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                         LAS MANIFESTACIONES CONTRA EL TERRORISMO DE ETA     Estos días  pasados se ha escrito tanto sobre las manifestaciones contra el terrorismo, que resulta difícil poder decir algo nuevo. No es mi intento. Lo único que pretendo es expresar algunas reflexiones, propiciadas por los acontecimientos recientes. Parece claro que eran unas manifestaciones dirigidas contra el terrorismo de ETA. En Bilbao la pancarta decía: Exigimos a ETA el final de la violencia. Por la Paz y el Diálogo. El lendakari Ibarretxe accedió a rectificar sobre la marcha para obligar a Batasuna a condenar la violencia o ausentarse de la manifestación ,y, a la vez, para abrir el paso a los renuentes populares vascos. Si en otras ocasiones se les podido acusar de ambiguos o tibios al lendakari o al PNV, en esta ocasión sería injusto hacerlo.  

La más importante, la celebrada en Madrid, el PSOE dejó que fueran los sindicatos y otras organizaciones cívicas las que hicieran la convocatoria, con el propósito de acercar el PP a la marcha. Los argumentos de los populares en un intento de justificar su ausencia han sido cuando menos peregrinos. En un principio, dijeron que no estarían presentes porque no aparecía la palabra Libertad. Se introdujo y la pancarta quedó: Por la Paz, la vida, la libertad y contra el terrorismo”.  Entonces adujeron que deberían ser desconvocadas las manifestaciones, porque estaban politizadas. Los convocantes hicieron todos los esfuerzos que estuvieron en sus manos para contentar a los populares. Vano intento. En consecuencia los populares han dado un paso más en su estrategia de agitación, situándose en un aislacionismo esencialista.  

Además del éxito de estas manifestaciones masivas, aunque cada medio de comunicación ha hecho su propia valoración, lo que parece indubitable es que los únicos partidos que no han participado han sido Herri Batasuna y el Partido Popular. O lo que es lo mismo: Herri Batasuna y el Partido Popular dejaron de acudir a las manifestaciones contra ETA. Nunca había ocurrido esto. Por primera vez en democracia, uno de los partidos que han gobernado, ha estado ausente en una manifestación contra el terrorismo de ETA.  ¿No se trataba de levantar la voz contra el terrorismo? ¿No es ésta una cuestión que nos incumbe a todos por igual votemos a quien votemos? Lo único que deseábamos los ciudadanos de a pie era llorar a los muertos, mostrarles nuestra solidaridad, y protestar contra sus asesinos. Ni más ni menos, y así ha ocurrido siempre en todas las manifestaciones contra el terrorismo en España.

A los dirigentes populares, y sobre todo, a Mariano Rajoy se les debería exigir responsabilidad política. La víspera de una manifestación contra el terrorismo no es el momento tampoco de criticar al Jefe de Gobierno ni de seguir las imposiciones de la AVT, que ha decidido hacer política sin pasar por el refrendo de las urnas. Como tampoco se deberían haber permitido a sus voceros mediáticos las amenazas o  las descalificaciones dirigidas contra las asociaciones de inmigrantes y los colectivos de ecuatorianos que manifestaron sus deseos de participación en las manifestaciones. El Partido Popular ha cometido un error y ha roto las reglas del juego en la unidad social y política contra el terrorismo. Si un partido político, que ha tenido la responsabilidad del gobierno de España y que cabe pensar que lo hará en un futuro más o menos lejano, tiene problemas éticos en manifestarse en las calles, después de la muerte de dos víctimas  inocentes del terrorismo y detrás de una pancarta con el lema: Por la paz, la vida, la libertad y contra el terrorismo, algo grave está ocurriendo y de muy difícil comprensión. A no ser que lo que se pretenda sea dividir y fracturar a la sociedad en torno a las reacciones contra el terrorismo. Que lo intente Herri Batasuna, además de ETA, no tiene que sorprendernos. Lo que no parece normal es que lo haga  el Partido Popular. A no ser que también sea que a los populares el terrorismo les ha parecido un filón rentable desde el punto de vista electoral. Es una aspiración legítima que toda fuerza política pretende alcanzar el poder para llevar a la práctica su programa político. Mas el fin no justifica los medios.

 El mal está hecho y el error es mayúsculo. Si Rajoy hubiese estado en la manifestación de Madrid, algo que deseaban hacer fervientemente muchos votantes de su partido, quizá podría esperarse de él las maneras de un auténtico líder conservador moderno, pero parece que esta posibilidad se ha esfumado. Rajoy cometió el día 13 de enero probablemente el error más grave desde que “dirige” el Partido Popular. Se han equivocado los populares de medio a medio y tendrá su reflejo negativo en las próximas elecciones de mayo. Y si Rajoy se empecina en mantener a los Acebes y Zaplana  y no cortar el cordón umbilical con Aznar, lo pagará él también. Tiempo al tiempo. Por lo menos, así yo lo veo.

   

CÁNDIDO MARQUESÁN MILLÁN

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