Los Muros de la desvergüenza
Se celebró recientemente con gran boato y parafernalia el 20 Aniversario de la Caída del Muro de Berlín. Hubo múltiples actividades: conferencias, artículos, exposiciones, libros, festivales y conciertos. Como no podía ser de otra manera se sumaron a tal evento también los políticos, ya que no suelen desaprovechar la ocasión, si de lo que se trata es de tener protagonismo. La gran mayoría de éstos afirmaron que habían estado presentes fortuitamente en Berlín la noche del 9 de noviembre de 1989, y además que todos tienen en el recibidor de su casa un trozo del muro, lo que no deja de tener ciertas dosis de exotismo. Si todos los que dicen que estuvieron allí aquel día fuera cierto, no hubieran cabido en las calles berlinesas. Todo esto me recuerda los actos de mayo del 68, en los que la mayoría de nuestros políticos estuvieron también, ya que viene muy bien para su currículo. Al respecto, yo tenía 16 años en aquellos momentos, y además de no estar allí, tampoco pude enterarme mucho. Debo ser la excepción.
No quiero detenerme ahora en todos los discursos, muchos reiterativos, que hablan de que este fue un acontecimiento sin parangón en la Historia, ya que suponía la conquista de la libertad para todos los ciudadanos que vivían al este del Telón de Acero; por lo que podían ejercitar todo un conjunto de derechos civiles y políticos; sociales y económicos, a través de un sistema democrático y capitalista, y por ende, todos debíamos sentirnos profundamente felices, y especialmente los habitantes del antiguo bloque socialista. Mas, este nuevo “paraíso” prometido tras el 1989, por todo lo ocurrido en estos últimos 20 años, podemos constatar que no se ha alcanzado. Muy al contrario. Hoy la democracia y el capitalismo están perdiendo apoyo cada vez más en estos países del antiguo bloque socialista, tal como acaba de constatar una reciente encuesta del The Pew Research Center. No obstante, sea bienvenida la desparición de un muro, que divide países, pueblos, familias y personas. Mas esta circunstancia.no debería emborracharnos de éxito, ya que hoy en día existen todavía otros muchos muros, en su mayoría muy poco conocidos.
De alguno de ellos pretendo hablar. El que se levanta entre Estados Unidos y México para evitar el ingreso de inmigrantes indocumentados provenientes de México y Centroamérica. El de Río de Janeiro, “El muro de las favelas”, levantado alrededor de algunos barrios para evitar que las construcciones precarias que caracterizan esas comunidades destruyan la vegetación que las circunda, que en Brasil se conoce como el Bosque Atlántico
El existente entre las dos Coreas en torno al paralelo 38, que data ya de 1953 y que permanece como una secuela de la Guerra Fría. Entre la India Pakistán hay otro, llamado "El muro de Berlín de Asia”, que cubre casi la mitad de los 2.900 kilómetros de línea fronteriza, y desde la India se anuncia la intención de cubrirla prácticamente toda. El de Cachemira, de medio millar de kilómetros de alambrada, que se extiende a lo largo de la disputada Línea de Control en la zona de Cachemira controlada por India. El de la India y Bangla Desh, que la primera está construyendo a lo largo de 4.000 kilómetros en su frontera con Bangla Desh. El de Tailandia y Malasia, que ambos gobiernos en los años 70 acordaron construir a lo largo de parte de su frontera común. El de Brunei, que está construyendo una verja de seguridad a lo largo de sus 20 kilómetros de frontera con la región malaya de Limbang. El de Uzbekistán con alambres de púas, minas y cercas electrificadas, levantado hace 10 años, tras un atentado en la capital, Tashkent, para impedir la entrada de militantes del radical Movimiento Islámico de Uzbekistán. El de Arabia Saudita, que circunda toda su frontera de 9.000 Km. para defender sus inmensas reservas de petróleo de los países vecinos. El de Baluchistán, que a partir de 2007 Irán comenzó a levantar en su frontera con Pakistán, para detener la proliferación de actividades ilícitas como el contrabando de productos, el tráfico de drogas y la inmigración ilegal. El que se levanta a partir de 1991 entre Kuwait-Irak, un legado de Saddam Hussein, por iniciativa de la ONU, para evitar una invasión iraquí. El de Cisjordania que separa el territorio entre Israel y Cisjordania hecho de vallas, alambradas, zanjas y placas de cemento de hasta 8 metros de alto. El de Egipto y Gaza en el paso de Rafah, entre la Gaza palestina y Egipto, construido por los gobiernos egipcio e israelí tras el tratado de paz que ambos países firmaron en 1979.
El construido en 2003 entre Botswana-Zimbabwe, que según el gobierno del primero es para protegerse de la fiebre aftosa del ganado, aunque probablemente es de los inmigrantes. El del Sahara Occidental, de 2,720 Km., con paredes de arena y piedras, con zanjas y minas, iniciado por Marruecos en 1980 y finalizado en 1987 para protegerse de los saharahuis.
Los anteriormente citados nos pueden resultar lejanos en la distancia. Mas, también los tenemos aquí, en Europa, la cuna de la civilización. El de la isla de Chipre, (conocido como Green Line, Línea Verde) una construcción de 180 kilómetros que separa a los turcochipriotas de los grecochipriotas desde 1974. El de Irlanda del Norte, las llamadas sarcásticamente "línea de paz" que se iniciaron hace 40 años para separar a los protestantes y los católicos, y que continúan todavía en pie, usándose como reclamo turístico.
Y en esta nuestra querida España, que a lo largo de la historia ha sido país de emigrantes, tenemos desde finales del siglo pasado las vallas de Ceuta y Melilla, con la finalidad de imposibilitar la entrada masiva de inmigrantes africanos sin permiso de residencia.
Todas estas barreras infranqueables, llenas de alambradas, espinos, minas, son una auténtica vergüenza para el ser humano, ejemplo manifiesto de la imposibilidad de convivir en paz con sus propios semejantes. Y eso que nos llamamos animales racionales. No le faltaba razón, cuando hace 2.200 años ya, el escritor clásico Plauto, dijo aquello de que "homo homini lupus" , "el hombre es un lobo para el hombre". Frase y pensamiento que sería popularizado por el filósofo del siglo XVII llamado Thomas Hobbes, que consideraba que una de las notas características de la esencia humana es el egoísmo, a través del cual el hombre mismo termina siendo su propio verdugo, es decir, un lobo para el hombre. Y por si me hubiera podido surgir alguna duda todavía sobre la veracidad de las afirmaciones tan contundentes de estos grandes pensadores, me acaba de ser disipada totalmente, con la siguiente noticia: En la frontera entre Venezuela y Colombia, el presidente Hugo Chávez amenaza con levantar una barrera infranqueable.
Todos estos muros físicos a los que me he referido son una vergüenza. Sin embargo, no deberíamos olvidar, como poco ha señalaron muy bien los alumnos de 4º de Diversificación del IES de Fuentesnuevas de Ponferrada, hay otros peores, no visibles: ¿Cuáles son peores: los de alambre y hormigón o los muros invisibles que nos dejan sin trabajo, sin familia, sin hogar, sin educación y sin derechos? Estos muros que no vemos nos cortan el camino sin darnos cuenta: son el egoísmo (pared que nos impide ver más allá de nosotros mismos); la violencia (es el muro que aplasta vidas y esperanzas); la intolerancia y el racismo (enormes fosos que nos separan y distancian de otros seres humanos). Muchos de nosotros somos ciegos ante estos muros invisibles.
Cándido Marquesán Millán
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