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Rebelión latina en USA

 

 

 

 

Numerosas ciudades norteamericanas se han visto sorprendidas por la macromarchas de muchos latinos, que se han rebelado ante el temor de una legislación represiva para los aproximadamente 12 millones  de ilegales. La protesta, apoyada por múltiples colectivos: iglesias, sindicatos, afroamericanos, medios de comunicación, seguirá con una Jornada para 1º de mayo, de huelga laboral y estudiantil, y que exigirá además que nadie venda ni compre nada americano para mostrar el gran poder de la comunidad de inmigrantes latinos en USA.” También se ha pedido solidaridad en Méjico a este  boicot, y que por ello no se haga ninguna llamada, ni se compre ni viajen a USA, y no se beba Coca-Cola, sólo horchata y jamaica. Este movimiento social  nacido a lo  Fuenteovejuna, ya que no tiene un líder como Martín Luther King en su lucha por los derechos civiles; ni tampoco un Cesar Chávez, que encabezó la lucha a favor de los sindicatos agrícolas en los 60 o 70 del siglo pasado, según todos los indicios se va a intensificar, mientras no alcance sus objetivos.

En USA la presencia latina resulta imprescindible a nivel económico. Sus emigrantes, legales o no, son la espina dorsal del sector agrícola en California, y en todo el país, en hoteles, restaurantes y construcción. Los 11,5 millones de indocumentados se reparten así: 6,2 son de México, 2,5 de América Latina, 1,5 de países asiáticos, 1 de Canada, Europa y África. Estos cubren el 25% del trabajo agrícola, el 17% de la limpieza, el 14% de la construcción y el 12% de la industria alimentaria. Si tenemos en cuenta este hecho, el cambio normativo que se pretende tiene menos que ver con la economía que con la xenofobia. Además resulta paradójico que esta nación de inmigrantes, donde virtualmente cada apellido esconde un origen foráneo, se encuentre discutiendo para expulsar, criminalizar y construir muros en su Frontera Sur. Los emigrantes aportan savia nueva, dinamismo económico y enriquecimiento cultural. Desde el año 1950, el 28% de los norteamericanos que han obtenido el Nóbel, han sido inmigrantes.

 Por otra parte, el que exista emigración ilegal hacia USA, demuestra que las leyes en este país no se ajustan a la realidad, ya que la demanda de mano de obra excede con creces las cuotas de emigración. A muchos grandes empresarios, les interesa la presencia de emigración ilegal, ya que así la pueden explotar. Esta circunstancia permite que 2 millones de trabajadores cobren por debajo del sueldo legal; otros 2 no tengan seguros, ni pagas extras, algo que no tolerarían los norteamericanos. A este movimiento reivindicativo latino, tradicionalmente apático, le han insuflado aire los partidos políticos: el republicano y el demócrata. Los legisladores, ante el problema migratorio, han generado un tenso debate, teniendo a la vista las elecciones parlamentarias de noviembre. Deben articular una normativa que compagine la seguridad en la frontera y la posible legalización de unos 12 millones de ilegales. Los republicanos sin liderazgo y divididos en el Senado deben contentar a la vez a los más conservadores de su partido y no perder votos o intentar ganarlos entre los más de 40 millones latinos. Los demócratas quieren aparecer como sus defensores. De ahí las escaramuzas políticas de estos días en la Cámara Alta, en las que ambos partidos se acusan mutuamente de no haberse firmado ya el acuerdo al Proyecto de Frist-Hagel-Martínez, que clasifica a los emigrantes en tres clases. Los que llevan más de 5 años pueden acceder a la ciudadanía, si pagan una multa de 2.000 dólares y las tarifas de solicitud, pagan impuestos federales y estatales atrasados, y demuestran conocimientos del inglés y en 11 años tendrán la ciudadanía. Los segundos, los inmigrantes indocumentados que llevan de 2 a 5 años, pueden participar en un plan de trabajo temporal, pero deben salir del país; y después de un periodo de varios años, pueden buscar su cambio de estatus legal a residente, pero no tienen garantía legal de obtenerla, pues habrá un cupo anual de tarjetas de residentes (green cards), que será elevado de 290.000 a 450.000 al año. El tercer grupo, que llevan menos de dos años, deben salir y solicitar entrar en el plan de trabajo desde sus países de origen. Este proyecto finalmente mantiene la contratación de 12.000 agentes de la Patrulla Fronteriza a lo largo de 5 años, así como el Plan para legalizar a 1,5 millones de trabajadores agrícolas, la mayoría mejicanos de California. Tal Proyecto resulta suave si se compara con la anterior Ley Sensenbrenner HR 4437(Ley 2005 para la Protección Fronteriza, Antiterrorismo y Control de la Inmigración Indocumentada), aprobada en la Cámara de Representantes, el pasado 16 de diciembre, que, entre otras cosas, supone el castigar con más de 5 años de cárcel a cualquiera que apoye a algún ilegal, el construir una especie de “Muro de Berlín” en la frontera con Méjico, el que los empleadores deben comprobar que sus empleados están legales y tienen permiso de trabajo; la información debe ser enviada a las autoridades federales; se aumentan los cargos civiles y criminales contra los empleadores que controlen indocumentados; éstos no tendrán un día en Corte con un Juez de Inmigración, se aceleran las deportaciones, no sobrepasando los 14 días de arresto; se incorporan nuevos fondos para nuevos agentes de la Patrulla Fronteriza y se incorporan nueva tecnología y nuevos inspectores.

La migración no puede no debe criminalizarse, ya que tiene su origen en la desesperación no en la perversidad. Además resulta imparable y se incrementará, mientras el mundo esté configurado así y siga aumentando la brecha  abierta entre los países ricos y pobres. En este mundo globalizado que no pone traba alguna a los intercambios de servicios, bienes y capitales; en cambio si la sufren los seres humanos, tal como lo demuestra El Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Por ende,  mientras un padre de familia o un joven no tenga futuro en su patria, tal como ocurre en toda Hispanoamérica o en África, no le importará atravesar desiertos, como en Arizona, desafiar  aguas turbulentas en una patera en el Estrecho de Gibraltar o saltar vallas en Ceuta, en busca de un mundo mejor, aunque puedan ser detenidos, violados o muertos en las fronteras. Y si llegan a la “Tierra Prometida”, el camino que les espera será arduo. Se les acusará de todo: quitar puestos de trabajo, de quebrar la Seguridad Social y aportar crimen, enfermedad  y hasta terrorismo. A pesar de todo seguirá habiendo emigrantes.

 

 

 

Cándido Marquesán Millán

 

 

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