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Los graneros de votos del PP

 

                                  

 

            Transcurridos ya suficientes días de las elecciones del 27-M podemos ya valorarlas con cierta perspectiva. Conspicuos analistas políticos han hablado y escrito sobre el número de votos y de concejales; como también de alto porcentaje de abstención. Yo no pretendo insistir en estos aspectos. Por el contrario, me voy a fijar en el triunfo de los populares en las Comunidades de Madrid, Valencia y Murcia. Es cierto que se esperaba, pero nunca con la magnitud que se ha producido y que ha dejado a los socialistas desorientados y desconcertados.

            Estos territorios del Estado español fueron en tiempos remotos de la II República, y en los años 80 y parte de los 90 del siglo pasado importantes graneros de votantes socialistas. Hoy lo son del Partido Popular. Indagar las razones de tal cambio es complicado.  Llegar a conocer las motivaciones últimas de por qué la ciudadanía deposita su voto en la urna es tarea ardua. Politólogos y sociólogos podrán aventurar hipótesis deferentes, pero nunca explicaciones concluyentes y definitivas. Yo no soy ni politólogo ni sociólogo, pero como simple ciudadano de a pie, me tomo la licencia de dar mi versión de este triunfo apabullante de los populares. Algunas causas serán comunes en las diferentes Comunidades; mientras que otras serán específicas.

Entre las primeras estarían que los socialistas no han sabido no han podido o no han querido encontrar candidatos con el suficiente tirón para competir con los Ruiz Gallardón, Esperanza Aguirre, Rita Barberá, Francisco Camps o Valcárcel, que son auténticos animales políticos.

 En Valencia y Murcia es obvio que la paralización del trasvase del Ebro es un factor a tener en cuenta. Como también que determinados sectores de la población se han beneficiado escandalosamente del boom inmobiliario. Podemos empezar a entender lo que está aconteciendo, como señala el periodista David Miró, si tenemos en cuenta, como dijo Francisco Camps en la noche electoral: "Ha ganado una manera de entender la vida, la valencianía". Afirmación que podría haberla dicho Valcárcel. Y no podía ser más exacto. Un destacado miembro de la izquierda valenciana, que podría ser también de la murciana, lo resume en una frase contundente: "El país ha cambiado y nosotros no nos hemos enterado". En todo este tiempo la izquierda socialista no se ha dado cuenta que el PP ha aprovechado su dominio político, social, económico y mediático para promover una nueva escala de valores para mantenerse en el poder. No importa que un alcalde o un presidente de diputación estén imputados por diversos delitos de corrupción, La retahíla de escándalos de corrupción municipal destapados en los últimos meses tanto en Valencia como Murcia apenas ha pasado factura en las urnas a los sospechosos. Es más, no solo no han sido castigados, sino que han salido reforzados.  El caso más llamativo es el de Carlos Fabra. Hoy los valores imperantes son los de hacer dinero rápido sin importar el cómo y hacer ostentación pública de esa riqueza. Se dan casos de jóvenes que se asociaban para comprar un piso y al poco venderlo y repartirse el beneficio Los  que se  opongan son enemigos del progreso, los aguafiestas de turno. Francisco Camps y Valcárcel han sintonizado perfección con ese sentir general. Esta es la sociedad que hemos construido.

En la Comunidad de Madrid el  tratamiento que los tres diarios de la derecha de diferente tonalidad (La Razón, ABC y El Mundo),  la COPE,  Telemadrid o Antena3  han hecho del Estatut de Cataluña y del proceso de negociación con ETA, provocando un estado de crispación en la sociedad madrileña, nos permitiría entender en parte la evolución hacia el centro-derecha como un movimiento de fondo.

Además, como recientemente afirmaba en un  artículo de “El País”, el sociólogo Enrique Gil Calvo  en Madrid con la llegada masiva de emigrantes, que han pasado a desempeñar los trabajos rechazados por los españoles, la antigua clase obrera ha desaparecido y se ha convertido en una nueva clase media, que beneficiándose con el aumento de la plusvalías de su viviendas, deseando distanciarse de los recién llegados inmigrantes que ahora ocupan los servicios públicos (educación y sanidad), ha refrendado con su voto la política de privatización sanitaria y educativa llevada a cabo por los populares madrileños. Nos sigue diciendo que cada vez más la sociedad  madrileña se está pareciendo más a la americana donde no existe socialismo, ya que como consecuencia de las llegadas continuas y masivas de inmigrantes  se da una gran movilidad social, pues todos los estratos sociales impulsados por los inmigrantes ascienden y al hacerlo se desclasan hacia arriba sin tener tiempo de adquirir conciencia ni solidaridad de clase. Tesis no descabellada, ya que para que una clase tome conciencia de clase se necesita tiempo y que se sienta maltratada, fenómeno que se dio en tiempos de la Revolución Industrial.

Ante esta avalancha popular en estas Comunidades, claves para las cercanas elecciones generales,  ¿qué puede hacer el socialismo? Pues no caben más que dos alternativas: o plantas cara con un sistema de valores alternativo o bailas al mismo son que la mayoría. Yo, como otros muchos, me inclino por la primera. Lo que ha  caracterizado al socialismo y lo debe seguir haciendo es toda una escala de valores, como la solidaridad, la igualdad, la justicia y la libertad. Y si por su defensa se pierden las elecciones, pues se pierden. El fin no justifica los medios.

 

 

CÁNDIDO MARQUESAN MILLAN

 

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