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El gran mago de las finanzas

             

La derecha española lleva ya tiempo vendiéndonos las excelencias de la política económica de Rodrigo Rato durante los mandatos de José María Aznar. Poco más o menos que Keynes a su lado era un aprendiz. Por activa y por pasiva nos han acribillado con los dardos de sus palabras: Rodrigo Rato el mejor ministro de Economía que hemos tenido en el sistema democrático. Otros van todavía mucho más lejos: el mejor de toda la historia de España. Los Mendizábal, los Madoz, Fuentes Quintana, o Pedro Solbes, a su lado son auténticos pigmeos. ¡Y ay de aquel que tuviera la osadía de cuestionarlo! Sobre él iban a caer los ataques más furibundos de los políticos del PP y de todos los medios de comunicación vinculados con la derecha española, que no son pocos: La Gaceta, Intereconomía, La Razón., el ABC, Canal Nou, TeleMadrid, destacando sobre todos, el medio de comunicación, paradigma de la investigación periodística. Por cierto,  la mayoría de ellos  no se han dado  por enterados de este varapalo contra Rodrigo Rato, inaudito en un organismo tan comedido como el Fondo Monetario Internacional.

Merece la pena hacer algunas matizaciones sobre la política económica de los gobiernos del PP, dirigida por Rodrigo Rato. Nos la presentan como si hubiera sido un milagro, una especie de multiplicación de los panes y los peces, de mucha mayor envergadura que el llevado a cabo en los años 30 del siglo pasado por  el presidente norteamericano Roosevelt. Cuando los populares llegaron al poder en 1996 la recuperación estaba en marcha, coincidiendo con un excelente momento de la economía internacional, por lo que la tarea era más fácil. Las tasas de crecimiento económico español en el periodo 1996-2004 se explican por: tipos de interés reales negativos, precios bajos de la energía y materias primas, estímulo masivo de las operaciones especulativas, una burbuja inmobiliaria progresiva que los equipos económicos de Aznar se negaron a controlar, corrupción municipal y cientos de miles de empleos precarios. Además de los 8.000 millones de euros de ayuda anuales provenientes de la Unión Europea, casi el 1% del PIB anual español, conseguidos por el pedigüeño Felipe González; y del producto de las privatizaciones, unos 40.000 millones de euros. Así es fácil, era mucho más fácil cumplir las condiciones del Tratado de Maastricht para entrar en la Unión Monetaria, con la inflación controlada, déficit presupuestario inferior al 3% y deuda por debajo del 60% del PIB. Por tanto de milagro, nada. La coyuntura económica iba de cara y lo que hizo el señor Rato no fue otra cosa que seguir la corriente. Por ende, esa idea de taumaturgo  de las finanzas habría que ponerla cuando menos en cuestión.

Una buena ocasión para seguir valorando su talla de economista y de dirigente es su actuación al frente del Fondo Monetario Internacional de 2004 a 2007, período en el que se estuvo incubando la crisis económica más traumática de 100 años acá. Y por un informe de la Oficina de Evaluación del F.M.I., una especie de auditoría, recientemente presentado su figura sale fuertemente cuestionada ya que durante su mandato se cometieron todo un conjunto de errores, a cual de ellos más grave: análisis deficientes, obstáculos dentro de la organización, problemas de gobernanza y, sobre todo, “limitaciones políticas”–, todos ellos impidieron ver la recesión que se avecinaba, y que de haberla previsto  se podría  haber frenado o atenuado la crisis. Además se ocultaron las voces críticas contra la aparente bonanza económica y que fomentaron la lectura "complaciente" de lo que acabó en una burbuja financiera; se favorecieron las prácticas en "innovación financiera" que más tarde desataron el descalabro de las subprime (hipotecas basura). De lo que se deduce que  el F.M.I. no se enteró de nada de lo que se estaba incubando o si lo sabía lo ocultó. Cualquiera de las dos circunstancias es de suficiente gravedad. Y lo que parece claro es que el máximo responsable de lo bueno y de lo malo en cuanto a las actuaciones de un organismo es aquel que está a la cabeza.

El presidente actual de Caja Madrid y exsuperministro de Economía, Rodrigo Rato, de momento sobre el tema en cuestión se ha limitado  a responder con unas escuetas palabras: "no quiero hacer declaraciones, muchas gracias”. Salgado la ministra de Economía, en buena lógica tras los ataques despiadados recibidos desde la bancada de los populares contra la política económica de los diferentes gobiernos de ZP, ha puntualizado que el informe del FMI "contrarresta" las acusaciones que a veces se hacen al Gobierno y a su presidente, José Luís Rodríguez Zapatero, de no haber visto la crisis, y "parece claro que otros que se tildan de más listos tampoco la vieron". En cambio, José Luís Rodríguez Zapatero, todo un detalle por su parte que muestra su categoría moral, ha preferido cargar contra el FMI y no contra el director gerente que, según el propio organismo, no supo advertir la crisis económica. En una rueda de prensa junto al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, Zapatero ha recordado que en el FMI trabajan 1.200 economistas de primer nivel y ninguno supo prever lo que iba a pasar. El vicesecretario de Comunicación del PP, Esteban González Pons, defendió la "impecable" gestión de Rodrigo Rato al frente del Fondo Monetario Internacional (FMI). Toma castaña y se queda tan fresco. Lo de este caballero es como para no olvidarlo. De todas maneras los populares nos han mentido tantas veces que por una vez más, tampoco pasa nada.

Los datos anteriormente expuestos  se comentan ellos solos. No obstante, me surgen algunas dudas sobre cuáles fueron las razones auténticas de haber dejado en el 2007 un cargo tan relevante a nivel internacional. Él se limitó a señalar en aquel momento que eran estrictamente de carácter personal. Pienso que, cuando menos, debería dar alguna explicación.

 

Cándido Marquesán Millán

 

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