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La Memoria Histórica en New York

 “El 16 de septiembre de 1936, 47 hombres fueron matados en la aldea española de Villamayor de los Montes y enterrados en una fosa común. Este lugar español de la guerra civil fue revisitado en 2004, cuando al artista Francesc Torres ensambló a un equipo de forenses, que documentó la exhumación del sepulcro. Sus fotografías examinan conmovedoramente las relaciones entre la guerra, la violencia, la memoria, y la fotografía en el contexto de la historia enterrada de la guerra civil española.”Así anuncia el Internacional Center of Photography de Nueva York la próxima exposición del fotógrafo catalán Francecs Torres, que se inaugurará  en su sede el 25 de septiembre próximo, titulada Oscura es la habitación donde dormimos”.   Le acompañarán las exposiciones de fotografías de Roberto Capa,  de Taro de Garda,  y una de carteles de la Guerra Civil Española.  Torres nacido en Barcelona en 1947 y formado en la Escola Massana de Barcelona, en 1967 se marchó a París, donde asistió a clases en l’Ecole des Beaux Arts y ejerció de ayudante de Piotr Kowalski, escultor de origen polaco, quien ejercerá notable influencia en Torres. Se instaló en los Estados Unidos en 1974, donde residió hasta los primeros años de 2000, cuando se trasladó a Barcelona. A lo largo de su trayectoria, Torres ha realizado performances, fotografías, vídeos e instalaciones, siendo este último el territorio que más frecuenta el artista. Cuestiona el orden social basado en las relaciones entre el poder político y el económico. Frecuenta en su obra la atención por la memoria y el presente, en una lectura atenta y pormenorizada de episodios críticos de la historia vinculados a contextos concretos. Examinando la maquinaria de guerra y violencia en la cultura y la historia, Torres, actúa a menudo como un historiador o un filósofo y contempla las tensiones entre la implacabilidad del paso del tiempo y la fragilidad de la memoria, en espacios de alta carga política.  El mismo título del libro  y exposición Oscura es la habitación donde dormimos es extraordinariamente sugerente y un tanto perturbador.  Podría servir de título apropiado de una película de miedo infantil. Esa habitación hace referencia a una fosa común-no hay nada más oscuro- repleta de cadáveres asesinados. Y también a todo un país atemorizado, que ha vivido a oscuras durante mucho tiempo, y que ha  tardado 70 años a desenterrarlos. Miedo que parece que continúa en determinados ambientes, ya que esta exposición en lugar de presentarse en España, ha tenido que hacerse a miles de kilómetros del lugar donde ocurrieron los hechos.   El libro-catálogo de Torres, que precede a la exposición, y que se acaba de publicar en inglés y castellano,  muestra las imágenes de la excavación que permitió localizar cerca de la N-II Madrid-Burgos a  los 47 vecinos varones ejecutados en Villamayor de los Montes de un tiro en la cabeza por los franquistas. El libro reúne varios textos y una pequeña parte de las 1.500 fotos que tomó Torres. Las imágenes, en blanco y negro, retratan el hallazgo de las víctimas, alineados en la tierra con un agujero de bala en el cráneo. Un equipo de arqueólogos recogió entre los esqueletos anillos de boda, balas de máuser, un peine, dos relojes oxidados y las suelas de goma de las alpargatas que calzaban. Y chapas de cerveza que quizá bebieron los ejecutores. Los familiares asistieron al trabajo metódico y respetuoso de los arqueólogos y los antropólogos. Las hijas y las nietas prepararon las comidas del equipo y cuando todo terminó dejaron flores sobre la zanja ya vacía. Los restos fueron después analizados por el equipo forense que dirigió Francisco Echeverría, el del caso Lasa y Zabala. En julio de 2006, el equipo regresó al pueblo para asistir al entierro de las víctimas en un mausoleo común. Torres retrató, ya en color, el sepelio que desfiló hacia el cementerio. Torres es  probablemente el primer artista español que ha trabajado con los materiales de la Guerra Civil en bruto y no a base de alegorías ni simbolismos. El artista nos dice que en otros países ha habido gente como Pilles Peres, que fotografió las fosas de Sbrenica, o Alfredo Jaar, que ha trabajado en Ruanda. El autor nos manifiesta sus intenciones: “Hace aproximadamente siete años empecé a trabajar con la idea de la recuperación de la memoria de la historia reciente de España. Pensaba en un proyecto arqueológico centrado en el sedimento material de la guerra civil en los antiguos campos de batalla, en el frente del Ebro. Al mismo tiempo la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) comenzaba la localización, excavación y exhumación de las fosas comunes de la guerra y posguerra española. Después de un largo proceso obstaculizado por dos gobiernos de la Generalitat de signo ideológico opuesto (la pujolista y luego la del tripartito) que hicieron imposible mi proyecto en Cataluña, a pesar de contar con financiación de dos fundaciones norteamericanas (Fullbright y American Center Foundation) lo acabé realizando en Burgos en colaboración con la ARMH. Este libro documenta un ejercicio de ciudadanía por parte de un grupo de españoles empeñados en apropiarse de una parte secuestrada de su historia.”  “¿Cómo se gana una guerra que terminó como una derrota en 1939?", se ha preguntado durante años el artista Francesc Torres. Su respuesta es tajante: “La Guerra fue hace 70 años y aún no se pueden debatir las cosas en superficie. Hay pocas ganas de complicarse la vida con un tema que todos piensan que, con tiempo, se disolverá y quedará como una simple anécdota histórica. Sobre todo, porque se ha creado una narrativa de la Transición que vincula amnesia histórica con estabilidad política, y se piensa que ha sido exitosa porque se hizo tabla rasa de lo que pasó en la guerra. Aquí la amnesia lo ha permeado todo. Por eso la derecha moderada ya dice que todos fuimos culpables, y hay que dejar muy claro quiénes fueron las víctimas y quiénes los verdugos, quiénes tenían razón histórica y quiénes no. Ganar la guerra no es falsearla.”            Cándido Marquesán Millán

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