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Algunas claves sobre la masacre de Gaza

 

Se han escrito y dicho tantas cosas en estas tres semanas sobre la masacre que el ejército israelí está llevando a cabo sobre la población palestina en la franja de Gaza, que es complicado decir algo novedoso. Tampoco es esta mi pretensión. Lo único es presentar algunas reflexiones, para poder entender algo mejor lo que está ocurriendo.

Unos, la gran mayoría, culpan de estas atrocidades al estado judío. Otros, los menos, a Hamas, acusándole de ser un grupo terrorista, que lleva ya tiempo poniendo en grave riesgo a la ciudadanía judía a través del lanzamiento de cohetes. Se habla y discute también, sobre quién rompió la tregua. ¿Hamas con sus cohetes o Israel con su bloqueo? Ambas partes culpan a la otra.

Mas la realidad es indiscutible y desagradable. Los muertos entre los palestinos ya se cuentan por centenares, de los que una buena parte son niños. Estremece ver las imágenes de estos cuerpos inocentes ensangrentados, cubiertos en sudarios, y paseados por las calles de Gaza. Como también numerosos edificios llenos de población civil, bombardeados por la aviación israelí, con el pretexto de que allí se esconden miembros de Hamas.

¿Qué persigue el estado judío?  Con esta respuesta belicista se intenta debilitar o acabar con Hamas. Ha prevalecido la presión del Ejército en connivencia con la clase dirigente, contrariado tras el relativo fracaso de su ofensiva contra Hezbolá en Líbano. Desde entonces, los militares no han descansado hasta obtener reparación, es decir, hasta conseguir frente a Hamas lo que no consiguieron frente a Hezbolá. Los jefes militares se han salido con la suya porque Israel es hoy un Estado sin un verdadero Gobierno: Olmert dimitió y los demás están preocupados por las próximas elecciones". Dando una lección a Hamas, se establecerá un cese del fuego y se alcanzará la tranquilidad en la frontera sur de Israel. Luego, podrá seguir buscando un pacto con los palestinos de Al Fatah. La clase dirigente del estado judío parece que no entienden, o puede que sí como veremos más adelante,  cómo funcionan las sociedades árabes. Creen que si golpean a Gaza (o al Líbano) suficientemente fuerte, la población local culpará a Hamas (o a Hezbolá) por traerles la tragedia. Pero no funcionan así. Precisamente es todo lo contrario. La población de Gaza culpa a Israel y cierra filas con Hamas. Como ocurrió ya en el Líbano con Hezbolá. Amos Oz acertó de pleno al vaticinar que la incursión en Gaza provocaría una nueva gran campaña contra Israel: "Está claro que el deseo vehemente de Hamas es inducir a Israel a que emprenda una operación militar. Si en esa operación mueren decenas o centenares de civiles palestinos, inclusive mujeres y niños, el extremismo se reforzará en Gaza y quizá caiga de paso el gobierno de Mahmoud Abbas en Cisjordania, para ser sustituido por los extremistas de Hamas”. Tampoco deberían ignorar los dirigentes judíos la nueva dosis de odio que Israel ha almacenado en su contra, creando en Gaza una nueva generación comprometida con la venganza. Todo niño que haya sido testigo de los ataques militares de estos días es otro recluta para la violencia del futuro. La gran amenaza para Israel no son los cohetes artesanales de Hamas sino la determinación que se está alimentando en miles de adolescentes palestinos que anhelan morir como mártires. Cada día que las primeras planas de la prensa internacional, y en especial del mundo árabe, están llenas de fotografías de niños palestinos muertos en los ataques israelíes, Hamas y sus aliados radicales islámicos ganan nuevos adeptos a su causa contra Israel.

Como acaba de escribir recientemente Mario Vargas Llosa con buen criterio: Que  todo esto lo saben, mucho mejor que yo o que cualquier observador, los dirigentes de Israel, que pueden haber perdido los sentimientos y la moral, pero no la inteligencia. La clase dirigente israelí es de muy alto nivel, bastante más culta y preparada que la del promedio occidental. Y, si es así, ¿para qué desatar una operación militar que no va a acabar con el terrorismo de los fanáticos de Hamas y que, en cambio, va a servir para desprestigiar a un Estado que con acciones punitivas como esta ha perdido ya esa superioridad moral que tuvo sobre sus enemigos en el pasado, por ejemplo cuando Yitzhak Rabin firmó los Acuerdos de Oslo de 1993?

 



 

La respuesta puede estar en clave electoral. Entonces, ¿por qué no hablar claro y decir que el gobierno de Israel está bombardeando para conseguir votos? La inminente elección general del 10 de febrero en Israel. Hasta la semana pasada, Benjamin Netanyahu parecía contar con el apoyo de la mayoría del electorado israelí para retornar al poder. No parece probable ahora que Netanyahu pueda superar fácilmente a la actual coalición gobernante, al menos, a sus halcones de derecha.. Puede que los políticos de Israel busquen una ventaja de corto plazo, al considerar que golpear duro golpear duro a Hamas tiene rentabilidad electoral.  

Igualmente una cuestión a considerar es  el momento elegido, el interregno entre el mandato de Bush y Obama. Es claro que este brutal ataque  no se hubiera producido sin el permiso de los EE.UU.  Es de lamentar la tibieza de Obama que guarda silencio sobre los bombardeos israelíes de Gaza porque el "presidente es aún Bush".   Los analistas consideran que Israel programó los ataques para impedir que la situación en Gaza se convirtiera en la primera crisis internacional para Obama, entre otras razones. Como también que la ofensiva contra Hamas podría afectar las iniciativas a corto plazo de la administración entrante. Internacionalmente, hay más de uno que quiere dejarle claro al nuevo presidente demócrata que es mejor bajarle el tono al discurso del cambio y que, quiéralo o no, tendrá que lidiar con continuidades inamovibles. El primero en enviar de una forma excesivamente clara y contundente este mensaje ha sido Israel.

De todas las maneras, la clase dirigente israelí supongo que habrá meditado las consecuencias futuras de esta política a corto plazo. Con ser grave todo lo que está aconteciendo, lo es más todavía que no se vislumbra luz alguna. Todo lo contrario, el horizonte se presenta cada vez más negro y sin esperanza alguna. Y nada hay más grave que vivir sin esperanza.

Cándido Marquesán Millán

 

 

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