Blogia
dorondon

Una huelga contra España

Tras la convocatoria por CCOO y la UGT de la huelga general para el próximo 29-M se ha desencadenado por parte del Gobierno, la patronal, y sus numerosos, poderosos y serviles medios de comunicación una campaña brutal de acoso y derribo contra ella con el objetivo de su fracaso, que sobrepasa en cuanto a sus argumentos el límite de lo razonable y del sentido común. Sirvan de muestra. No es el momento, y menos ahora, en tiempo de crisis tan dura. ¿Cuál es  el momento?  Nunca. ¿Tendremos que esperar a que no haya crisis para convocarla y ya no sirva para nada? “Es lo  último que España necesita”.  No servirá para nada, no es la solución, no hay razones suficientes. Ni siquiera han respetado los 100 días de cortesía. Incluso, ya han hecho el cálculo de lo que nos va a costar, según La Gaceta, unos 4.700 millones, para La Razón: 7,688 millones, casi un punto de déficit.

No voy a explayarme en el retroceso que supone para los derechos de los trabajadores esta Reforma Laboral. Recomiendo  a muchos de los españoles que no van a secundar la huelga, que se la lean en profundidad, y que, tras su lectura, reflexionen sobre las condiciones socio-laborales a las que van a verse sometidos en el futuro próximo sus hijos y nietos. Deberían hacerlo por un sentido de responsabilidad. Igualmente,  en numerosas tertulias se arremeten con auténtica crueldad contra los sindicatos, argumentando todo tipo de falacias y numerosas  medias verdades que  suelen ser peor que las propias mentiras. Están desconectados de la realidad, los liberados son excesivos y unos vagos, hace mucho tiempo que abandonaron a los trabajadores parados, (lo dicen aquellos que criticaban el “gasto excesivo” que representaba el pago de los 400 euros). ¡Mucho que les importa a ellos el futuro de los millones de parados! Mas también recurren a razones  de mayor calado. Huelga contra España, titula el diario La Razón. Una huelga política en contra del interés general, pontifica el ABC. Tales juicios me recuerdan tiempos pretéritos. Quienes se oponían a la Guerra de Cuba no eran españoles auténticos. Por cierto, aquellos que alardeaban de patriotas, pagaban a un sustituto para eximir a sus hijos del servicio militar. Los muertos los ponían las clases populares. Tampoco lo eran los que se oponían a la Guerra de Marruecos, mantenida por una cuestión de prestigio nacional, maltrecho tras la pérdida de las colonias. Ni tampoco aquellos que por defender la legalidad republicana se opusieron al Golpe Militar del 18 de julio. Como tampoco los no católicos. A lo largo de nuestra historia hemos constatado que desde determinadas élites se nos ha obsequiado con una versión reduccionista del patriotismo español. Para algunos parece que se les ha detenido el reloj de la historia. Ahora mismo, todos aquellos que tengamos la osadía de secundar la huelga, no somos españoles, ya que vamos en contra de los intereses generales de España. No, no es contra España, es a favor de España y del interés general, es contra la injusticia de esta reforma laboral que condena a la miseria a millones de españoles. Para determinados sectores de la sociedad española  patriotismo es sinónimo de patrimonio. Como también el envolverse en la bandera y besarla con pasión, el entonar el himno nacional, el  festejar la fiesta del 12 de octubre-sin saber qué se celebra, si es la Fiesta de la Hispanidad, la de la Raza, de España, de la Virgen del Pilar-, el presenciar desfiles militares, o descorchar botellas de champán con el triunfo de la selección española de futbol. Este es un patriotismo muy pobre. Ser patriota es mucho más. Ser patriota es poner lo público por delante de lo privado. Es querer lo mejor para tu país y tus conciudadanos, lo que se consigue entre otras cosas pagando los impuestos y haciendo caso omiso de los paraísos fiscales. Así se empieza a ser patriota. Por ello, me parece muy acertada la definición de “patriotismo” hecha por Mauricio Viroli,  entendido como la capacidad de los ciudadanos de comprometerse en la defensa de las libertades y de los derechos de las personas. La virtud cívica o política se define como el amor a una patria, entendiéndola no como una vinculación  a la unidad cultural, étnica y religiosa de un pueblo, sino como amor a la libertad común y a las instituciones que la sustentan. Esa virtud cívica es la que se debe fomentar, por ello  “Es urgente instruir a los jóvenes sobre la historia de nuestra patria, enseñarles a amar a quienes lucharon por nuestra libertad”. El autentico patriotismo es que ningún ciudadano, ninguna ciudadana quede expuesto a la miseria ni abandonado a su suerte en tiempos de desventura.  Es que todos tengan exactamente los mismos derechos, los mismos deberes y las mismas libertades y oportunidades, de verdad, sea cual sea su cuna o su sexo. Es que cada persona esté protegida en sus necesidades elementales.  Es que todo el mundo adquiera tanta cultura, tanta educación y tanta formación como sea posible, para vivir mejor, para ser útiles y para ser difíciles de manipular y someter. Es que la justicia sea igual para todos, y que las cargas y alivios sociales sean escrupulosamente proporcionales a las posibilidades de cada cual. Es que, en caso de duda, nos pongamos siempre de parte de los débiles, lo que no hace la Reforma Laboral. Este es el verdadero patriotismo.  No el de envolverse en banderas, ni el de entonar himnos, ni el de festejar fiestas, ni el de presenciar desfiles militares.  

Cándido Marquesán Millán

 

0 comentarios