Me produce pavor y escalofrío que España esté en manos de personas de esta catadura moral
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Cándido Marquesán Millán
El título del artículo podrá parecer a primera vista que es excesivo, mas, estimado lector, si tienes la paciencia de llegar hasta el final, te apercibirás que está más que justificado. Es más, creo que me he quedado corto. Vamos a verlo. Durante gobiernos de los populares se han cometido auténticos atropellos atentatorios contra los derechos humanos, permaneciendo en total impunidad, tanto penal como política, sus responsables. Lo que tampoco parece que le ha importado mucho a la sociedad española. Un hecho vergonzoso fue el accidente del Yak-42 ocurrido en el 2003 y en el que murieron 75 personas, 62 de ellas militares españoles que regresaban de Afganistán. Fue la peor tragedia sufrida por el Ejército español en tiempos de paz.
Los familiares siguen denunciando que "nadie ha pagado por ello" en el décimo aniversario del accidente y después de tres procesos judiciales ya cerrados. Al dolor por la pérdida de sus hijos, hermanos, maridos y padres, 30 familias sumaron además la indignación por la falsa identificación de los cuerpos, que consideró probada la Audiencia Nacional. Dicen, nos sentimos desprotegidos por la Justicia y el dolor no cesa porque fue una muerte evitable. Ese avión nunca debió volar y ni siquiera hay culpables. Federico Trillo se fue de rositas.
Otro accidente no menos trágico, fue el del Metro de Valencia, con 43 muertos y 47 heridos, acaecido en el 2006. La investigación parlamentaria fue un paripé. Parece que la empresa pública Ferrocarrils de la Generalitat (FGV) contrató en 2006 los servicios de una consultora para aleccionar a los técnicos que debían comparecer en las Cortes Valencianas tras el accidente, con el objetivo de que todos defendieran que lo ocurrido en el Metro Valencia había sido "un accidente inevitable". El reciente programa de Salvados ha dejado claro que hay muchas zonas oscuras. Mas les da igual. Han pasado 8 años y la sensación sigue siendo la misma. Total impunidad.
El verano pasado el accidente de Santiago del Tren Alvia con 79 víctimas. Poco después en un artículo Causas últimas del Accidente Ferroviario, Adolfo Barrio Mozo dijo "En este contexto de construcción desenfrenada de AVES y de gastos progresivamente disparados, no parece descabellada la suposición de que nos hayamos metido en más de lo que podíamos digerir y que todo ello pueda haber llevado a tratar de ahorrar en lo que, en la práctica (no en las inauguraciones) era fundamental, la seguridad".
Luego Luis Aláez, el juez instructor del accidente en un auto, asumiendo desde un principio que el principal responsable del accidente fue el maquinista, imputó a diversos cargos de ADIF "Ha habido, cuando menos, una grave falta de diligencia por aquellos responsables tanto en la actuación preventiva como en la correctiva que les eran legalmente exigibles y que a la postre ha contribuido al fatal desenlace, pues han permitido que en un tramo muy delicado para la circulación de una línea de Alta Velocidad y, en consecuencia, para la vida e integridad de los usuarios, se sustituyese un sistema (ERTMS) que, además de apoyar en la conducción al maquinista, da una respuesta ante el error humano (frenado automático si se supera la velocidad permitida), por otro (ASFA) que si bien está homologado se presenta inválido en ese tramo donde se produjo el descarrilamiento para garantizar una circulación segura sin acompañarlo de alguna medida adicional con ese objetivo, estando obligados a ello y teniendo a su alcance los medios para hacerlo... La imputación de los cargos de ADIF la anuló la Audiencia de A Coruña. Nada nuevo bajo el sol.
El accidente ha repercutido sobre los Presupuestos del Estado para 2014, ya que en la Memoria que el Gobierno envió el pasado 30 de septiembre al Congreso para su tramitación se indicó que "para impulsar las actuaciones relativas a la mejora de las condiciones de seguridad, se ha incluido un capítulo tanto en ADIF como Renfe con la dotación correspondiente". Ahora sí y antes no.
Según Europa Press, el abogado del maquinista ha pedido al juez el correo electrónico que el jefe de maquinistas José Ramón Iglesias --quien elaboró un informe de alerta del riesgo en Angrois-- envió a Ángel Lluch, que formaba parte de la Gerencia de Seguridad en la Circulación de Viajeros. En la documentación aportada por Renfe no consta dicho correo, si bien Iglesias, en una "nota explicativa" señaló que remitió a Lluch, por vía electrónica, el informe sobre anomalías en la línea Ourense-Santiago, en el que describía problemas del sistema de frenado y también sobre la señalización de la vía. Este informe, elaborado un año y medio antes del siniestro de Angrois, fue abordado en al menos tres reuniones y, de acuerdo con la documentación aportada por Renfe, tuvieron conocimiento del mismo hasta diez cargos de la operadora, que, no obstante, alegó que no se trató en los canales oficiales de seguridad. María Teresa Gómez-Limón, diputada del PP en la Asamblea de Madrid y malherida en el accidente ha sido muy clara: "En cualquier país de Europa los presidentes de Renfe y ADIF ya habrían dimitido". Aquí no.
Por si todavía no fuera bastante, ahora tenemos el drama de los inmigrantes de Ceuta. Aquí todo huele a putrefacto. Desde las declaraciones del director de la Guardia Civil, del ministro del Interior o de la vicepresidenta del Gobierno. Las quejas desde la oposición y las ONGs son claras, incluso han llegado de la UE. Que lo único que pedimos es que nos proporcionen una explicación veraz. ¡Qué menos! Un presidente de Gobierno, de los de verdad, con principios ya habría dado una explicación a la ciudadanía. Que han sido personas las que han muerto, no han sido conejos como en una cacería. Como siempre, aquí se correrá un tupido velo, nadie será responsable de nada. Si algún juez quiere meterse a fondo, desde las estructuras judiciales superiores le pararán los pies, siguiendo directrices del poder político.
De verdad, unos gobiernos, que no sean capaces de asumir o de responsabilizarse de semejantes canalladas, de ellos se puede esperar cualquier cosa, por grave y dañina que sea para la ciudadanía. Estas actuaciones son como para ponerse a temblar. Con ser tan grave lo expuesto, no lo es menos que para una parte de la ciudadanía todos estos hechos resultan irrelevantes, ya que a los políticos responsables de estas fechorías, les seguirán votando. Tampoco esta circunstancia nos tiene que provocar extrañeza.
Que un numeroso conjunto de personas quieran dar a los cuerpos de sus ascendientes, que reposan todavía en cunetas, descampados o junto a tapias de cementerios, una digna sepultura, y un legítimo reconocimiento, les parece inadecuado a amplios sectores de la sociedad española. Estos presentan diferentes argumentos: que se reabrirán heridas, que en ambos lados se cometieron desmanes; o que hay que mirar hacia adelante.
Que los dirigentes de un partido con más de 11 millones de votos, que se quiere equipar a la derecha europea, muestren tal animadversión hacia la Memoria Histórica, a todos los que nos sentimos demócratas nos debería producir una honda preocupación. Entiendo que si nuestra democracia está plenamente asentada, tras un período de transición, que hemos pretendido presentarlo como modélico y exportable a otras latitudes, no debería tener problema alguno para digerir nuestro pasado por duro y tenebroso que este haya sido. La verdad por encima de todo. Sudafricanos, chilenos, argentinos, rusos, por poner ejemplos, nos han dado una contundente lección.
Por todo lo expuesto, tengo que plantearme la pregunta; ¿qué valores son los que mueven hoy a la sociedad española? Si todavía algo más del tercio de la población española sigue depositando su confianza en estos auténticos desalmados, es claro que nuestra sociedad está muy enferma.
Me produce pavor y escalofrío que España esté en manos de personas de esta catadura moral. Es como para marcharte de aquí, de esta España, y que se la queden toda para ellos. Si tuviera 25 años, tengo claro que aquí, respirando esta atmósfera asfixiante, no permanecía ni un instante. Lo tengo clarísimo.
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