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La derecha de siempre

 

 

 

 

Tenemos una derecha en España que no nos la merecemos. No es necesario ser un avispado analista político para cerciorarse que a buena parte de los dirigentes del partido popular, les costó mucho el asumir la derrota del 14-M. Les cogió de sorpresa. Además no supieron administrar la situación de los terribles atentados, tratando de ocultar la realidad. De esto sabe bastante el señor Acebes, que no tiene impedimento moral alguno de seguir saliendo en los medios de comunicación, tras la sarta de mentiras que nos endosó a todos los españoles en los días previos del 14-M.  Poco a poco no han tenido otra opción que aceptar los hechos consumados de la derrota, lo que no significa que la consideren legítima. No sabemos qué resultados electorales se hubieran producido sin ese cataclismo. La historia se debe limitar a estudiar y tratar de explicar lo que ocurrió, no lo que hubiera ocurrido si no hubiera ocurrido lo que ocurrió. Como no reconocen legitimidad alguna, independientemente de los votos que tenga detrás, al Gobierno de Rodríguez Zapatero; se le debe rechazar todo lo que haga, sea lo que sea.

Estar en la oposición es difícil, y todavía más, cuando resulta inesperada. Mas una  oposición debe mostrar dignidad, credibilidad, coherencia y responsabilidad hacia el Estado. Lo que debería hacer es presentar unas propuestas alternativas, y explicar a los ciudadanos convenientemente que son mejores. Como también hacer una crítica dura y sin concesiones hacia la política gubernamental. Es la sustancia de la democracia. Lo que no se puede, no se debe estar siempre al borde del precipicio, negando al Gobierno todo, sin reconocerle mérito alguno, y predicando la Apocalipsis, ya que de actuar así se desacredita. Pronto podremos ver que el Gobierno será el responsable de la gripe aviar. Tiempo al tiempo. Hemos visto y escuchado tal cantidad de sarta de mentiras a los dirigentes populares, que nuestra capacidad de asombro todavía no se ha agotado Estos comportamientos pueden explicarse porque nunca en nuestro país hemos tenido una derecha civilizada, abierta y auténticamente democrática, como ha sido la normal en otros países de nuestro entorno europeo. Además, como siempre ha detentado el poder, ha considerado e interiorizado que es propiedad suya, con un sentido patrimonial, y si en alguna ocasión la izquierda lo detentaba, se ha aprestado a arrebatárselo con prontitud sin reparar en medios. Tenemos abundantes ejemplos en nuestra historia de esta actuación. No es necesario repetirlos. Ahora su actuación sigue siendo igual, para desbancar del poder a los socialistas, usa todo, sea lo que sea, sin importarle poner todo patas arriba y meter el miedo en el cuerpo. El objetivo es volver a recuperar el poder con la mayor prontitud posible. No le importa que se abran brechas profundas en el sistema democrático, al justificar el discurso golpista del general Mena Aguado. Tampoco les importa jugar con fuego, con el tema del terrorismo; cuestionando la actuación de Rodríguez Zapatero, que no es diferente a la del Sr. Aznar. Los dos negociaron. Era su obligación la de tender puentes para alcanzar la paz. Como tampoco les importa enfrentar territorios dentro del Estado español. La desconfianza que han sembrado hacia Cataluña, será muy difícil de recuperar. En una institución de la derecha catalana, como es el Círculo Ecuestre, su presidente Manuel Carreras, le manifestó recientemente al Sr. Rajoy unas palabras duras y implacables, como éstas: No nos gusta ver al PP en los extremismos, se debe evitar la fractura entre Cataluña y España, aunque le reporte votos en otros lugares, no pueden mantenerse dos  años más una situación como ésta

 El PP actúa además dentro de una corriente ideológica, de una derecha ultramontana y montaraz, que se extiende como una marea negra por Europa o América, cuya principal estrategia es estigmatizar al contrario y que piensa que las ideas diferentes son subversivas, letales y por ello deben ser extirpadas. Ellos representan el Bien Absoluto, los otros el Abismo. No hay concesión alguna. Es una concepción maniquea. O blanco o negro.

Que los dirigentes populares actúen, como lo están haciendo, no debe preocuparnos, ya que se desacreditan ellos mismos. Lo grave es que, si tenemos en cuenta los datos de previsiones electorales, según la última encuesta del CIS, vemos que el PP recorta distancias con el PSOE. Un 38% respalda al partido de Rajoy y el 39,6 % está con el Gobierno. Si tenemos en cuenta que en las últimas elecciones generales votamos 25,8 millones, el 38% que respalda a los populares, supone ahora mismo que haya alrededor de 9,8 millones de españoles que, o bien se creen a pies juntillas todo lo que les dicen los políticos del PP o bien están dispuestos a votarles, aunque sepan que son mentiras. No sé cuál de las dos es peor. Como también lo es  el que estén sembrando la crispación en determinados sectores de la población, como nunca la habíamos visto en toda la democracia española; así como los enfrentamientos entre los pueblos de España. Y tampoco sale indemne nuestra reciente democracia. A ellos puede que no les importe, a la mayoría de los españoles de bien, nos duele profundamente. La democracia es tan digna, que con ella no se juega. La democracia no es un regalo del cielo, que viene sin más ni más. Hay que cultivarla y mimarla. Además este sistema político, es el que ha permitido alcanzar unas cotas de bienestar y desarrollo, como nunca las ha habido en esta nuestra querida España.

 

 

Cándido Marquesán Millán

 

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