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No todo vale

                                  

 

 

 La democracia se diferencia de las dictaduras, entre otra serie de cosas, por la libertad de expresión. Sin ella no hay democracia. Nadie discute esto.  Es una obviedad que los distintos medios de comunicación, digitales, escritos u orales, en un sistema democrático, seleccionan e interpretan las noticias desde distintas perspectivas, siguiendo determinadas directrices ideológicas. E igualmente ocurre con las diferentes opciones políticas, que expresan opiniones distintas. Es sano para este sistema político.  Por ende, los ciudadanos  leen y escuchan donde quieren, donde les parece oportuno según su buen saber y entender. Después forjarán su propia opinión. Y luego esta circunstancia tendrá su reflejo en las urnas en los procesos electorales.  Admitido este hecho, quiero plantearme estas preguntas: ¿Puede decirse todo? ¿Hay que establecer algún límite? ¿Se puede mentir, a conciencia?

 

 

Acabo de leer en un periódico de dimensión nacional, la siguiente noticia. En un debate reciente en una universidad, el portavoz de un alto organismo del Estado, se vió sorprendido por la circunstancia de que preguntados los universitarios por quién era el responsable del secuestro del atunero Alakrana, todos respondieron sin dudarlo en ningún momento: Zapatero,  De la Vega o el Gobierno. Después, se les preguntó por el secuestro de José Antonio Ortega Lara, y nadie tuvo dudas al contestar: Eta. El portavoz, dijo que: Desde luego, ninguno respondió que el responsable de aquel secuestro había sido Aznar. La cuestión me parece que es de suficiente enjundia, como para hacer una reflexión. Si unos universitarios, a los que se supone que ya tienen un nivel de formación superior al nivel medio de la población, han llegado a tal conclusión, podemos imaginarnos lo que pueden llegar a pensar la mayoría de la gente, cuando es bombardeada por determinados medios de comunicación o algún partido político a la hora de transmitir una noticia, sometiéndola a una tergiversación o manipulación interesada, tal como ha ocurrido en el caso del Alakrana.

 

Lo que parece claro, aunque ya empiezo a dudarlo, es que los auténticos responsables del secuestro son unos piratas somalíes. Como que también, este acto delictivo se vió facilitado porque el armador sobrepasó la zona de seguridad, para conseguir más pesca. Mas, de estas circunstancias que son las auténticas causas, desde determinados medios de comunicación y de algún partido político de una manera maquiavélica, no se ha hablado y se ha  corrido un tupido velo. Y se ha montado con gran habilidad otra estrategia, construida sobre una mentira. Entendiendo por mentir según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: Decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa e Inducir a error . Como señala González Casanova. Una mentira repetida suficientemente, acaba por convertirse en una verdad. La propaganda dirigida al pueblo ha de ser muy simple. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas.  Si hay que mentir se miente.  El causante del secuestro es Zapatero o de la Vega o el Gobierno, que no saben resolver el problema, que han claudicado ante los piratas, pagando un rescate que sale de nuestros bolsillos.  Tampoco debe sorprendernos esta estrategia, ya que ha sido utilizada en diferentes ocasiones desde que Zapatero llegó al poder, desde diferentes medios de comunicación en perfecta connivencia con el Partido Popular. ZP va a quitar los conciertos y la clase de religión. Con el Estatuto de Cataluña se rompe España. Con el matrimonio de los homosexuales se destruye la familia. La teoría de la conspiración para llegar al poder tras el 11-M. Se desmantela el Archivo de Salamaca.  Traición a los muertos de Eta. El único culpable de la crisis económica es ZP.   Y ahora mismo otra mentira nueva. Se culpa al Gobierno de Zapatero de todos los males de la agricultura española, cuando su problemática arrranca de hace décadas. Y podríamos seguir poniendo más y más ejemplos. Lo que menos importa es la verdad. De lo que se trata es de retorcer los hechos para conseguir determinados objetivos políticos. El fin justifica los medios. Lo grave es que estas actuaciones pueden llevar consigo graves riesgos. La actuación de acoso  y presión al Gobierno en el caso del Alakrana les ha venido muy bien a los piratas,  ya que éstos se dieron cuenta de que cuantos más días pasaran, más fuertes se sentían y mas facilidad tenían para incrementar sus exigencias.  El Gobierno se ha visto sometido a una presión de tal calibre, que no ha sufrido ningún otro Ejecutivo de ningún otro país de los que han tenido o tienen todavía algún barco secuestrado en las aguas del Oceáno Índico.

Lo que si parece cierto, lo que no deja de ser grave, es que esta estrategia construida sobre la mentira, ha calado en profundidad como el agua fina en amplios sectores de la sociedad española,  hasta en el ámbito universitario. Realmente son muy hábiles.

 

Cándido Marquesán Millán

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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