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Los valores de la Unión Europea

Los acontecimientos recientes ocurridos en Francia, relacionados con la expulsión de familias gitanas rumanas y búlgaras entiendo que son de una enorme gravedad, ya que es un ataque frontal contra los derechos humanos, al ser un ejemplo indiscutible de racismo. Es así, porque son expulsados exclusivamente los pertenecientes a la etnia gitana, y no de otra. Y esto es puro racismo, se disfrace como disfrace. Además no debemos olvidar que los ahora expulsados de Francia son tan ciudadanos de la Unión como cualesquiera otros con iguales derechos y deberes.

Al principio José Manuel Barroso presidente de la Comisión Europea mostró ante esta cuestión gran tibieza. Posteriormente el Parlamento europeo fue más duro, como también la comisaria de Justicia y Derechos Fundamentales Viviane Reding que tuvo el coraje de manifestar “Se me acaba la paciencia. "La situación da la impresión de que hay gente que está siendo expulsada de un Estado miembro sólo por pertenecer a una minoría étnica. Pensaba que no volvería a ver esta situación en Europa después de la Segunda Guerra Mundial". Estas palabras llenas de vehemencia están totalmente justificadas, la gravedad del asunto lo exigía. Es la única que ha sabido estar a la altura de las circunstancias.

La respuesta chulesca de Sarkozy a Reding fue impropia de un presidente de la República francesa “Si quería podía llevarse a todos los gitanos a Luxemburgo”. El secretario de Estado francés de Asuntos Europeos, Pierre Lellouche indicó “No es así como se habla a un gran país como Francia, madre de los derechos humanos, país fundador de la Unión. No somos el mal alumno de la clase al que la maestra castiga, ni el delincuente ante el fiscal.”

En la reunión del Consejo todos los presidentes y jefes de gobierno de los 27 estados miembros desviaron la atención hacia las manifestaciones de Reding, considerándolas inapropiadas, y eso que ya se había disculpado, sin mostrar rechazo alguno a Sarkozy. ¡Vaya ejemplo que han dado a toda la ciudadanía europea! Para los dirigentes europeos el único culpable ha sido la comisaria Reding. Si la decisión de expulsión a los gitanos la hubiera tomado cualquier otro país, que no fuera Francia, la respuesta de los jefes de gobierno hubiera sido muy diferente. Francia es mucha Francia. Sarkozy es mucho Sarkozy. Todo un ejemplo de hipocresía. Así es como funciona la alta política europea. Lo que parece claro es que en la UE hay dos países, Francia y Alemania, que harán siempre su santa voluntad, y en menor medida Gran Bretaña. Por mucha Constitución votada, donde se cuecen los asuntos de la UE, es en París y Berlín con alguna aportación esporádica para salvar las apariencias.

Resulta especialmente vergonzante que gobernantes que alardean de socialistas hayan mirado hacia otro lado. Afortunadamente desde el PSOE se han levantado voces para criticar a ZP por no haber condenado estas expulsiones masivas. Como atenuante, lo que no significa justificar, la actuación de ZP cabe vincularla con la colaboración incuestionable de Francia en la lucha antiterrorista. En cuanto al PP se ha manifestado totalmente de acuerdo con Sarkozy, era de esperar. La presidente del PP catalán Alicia Sánchez-Camacho invitó a la europarlamentaria de Sarkozy, María Thèrése Sánchez-Schmid, a darse un paseo por algunos barrios de Badalona, también pobladoS por gitanos.

Mas lo ocurrido en Francia no es nuevo en la UE, cabe recordar la actuación de Berlusconi hacia los gitanos en Italia. Con ser grave la política preconizada por estos dirigentes europeos, me parece más todavía que sea bien acogida por un sector importante de la ciudadanía de sus respectivos países. Así lo manifiestan las encuestas. Por ende, entiendo que se está produciendo un retroceso lamentable y vergonzoso en la evolución histórica, si tenemos en cuenta que la Francia revolucionaria de 1789 fue capaz de dar a luz uno de los documentos de mayor trascendencia para la historia de la humanidad: La Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, en cuyo artículo primero podemos leer: Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las distinciones sociales sólo pueden fundarse en la utilidad común. Igualmente si nos fijamos en la Declaración de Derechos de 1793, todavía más avanzada a nivel social. O en la actual Constitución de la República francesa de 1958, cuyo artículo nº 2 señala: El lema de la República es "Libertad, Igualdad, Fraternidad", que aparece inscrito en todos los edificios públicos franceses. Con estos antecedentes ver lo que está ocurriendo en la Francia de 2010, como también en la Europa comunitaria, produce auténtico sarcasmo. ¿Qué valores defiende hoy la Unión Europea? Por lo que estamos observando, sólo parece estar interesada en asuntos económicos:, en mantener todo el inmenso aparato burocrático, en garantizar los precios de la leche o de la carne de vacuno; gestionar subvenciones para construir una carretera, una piscina, una depuradora o cursos de formación para los muchos parados. En definitiva, un mercado común y poco más que añadir. La defensa de los derechos humanos es una cuestión intrascendente, como pudimos comprobar en Srebrenica, donde Europa abdicó de su compromiso de defender los valores cívicos fundamentales, los derechos básicos de la persona, los derechos multiétnicos.; cuando hacía 50 años -frente el descubrimiento de los campos de exterminio de Auschwitz, Mauthausen, Gusen…- se había conjurado a no permitir “nunca más” el horror nazi.

Por ello, sería conveniente que los europeos empezásemos a olvidarnos de dar lecciones en este tema a los países de otras latitudes. En un aviso a navegantes quiero terminar estas breves líneas con una muy clara reflexión. Inmersos en esta vorágine, si hoy se expulsa a los gitanos, ¿quién me dice que mañana no pueda hacerse lo mismo con los musulmanes, los negros o los judíos? Para estos momentos me parecen muy apropiadas estas palabras, erróneamente atribuidas a Berltot Brecht, de Martín Niemoller, pastor protestante alemán: Primero vinieron a por los comunistas, y yo no los defendí, porque yo no era comunista. Después vinieron a por los judíos, y yo no los defendí, porque yo no era judío. Entonces vinieron a por los católicos, y yo no los defendí, porque yo no era católico. Finalmente vinieron a por mí.,

 

Cándido Marquesán Millán

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