Nicaragua con Daniel Ortega. Reafirmaron su predominio en Brasil con Lula da Silva; en Chile con Michelle Bachellet y en Venezuela con Hugo Chávez.

Estos resultados electorales parecen indicarnos el deseo mayoritario de la población de dar un golpe de timón en un intento de superar o atenuar graves y endémicos problemas: extrema pobreza,  injusta desigualdad, endémica violencia, narcotráfico, delincuencia, desconocimiento de los derechos humanos y una corrupción galopante. Estos años atrás se han vivido bajo el signo de una política neoliberal, del libre mercado, de las privatizaciones, de los duros ajustes en gasto social, de reformas estructurales, promovidas por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Las consecuencias para la mayoría de la población han sido desastrosas. Como ejemplo, puede servir Ecuador; en 1995, el 34% de su población vivía en la pobreza. Hoy el porcentaje supera el 60%. Eso sí, los indicadores macroeconómicos han sido positivos: baja inflación y una tasa de crecimiento del producto interior bruto de casi el 4%.  Como acostumbra a decirse la economía va bien, pero el pueblo va mal. Esta situación es extrapolable a la mayoría de los países de América Latina.

Quien parece va a liderar  el timón de este barco es Hugo Chávez, que en su discurso de toma de posesión ha defendido “El socialismo del siglo XXI”.  El modelo chavista se presenta como una opción que supera todas las restricciones impuestas por la coherencia de las convicciones. Parece ir a contracorriente y con grandes dosis de oportunismo se ha instalado en este tiempo de transición caótica en el que ya no hay paradigmas claros.  Su  simbología es una mezcla dispar y difícil de clasificar. Incluye el icono de Bolívar, la revolución bolivariana, un ingrediente de mesianismo personalista, exacerbado nacionalismo, pronunciado populismo y sobre todo, el antiamericanismo. Esta avalado en su país con el 65% de los votos. Y tiene su principal activo en los petrodólares, que  en los tiempos que corren le abren muchas puertas.

Tampoco es baladí que en la tomas de posesión de Rafael Correa y Daniel Ortega, ha estado presente el dirigente iraní  Mahmud Ahmadineyad, otro jurado enemigo de EEUU y del Estado de Israel En Managua fue recibido por un sonriente Ortega, quien espera recibir del visitante una valiosa cooperación económica y hasta la condonación de una deuda superior a los 150 millones de dólares que tiene con Irán. En la capital nicaragüense Ahmadineyad, junto con Chávez, anunció la creación de un fondo de 2.000 millones de dólares para apoyo mutuo y de terceros países. Con este dinero se financiarán proyectos de desarrollo productivo en América Latina y África, algo a lo que están obligados aquellos países que cuentan con recurso petrolíferos.

 Considerando los acontecimientos precedentes, no resulta extraño que perspicaces analistas políticos valoren que el periplo del mandatario iraní se inscribe dentro de la estrategia de fortalecer el eje antinorteamericano, que encabezan Venezuela y Cuba, ensanchado ahora por el presidente de Bolivia, Evo Morales, y con el ascenso de Daniel Ortega en Nicaragua y Rafael Correa en Ecuador.

 Habrá que estar con ojo avizor a los acontecimientos futuros que puedan venir del Norte. De verdad,  hay que estar preocupados, antecedentes históricos no faltan. EEUU  en 1823 enunció ya la famosa doctrina Monroe, que le ha llevado a considerar toda América Latina como su patio trasero, en el que puede hacer y decidir a su antojo. En 1904, en otra vuelta de tuerca, se le añadiría el corolario Roosevelt. Principios políticos que no se quedaron en una simple declaración, sino que sirvieron para tratar de legitimar ante el mundo innumerables intervenciones, que no han sido en defensa de los derechos humanos sino para instaurar o apuntalar execrables dictaduras.

 Por ende, sería una osadía por mi parte aventurar cómo podrá irles a todos estos países que valientemente han decidido desligarse de la tutela norteamericana. No obstante, sí que pienso que mejor seguro, peor es imposible, siempre que no saquen a pasear a Monroe.

  

CÁNDIDO MARQUESÁN MILLÁN

 

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