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Josu Imaz ha tirado la toalla

                                  

            No me parece buena noticia que Josu Imaz haya decidido no presentarse a la reelección como presidente del EBB del Partido Nacionalista Vasco.  No es nada nuevo el afirmar que el problema político del País Vasco, es irresoluble sin contar con el PNV. Y que este partido es la columna vertebral del nacionalismo vasco. Como también que después de la retirada de Xavier Arzalluz, y la llegada a la presidencia de Imaz, hace cuatro años, se habían presentado 2 estrategias políticas diferentes: la de Imaz, frente a la de Egibar.  Tampoco es nada nuevo esta situación. Históricamente, el nacionalismo vasco se ha visto sometido a tensiones entre un espíritu más pragmático y otro más radical. Casi desde su fundación por Sabino Arana, en 1895, el PNV ha vivido estas periódicas crisis, que han amenazado con romper el partido (incluso lo han hecho)  y echar a perder una estrategia política clara. En 1921 el partido llegó a perder su nombre y se escindió en la Comunión Nacionalista Vasca (la mayoritaria) y Aberri (más nacionalista). En 1930 se reunificaron. En ese mismo año surgió Acción Nacionalista Vasca, en desacuerdo con la refundación, y partidaria del independentismo de izquierdas. En 1986 se produjo la escisión de Eusko Alkartasuna.Ahora existen de nuevo posturas enfrentadas. La  representada por Imaz es mas gradualista, sin renunciar a los principios ideológicos de su partido, rechaza la confrontación con el Estado. Imaz aboga por un acuerdo en el que participe toda la sociedad vasca, del que no pueden quedar excluidos los que no comparten la ideología nacionalista. Después  del pacto con el Estado, le seguiría la aprobación de un nuevo Estatuto constitucional, refrendado en el Congreso y un referéndum. La representada por Joseba Egibar, el preferido de Arzalluz, no renuncia a imponer las tesis soberanistas.  Las decisiones tomadas por las instituciones vascas  y las iniciativas populares, que pueden incluir una consulta, aun sin validez de referéndum, son la base del planteamiento.            Parecía que estas tensiones se  habían encauzado, después de que los dos sectores enfrentados lograran consensuar por unanimidad un documento dentro de la Ejecutiva del PNV el pasado lunes: la ponencia política que iba a definir la estrategia del partido para los próximos cuatro años y que posibilitaría, según admitieron dirigentes del PNV semanas atrás, la presentación de un único candidato a la Presidencia de la Ejecutiva, al contrario de lo sucedido hace cuatro años, cuando Imaz y Egibar pugnaron por el cargo. Dicha ponencia contempla la posibilidad de realizar directamente una consulta a la sociedad sobre el derecho a decidir de los vascos, en el caso de que no fuera posible articular un acuerdo previo entre los partidos vascos o entre sus instituciones. Con esta fórmula se salvaban las dos posiciones, la de Imaz, partidario de que la consulta esgrimida por Juan José Ibarretxe sea para refrendar un pacto entre las principales corrientes políticas de Euskadi, y la del propio lehendakari y Egibar, partidarios de utilizar este mecanismo para legitimar las tesis más soberanistas.Esta primera impresión del pasado lunes ha resultado fallida. Parece que Imaz ha tirado la toalla tras cuatro años de tensiones no disimuladas en el seno de su partido entre las dos corrientes. Imaz ha comunicado en un artículo titulado Apostar por el futuro, enviado a los medios de comunicación que abandona la vida política activa. El texto es muy interesante y que le enaltece, está repleto de párrafos claros y llenos de calado político. Merece la pena leerse con pausa y detenimiento. Me he tomado la licencia de extraer algunos de ellos.“Hay momentos en la vida en los que las personas debemos enfrentarnos a decisiones complejas y dar importancia a los proyectos en los que creemos o apostar por vincular esos proyectos a nuestra propia participación en los mismos…Siempre he creído en la política como servicio a la sociedad. He recibido mucho de esta sociedad desde niño, y he entendido la actividad política como compromiso personal con ella y sus ciudadanos. Como forma de devolver, aún a costa de más de un sacrificio, lo mucho que este país me ha dado. Por eso, siempre he defendido la política como un camino de entrada y salida. Finalizado este servicio, lo normal es que salgamos sin perpetuarnos en la actividad política. Ello sirve para mantener viva la conexión entre clase política y sociedad civil, tan necesaria en los tiempos que vivimos… He trabajado en la medida de mis posibilidades por una Euskadi en paz, en la que la violencia, la amenaza y la extorsión sean para siempre desterradas desde el firme compromiso con los valores de la persona como clave de bóveda para construir la sociedad vasca…El nacionalismo vasco democrático ha jugado y juega un papel primordial en la construcción de nuestro país. El mundo está cambiando aceleradamente y, al igual que otras generaciones han hecho un esfuerzo ímprobo por modernizar y actualizar nuestro proyecto, también nuestra generación debe llevarlo a cabo. Conceptos como estado-nación, soberanía o independencia adquieren hoy tintes necesariamente diferentes de lo que en el pasado representaban. Las fronteras se debilitan e incluso desaparecen en nuestro entorno, y desde el nacionalismo vasco democrático tenemos que ser pioneros en las reflexiones de actualización de nuestro bagaje fundacional, de un partido que nace para preservar un pueblo que perdía su identidad y su régimen de libertades histórico. Pero un partido no puede llevar adelante una modernización necesaria en un contexto de competición por el discurso. La reflexión serena exige liderazgos no cuestionados y partidos unidos y sólidos…”Viene a propósito para esta circunstancia que estamos comentando, una cita del Conde Romanones: “Cuando un hombre abre su corazón para confesar sus desdichas, sus desencantos, sus desesperanzas y su cansancio a quienquiera que fuese, es que se siente perdido. No abras tu corazón a nadie, y mucho menos en política.”Cándido Marquesán Millán  

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