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                                    EL PRESUPUESTO DE BUSH   

            La administración Bush acaba de presentar, el lunes pasado 5 de febrero, su proyecto de presupuesto para el año fiscal 2008, que se inicia en octubre de 2007.  En estas cuentas que suponen 2,9 billones de dólares (2,2 billones de euros) la prioridad esta dirigida, como en los años precedentes, a los gastos militares

Además ha revelado su intención de llevar de aquí a 2012 las cuentas públicas al equilibrio, todo ello rebajando los impuestos, especialmente a los ricos. También en este saneamiento se quieren recortar cerca de 66.000 millones de dólares del programa para jubilados Medicare, que beneficia a cerca de 43 millones de ciudadanos, y otros 12.000 millones de Medicaid, que ofrece ayuda sanitaria a gente sin recursos, durante los próximos cinco años, como también la reforma del régimen de la Seguridad Social, sobre todo en las pensiones. De lo que se trata es eliminar o reducir la financiación en un total de 141 programas sociales. Tampoco debería sorprendernos esta actuación. Es más de lo mismo. Y eso que las bolsas de pobreza son inmensas, sobre todo, entre la población negra o latina. Según la Oficina del Censo, el año 2006, aumentaron 1,5 millones los pobres con respecto al año anterior. Tras descender con Clinton, con Buhs han aumentado en un 20%. Según un Programa de desarrollo humano, de la ONU, un niño afroamericano de Washington tiene más posibilidades de perecer en el primer año de vida que en una ciudad india del estado de Kerala. En la capital norteamericana la tasa de mortalidad infantil es el doble que en la china.  En Estados Unidos ha aumentado la tasa de mortalidad infantil, algo que no ocurría desde el año 1958. En el año 2006 había 40 millones de pobres, la mitad de ellos niños. Existen 45,8 millones de ciudadanos sin protección de la Seguridad Social. Lo ha conseguido, aunque no lo cuenta, gracias a los recortes presupuestarios, las bajadas de impuestos y el incremento de gasto militar. Ha conseguido debilitar los servicios públicos de sanidad, educación o pensiones como nunca; siguiendo una política neoliberal a ultranza, inaugurada por Reagan, que preconiza el adelgazamiento del Estado, para traspasar todo, cuanto más mejor a la iniciativa privada, ya que esta acudirá presta y veloz a solucionar los problemas de los ciudadanos, allí donde estos aparezcan. Todo esto es obra del gobierno Bush.

Así era previsible el desastre de Huracán Katrina, ya que faltaba más de 1/3 de la Guardia Nacional de Luisiana y casi la mitad de Misisipí al estar en Irak. No actuaron, como debieran, los Servicios de Protección Civil, al estar más preocupados en la lucha contra el terrorismo y la vigilancia en las fronteras para controlar la entrada de emigrantes, que en proteger a los ciudadanos norteamericanos en un desastre de la naturaleza. 

Mi presupuesto refleja las prioridades a día de hoy de Estados Unidos, aseguraba el presidente, que intentaba justificar sus cifras recurriendo a la seguridad de la nación y su lucha contra el terrorismo. Con estas palabras intenta chantajear a los demócratas y a la sociedad americana en su conjunto, ya que si alguien no acepta estas prioridades presupuestarias será acusado de antiamericano. Y se queda tan tranquilo, ya que Bush se cree bendecido por Dios para realizar una misión histórica y tiene la convicción de estar dirigiendo el país del “Destino Manifiesto”. Fundamentalistas religiosos americanos le han hecho creer que es el enviado de Dios, en una especie de providencialismo. En la cruzada contra el Eje del Mal, Dios está de su lado. Su misión imperial es de derecho divino.

            Además, todo el discurso y la actividad política de Bush demuestra una concepción maniquea de tonos apocalípticos, que sirve de justificación para cualquier actuación El representa el Bien Absoluto y otros, en contraposición irreconciliable, el Mal Absoluto. Por ello Estados Unidos es el país que representa el Eje del Bien, como no podía ser de otra manera, de ahí su indiscutible legitimidad para luchar contra el mal.           Este maniqueísmo implica que hay que tomar postura; no vale la indiferencia o la neutralidad. O se está con el Imperio del Bien o se está con el Imperio del Mal. Esto justifica también una venganza implacable. El primer nombre que se dio a la operación militar contra Afganistán en respuesta a los atentados del 11-S, fue “Justicia Infinita”. Esta expresión supone la puesta en marcha la ley del talión. El conflicto por ello se convierte así en una Guerra Santa. Para conducirla a buen término no se deben reparar en medios, de ahí un militarismo a ultranza con los consiguientes y justificados incrementos en presupuestos armamentísticos. Debemos, tenemos que estar seguros. La defensa de la gran nación justifica la extensión de la violencia y de la muerte por todo el mundo, sin detenerse en la población civil, sean ancianos o niños, como está ocurriendo actualmente en Irak. Ya van más de 3.000 soldados estadounidenses, sobre todo hispanos y afroamericanos,  muchos miles de iraquíes civiles y el desplazamiento de más de un millón de personas.  Mientras tanto, como ha señalado recientemente Paul Kennedy, es un insulto que políticos, empresarios y profesores universitarios pidan desde sus cómodas poltronas un mayor despliegue de tropas en Irak, mientras sus hijos estudian en Harvard o Yale. Lamentable y vergonzoso.

  

Cándido Marquesán Millán

   

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