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Una izquierda irreflexiva


El panorama político español en el que estamos sumidos es desolador para cualquier postura no solo de izquierdas, sino también progresista. Esta situación es lógica. Al final ha ocurrido lo que tenía que ocurrir. ¿Cómo se ha llegado hasta aquí? Según Boaventura de Sousa Santos, uno de los pensadores más perspicaces en los momentos actuales, la explicación es clara: “Cuando están en el poder, las izquierdas no tienen tiempo para reflexionar sobre las transformaciones que ocurren en la sociedad y cuando lo hacen, siempre es como reacción a cualquier acontecimiento que perturba el ejercicio del poder. La respuesta siempre es defensiva. Cuando no están en el poder, se dividen internamente para definir quién será el líder en las próximas elecciones, de modo que las reflexiones y los análisis están relacionados con este objetivo.” Estas palabras son de una contundencia y claridad apabullantes y que pueden ser aplicables para definir la situación actual de los socialistas españoles, aunque también son extrapolables a otras latitudes.

En las dos legislaturas de Rodríguez Zapatero, los socialistas ebrios por el éxito estuvieron como absortos en sí mismos con la excepción de la llegada de la crisis, y a la defensiva ante los ataques de los planteamientos neoliberales, tratando de salvaguardar los pilares del Estado del Bienestar, y también transigiendo en exceso, tomando determinadas decisiones políticas, plenamente asumibles desde la derecha más intransigente, por lo que perdieron una parte importante de su hasta entonces fiel electorado. Daban la impresión de no ser plenamente conscientes de lo que se estaba tramando bajo sus pies. Según Susan George “Si hay tres tipos de gente (los que hacen que las cosas sucedan, los que esperan que las cosas sucedan y los que nunca se enteran de lo que sucede) los neoliberales pertenecen a la primera categoría y la mayoría de los progresistas a las dos restantes.

Ahora que han sido desalojados contundentemente del poder, por lo que parecen noqueados, tampoco les parece la ocasión oportuna para reflexionar en profundidad sobre las causas de sus recientes fracasos electorales o del diseño de un futuro programa, ya que tienen otras preocupaciones. Sus máximos dirigentes a nivel estatal o autonómico prestos a repartirse los restos del naufragio, están ocupados a tiempo completo en resolver el gran dilema sobre a quién apoyan para la Secretaría General del PSOE, tratando de no equivocarse y jugar a caballo ganador, y así estar mejor colocados para ocupar puestos en la futura Ejecutiva Federal. Tras la estrepitosa derrota, en el nombramiento de los delegados aragoneses para el próximo Congreso de Sevilla, no se ha producido cambio alguno, más de lo mismo, todo ha estado bajo control del aparato. Por ello, dan muestras de una irresponsable dejación de funciones a la hora de ejercitar una oposición dura ante la avalancha de las políticas neoliberales puestas ya en marcha, y las que se avecinan en el futuro próximo por parte de los populares, que con la coartada de la crisis van a desmantelar todo un conjunto de derechos socio-laborales que los hemos ido conquistando con gran esfuerzo en los últimos años.

De no cambiar radicalmente la situación, algo que no se otea en el horizonte, lo que va a quedar después de esta crisis va a ser lo más parecido a un paisaje tras un brutal bombardeo: democracia en quiebra, sueldos miserables, paro masivo, pensiones cada vez más reducidas, una legislación laboral tercermundista, servicios públicos desmantelados, una juventud sin esperanzas. De vez en cuando aparece Pérez Rubalcaba a ejercer alguna ligera crítica, aunque poco convencido, como la de “retrasar el ajuste del déficit dos años”, o la réplica a Dolores de Cospedal tras ser declarado Camps no culpable argumentando “que sea su partido el que le rehabilite y le vuelva a poner de presidente de la Comunidad Valenciana si realmente cree que es un ciudadano ejemplar”. Pero no mucho más.

Dan la impresión que se limitan a salvar el expediente en esta tarea. Sorprenden tal pasividad e inoperancia. En nuestra comunidad autónoma esta circunstancia se da con mucha mayor intensidad, ya que sus dirigentes parecen estar desaparecidos de combate. Deberían ponerse ya las pilas de una vez, ya que a pesar de haber sufrido una fuerte derrota electoral, deben ejercer una fuerte oposición al tener muchos votantes aragoneses detrás, como la que ejercieron los populares. Es su obligación. Por todo lo expuesto se está generando un profundo malestar en muchos militantes y simpatizantes de este partido, ya que cada vez se muestra más alejado de movilizaciones (el 15-M) y militancias políticas por causas tradicionalmente pertenecientes a las izquierdas, que se están realizando sin ninguna referencia al PSOE e incluso, muchas veces, en oposición a él. Esta circunstancia también debería suscitar a sus dirigentes una profunda reflexión. De momento no están por la labor y la prueba de ello son los intentos de captar, domesticar, minimizar o ignorar a la nueva militancia que con toda justicia está ocupando la calle. Además, la sociedad española tiene una imperiosa necesidad, y ahora más que nunca, de un partido socialdemócrata sólido y que no puede ser dilapidada por la irresponsabilidad de los actuales dirigentes del partido. Mas todo es posible, cuando los intereses personales están por encima de las responsabilidades históricas que se derivan de un partido centenario.

Imagen: Periodismo Humano

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