Blogia
dorondon

Realmente vergonzoso




Los “civilizados” europeos vivimos en una especie de urna, totalmente desconectados de la realidad. Nuestras preocupaciones son las hipotecas, el IPC, el cambio climático y la programación de nuestras vacaciones. Y sobre todo, la defensa de los derechos humanos y los valores democráticos. Sin embargo, acontecen en nuestro entorno más cercano una serie de hechos, que los vemos de una manera superficial. No sé si somos ciegos, o es que nos queremos hacerlo. Todo este largo prólogo viene a cuento de un hecho, que acaba de ocurrir en fechas recientes y que me parece lleno de gravedad. Para entrar en tromba en el tema, lanzo esta pregunta clara y contundente:¿Podemos imaginarnos los europeos lo que ocurriría si el Presidente del Chad se presentara de repente en París, Berlín o Madrid, exigiendo la liberación de un grupo de detenidos de su país en una cárcel francesa, alemana o española y que sin saber si han cometido algún el delito, él se los llevara de vuelta? Por lo menos, yo no me lo podría imaginar. No obstante, a la mayoría de los medios de comunicación europeos, incluidos los españoles, les ha parecido no sólo normal, sino también digno de elogio que el hiperpresidente Nicolás Sarkozy haya hecho precisamente eso: una misión de rescate de hipotéticos y presuntos delincuentes-si habían sido detenidos habría sido por algún motivo- franceses y españoles que participaban en una acción de tráfico con niños africanos sustrayéndolos a sus familias y haciéndolos pasar por huérfanos de guerra y que se enfrentaban a la justicia de Chad para responder de estas gravísimas acusaciones.
La manipulación de los medios informativos europeos ha sido vergonzosa, ya que no nos han permitido conocer lo que realmente ha ocurrido. Igualmente está ocurriendo con el altercado de Chávez con el Rey de España ¿Qué articulista español se atreve hoy a discrepar sobre la actuación de nuestro Jefe de Estado? Les recomiendo que lean artículos de opinión de periódicos de Iberoamérica y podrán ver que la perspectiva es muy diferente. De verdad, las cosas no son ni blancas ni negras, tienen tonos grises. Retornando al tema de Chad, a los medios de comunicación sólo les ha interesado presentar a Sarkozy como una nueva Juana de Arco. Y para determinados dirigentes políticos como el adalid de la causas perdidas, a modo del Cid Campeador, defensor de las “viudas indefensas”, un ejemplo a imitar... Por si todavía no fuera bastante, los mismos medios no han tenido inconveniente moral en entrevistar-no sería de extrañar que hubieran pagado por ello - a aquellos que efectivamente el Mandatario francés consiguiera rescatar, quienes con todo el pesar de que fueron capaces denunciaban la "horrible experiencia" de su encarcelamiento. ¡Pobrecitos todos ellos! Nadie se ha preocupado del destino del más de centenar de niños que habían sido arrebatados de sus familias. Al final de cuentas, todas las noticias acerca de este episodio aparecieron creando la imagen de un grupo de europeos secuestrados por la policía de un Estado bárbaro, mientras las motivaciones reales de su detención acabaron en un borroso segundo plano que, con toda seguridad, terminará difuminándose del todo con el pasar de los días. El problema es que este increíble actuación de los franceses no sólo hay que atribuirla al conocido desprecio que los europeos sentimos por los países situados al otro lado del Mediterráneo, sino que empieza a dibujar una inquietante tendencia política que huele a nostalgia por viejos tiempos imperialistas nunca olvidados. Nada nuevo bajo el sol. Más de lo mismo. Tengo la impresión que la “independencia” conseguida por todo este conjunto de países del Tercer Mundo con mucha muerte y sufrimiento en los años 50 y 60 del siglo pasado no ha servido para nada. A las pruebas me remito. Y también es muy grave que parece que se esté abriendo paso en las democracias europeas, y especialmente en el país donde surgió por primera vez, esta figura emergente de presidentes "decisionistas", dotados de gran "liderazgo", que se pasan por alto con gran desenvoltura y sin escrúpulo alguno las reglas mínimas de convivencia en las relaciones entre Estados.

Cándido Marquesán Millán

0 comentarios