La situación de Irak es muy buena
Para estos días de vacaciones de Semana Santa, había hecho el firme propósito de dedicarme a hablar con la familia, pasear por la playa, disfrutar de una buena comida y sumergirme en el placer indescriptible de la lectura. No quería escribirme una línea. Por ello, me había pertrechado con gran gozo de 3 libros: España laica de Rafael Díaz-Salazar; El altar y el trono de Francisco Colom y Ángel Rivero; y por último, Discursos políticos de Manuel Azaña, edición de Santos Juliá. Metido estaba de lleno en estos menesteres, cuando no tuve otra opción que renunciar a mis intenciones, al verme tristemente sorprendido por las desafortunadas manifestaciones, por decirlo de una manera suave, de un expresidente del Gobierno, relacionadas con la Guerra de Irak. Me produjeron una mezcla de asco y de hastío. De verdad, no tienen desperdicio. Son así. No piensen que se han producido en una emisora de tres al cuarto. Nada más lejos de la realidad. Han sido emitidas en la BBC. En ellas afirma que “la situación actual de Irak, sin ser idílica es muy buena”, “ya que existe libertad en el país y mayor seguridad que antes de la acción militar”, “el mundo es mejor sin los talibanes y sin Sadam Hussein”. A la pregunta, ¿están todos los problemas resueltos? Contesta que “No, pero el mundo es mejor, que no sea mejor es responsabilidad de los líderes locales”. A la pregunta sobre la cumbre de las Azores, señaló que fue “muy sencilla, muy breve y muy tranquila”. Recuerdo aquel encuentro con gran intensidad por la trascendencia que tenía para el mundo, para la gente y para nosotros en estos momentos”. Sigue diciendo, “Era nuestra responsabilidad y el destino de Oriente Medio era de extrema importancia para los europeos”, y aseguró que “volvería a hacer lo mismo”. Estas declaraciones se han producido después de las de Bush, que ha calificado la guerra de Irak como “noble, justa y necesaria”. “Esta guerra ha tenido un coste alto en vidas y dinero, pero es el precio a pagar por una victoria sobre nuestros enemigos”, añadió. Por cierto, el tercer protagonista de la foto de las Azores, el Sr. Blair, mucho más inteligente, no ha dicho nada al respecto en este triste quinto aniversario.
Los otros dos han querido hablar. No han desaprovechado la ocasión. Si lo que pretendían era pasar a la historia, pueden estar seguro que lo han conseguido. Vaya que si lo han conseguido. Estas manifestaciones no reflejan arrepentimiento alguno. Todo lo contrario, se reafirman en sus actuaciones. No muestran duda alguna. A pesar de que fue una guerra ilegal, montada en una sarta de mentiras: las armas de destrucción masiva y la conexión de Bin Landen con el régimen de Sadam Husseín. También se aderezó con la introducción de la democracia al Oriente Medio. Con ser ya grave el inicio, son más todavía las secuelas derivadas. A un gobernante se le debería exigir el tener conciencia de cuáles pueden se las consecuencias previsibles, derivadas de sus decisiones. Tendrían que haber previsto que los acontecimientos podrían desarrollarse en la dirección que han tomado. Como no lo hicieron, hoy este país es un auténtico lodazal, del que no se sabe ni cómo ni cuándo se va a poder salir. Irak está sometido hoy a lo más parecido a un martirio interminable, que puede desembocar en su desaparición como país. Y qué decir de las cifras escalofriantes de víctimas mortales, que pueden estar entre las 500.000 y 1,2 millones, según organismos internacionales. Cuatro millones han tenido que abandonar a sus casas. Más de dos han tomado el camino del exilio. Sobre 50.000 están en las cárceles. Hoy, este país es uno de los más peligrosos del mundo, en el que cada día mueren más y más. El día siguiente es siempre peor que el anterior. Esta carnicería, si sigue todo igual, solo terminará cuando ya haya desaparecido la especie humana. El 70% de su población carece de agua potable y tiene que vivir con unos ingresos de un dólar diario. El nivel de desnutrición infantil ha empeorado en relación a la etapa de Sadam Hussein. El desempleo ronda el 50%.
Los Estados Unidos han superado las 4.000 víctimas mortales. Otros 60.000 han tenido que ser repatriados con heridas físicas y psicológicas que no desparecerán durante toda su vida. Muchos ciudadanos americanos desconocen el alto porcentaje de desertores de sus ejércitos desplegados en Irak. El inglés creó una nueva palabra: Awol, que es la sigla correspondiente al concepto absent without leave o ausente sin permiso. El ejército estadounidense anunció que en 2006 se registraron 3.300 deserciones o Awol, y en el primer trimestre de 2007 desertaron 1.871 soldados. Algunos casos se han hecho célebres. El de Agustín Aguayo, paramédico del ejército de USA condenado, en marzo de 2007, por un consejo de guerra a ocho meses de prisión por negarse a participar en la guerra, como objetor de conciencia. El del sargento de 28 años, Camilo Mejía, hijo del cantautor y activista sandinista Carlos Mejía Godoy, que fue puesto en libertad el 15 de febrero de 2005, después de ser condenado a un año de prisión militar por negarse a volver a Irak. O el de Pablo Paredes, de 23 años, condenado por negarse a embarcar en la nave USS Bonhomme Richard, que se dirigía a la región del Golfo, el 6 de diciembre de 2004. Hay otros muchos: Abdulá Webster, Kevin Benserman, etc.
En cuanto a las perdidas económicas resultan difíciles de calcular. Han sido valoradas entre tres y cinco billones de dólares, incluyendo aquí reparaciones e indemnizaciones sociales, costos macroeconómicos, entre los que están los elevados precios del petróleo o los intereses de la deuda. En definitiva, Irak se ha convertido en un pozo sin fondo de sangre y dólares para los Estados Unidos, donde además ha perdido también todo su prestigio. Sólo cabe fijarnos en las detenciones arbitrarias, las torturas, y en la falta de respeto a los derechos humanos llevadas a cabo por las tropas norteamericanas, con la aquiescencia y beneplácito de sus mandos.
Con todo lo ocurrido en estos 5 años, que unos gobernantes profieran unas manifestaciones como las expresadas en los párrafos anteriores, no pueden ser producto más que de mentes calenturientas, enfermas o simplemente idiotas. Así de simple.
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