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Mal inicio de Felipe Calderón

 

 

            Nada más que ha llegado al poder Felipe Calderón, con todas las incidencias ya conocidas, ha mostrado sus intenciones a la hora de solucionar los muchos y complejos problemas que padece su país. Uno de los más enrevesados es el de Oaxaca. Para abordarlo se necesitan grandes dosis de tacto e inteligencia. Sin embargo, Calderón ha tirado por la calle del medio. Ha detenido a algunos de los dirigentes del APPO (Asociación Popular de los Pueblos de Oaxaca), como Flavio Sosa Villavicencio y su hermano, a instancias de la Policía Federal Preventiva y la Agencia Federal de Investigación. Los cargos que se le imputan son los de lesiones, robo, daño a la propiedad ajena y pandillerismo. Es muy fácil, cuando se quiere inculpar a alguien que estorba, encontrar cargos contra él. Y todavía más en Méjico. En un vídeo publicado  por El Universal, Flavio lo ha dicho muy claro que lo que busca el APPO, movimiento con más de 350 organizaciones y con un Consejo estatal, es la búsqueda de la democracia en Oaxaca.  Si de lo que se trataba, en aras de solución del conflicto, era tender puentes, mal camino es el dinamitarlos. No son acordes estas actuaciones con las palabras transmitidas por Felipe Calderón en su discurso de investidura: Reitero formalmente mi invitación al diálogo con todas las fuerzas políticas. Ya se comenta que esta detención es una concesión de Calderón al Gobernador de Oaxaca del PRI, Ulises Ruiz, ya que su partido en la toma de posesión del Presidente prestó su partido un apoyo tricolor, ya que sus diputados se presentaron con banderitas tricolores, cual si fueran colegiales de primaria. Mientras tanto, López Obrador ha dicho que apoyará a Flavio.

 El conflicto ya lleva su tiempo.  El 22 de mayo se planteó en el Estado de Oaxaca, con enormes riquezas turísticas, llámese arte, comida, playa o pirámides y patria de Benito Juárez, al que se atribuye la frase: Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la PAZ,  un conflicto de los maestros dirigido por la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Enseñanza, solicitando reclasificación de plazas y aumento de sueldos. Este hecho no es novedoso. Lo tradicional ha sido que los Gobiernos les concedan un ínfima parte de sus peticiones, por lo que al año siguiente, en torno al 15 de mayo (día del maestro) vuelven a la carga, haciendo plantones, rodeando el Palacio de Gobierno de Oaxaca, logrando paupérrimos triunfos; el paro duraba pocos días, pero ahora ya son varios meses.

            Los maestros se manifestaron pacíficamente e hicieron un plantón en el Zócalo (Plaza de Oaxaca), de donde el 14 de junio, cientos de policías intentaron desalojarles de manera contundente, a lo que respondieron los maestros con piedras y palos. El gobernador del Estado, Ulises Ruiz, del PRI, al que se atribuye la frase: Campaña (electoral) que no deja (dinero) para (adquirir) un rancho, no es campaña, prefirió el uso de la fuerza al diálogo, lo que supuso la radicalización de los maestros, exigiendo su la dimisión. Entre el 17 y 21 de junio se constituyó la APPO, conjunto de diferentes movimientos sociales, que ha llevado a cabo estos meses marchas multitudinarias, ha ocupado edificios de gobierno, vehículos oficiales, estaciones de radio y carreteras. Acaba de celebrar un Congreso para institucionalizarse con sus propios estatutos, que para empezar a negociar exige la dimisión de Ulises Ruiz, al que acusa de fraude de malversación de fondos para apoyar a Roberto Madrazo en las últimas elecciones.

            Ante la radicalización de los acontecimientos desde el Legislativo Federal se le instó a Ulises a que dimitiese. Vano Intento. Por ende, llegó a Oaxaca la Policía Federal Preventiva (PFP) el 29 de octubre con material antidisturbios, actuando de una manera expeditiva para desalojar a maestros y miembros del APPO del centro histórico de la capital y la plaza del Zócalo, violando, incluso, la impunidad de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. Van ya 17 muertos, 334 detenidos y decenas de desaparecidos. También han irrumpido grupos paramilitares, vinculados a Ulises Ruiz. El incendio va a más, ya que se extiende a los Estados vecinos. En Michoacán por solidaridad hay una huelga de maestros. Desde Chiapas hay una marcha hacia Oaxaca de los indígenas tzotziles, portando 5 toneladas de alimentos a la APPO.

Aquí en Oaxaca hay muchos culpables. Uno, el primero, FOX, “El hombre de las botas”, que utilizó el problema de Oaxaca, lo azuzó con fines politiqueros; tuvo mucho que ver en las solicitudes de los maestros, no proveyéndoles de recursos para los aumentos de salarios. La  prestación del servicio educativo se otorgó a los Estados, sin embargo, no se les facilitó el presupuesto, que lo sigue controlando la Secretaría de Educación Pública, quien concede el dinero según el pelaje de los gobernadores. Oaxaca, con gobernador del PRI, se ha visto privado de él. También ha tenido mucho que ver Elba Esther Gordillo, que ni siquiera es maestra, “propietaria” de un sindicato del gremio más fuerte de América Latina, en alto grado de putrefacción el SNTE, que cambió sus estatutos para ser su Presidenta, algo inusitado en un sindicato; aliada de Fox, saturada de dinero  y poder; el primero, producto de cientos de miles de millones de pesos de las cuotas de los afiliados, a los que obliga a sindicarse; el poder, le viene de sus arreglos con gobernantes corruptos, a los que amenaza con huelgas o paros en la enseñanza. Azuzó en Oaxaca a través de la Sección 22 del SNTE, que sin serle totalmente afín, si está de acuerdo en tirar a Ulises Ruiz, lo que beneficiaba a Elba, quien de repente se volvió enemiga de Madrazo. Tampoco está libre de culpa el líder de la Sección 22 del SNTE, Enrique Rueda Pacheco, vinculado con el PRD de López Obrador, al que le interesa la explosión social.

 Como hemos comentado al inicio del artículo, la cuestión de Oaxaca, tiene visos de emponzoñarse.  Tiempo al tiempo. Y eso que por parte de APPO se han presentado como negociadores ante la Secretaría de Gobernación, 4 miembros de la Liga Mexicana de Derechos Humanos, el arzobispo emérito Samuel Ruiz y Miguel Álvarez por el Servicio para la Paz.

 

CÁNDIDO MARQUESÁN MILLÁN

             

 

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