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LA PERVERSIDAD DE LA POLÍTICA

Cándido Marquesán

Estamos observando cómo, en principio, la cuestión territorial, o lo que es lo mismo, el encaje de Cataluña dentro de  la estructura del Estado español, se está complicando cada vez más con unas posturas cada vez más encabronadas, de manera que una solución posible se ve cada vez más lejana. He dicho en principio con plena conciencia. Porque podría ser que la deriva seguida en los últimos tiempos por el llamado “problema catalán”, aunque también es un “problema español”, fuera producto de un acuerdo soterrado entre los dos grandes partidos contendientes en esta batalla, CIU y PP, encabezados por sus líderes respectivos, Artur Mas y Mariano Rajoy, para salir beneficiados electoralmente en el presente o en el futuro. Esto es claro.

Toda esta “guerra” con las batallas de la consulta del 9-N, el recurso de inconstitucionalidad presentado por el Gobierno de Rajoy y la querella de la Fiscalía General del Estado a miembros del Gobierno de la Generalitat, en Cataluña está beneficiando claramente a Artur Mas y perjudicando a Oriol Junquera de Esquerra Republicana, partido que lleva en su ADN la independencia. Las decisiones políticas del Gobierno de Rajoy están reflotando de nuevo a Artur Mas en la sociedad catalana, que hasta hace poco estaba en caída libre. Ni que decir tiene que mientras tanto los ataques brutales al Estado de bienestar en Cataluña pasan desapercibidos para la ciudadanía, al estar ensimismada con la cuestión identitaria. Lo que tampoco viene mal.

En cuanto al PP, encabezado por Mariano Rajoy, también en caída libre en las  últimas encuestas, tiene que buscar estrategias políticas para ocultar los ataques brutales al Estado de Bienestar y tratar de recuperar parte de su antiguo electorado, que de momento parece que le ha abandonado. Una de ellos es la irrupción de Podemos, que servirá para meter el miedo a la ciudadanía hasta la médula, la cual ante el temor de lo desconocido le seguirá votando  en un porcentaje importante, vista la poca ilusión que transmite el actual PSOE, que anda todavía desorientado.

Esta cuestión podría servir de justificante para la redacción de un amplio artículo. Ya lo haremos en el futuro próximo. Y otra es mantener la tensión con Cataluña, mostrando mano dura, sin tender puente alguno, porque esta estrategia produce una avalancha de votos en el resto del Estado español, vista la catalanofobia existente, sin perder los que tiene ya fijos en Cataluña. En Soria, Valladolid, Sevilla o Zaragoza la querella comentada, así como otras medidas políticas del PP en relación a Cataluña, están muy bien vistas, con su consiguiente reflejo en la intención del voto. Por ello, hasta las próximas elecciones generales la tensión se mantendrá. Pasadas estas, los dos grandes triunfadores Mas y Rajoy en sus lugares respectivos llegarán a un acuerdo, que probablemente ya está pactado. Acuerdo que no es una utopía, ideológicamente están ubicados en el mismo espacio político. Y en cuanto a la cuestión de la independencia se eclipsará con determinadas concesiones de Madrid: pacto fiscal, inversiones en infraestructuras, blindaje de la lengua y cultura catalana, como también en un pacto anticorrupción basado en el borrón y cuenta nueva, que a los dos les interesa.

Alguno al llegar hasta aquí, podrá pensar que todo lo expuesto es producto de un desvarío transitorio. Cada cual es libre de pensar lo que le parezca oportuno, derecho que también yo quiero ejercitar. Es posible que muchos discrepen de lo expuesto, basándose en que Mas nunca podrá renunciar a la consecución de la independencia de Cataluña. Discrepo. CIU y Mas nunca han sido partidarios de la independencia, lo que no quita el que hayan recurrido a ella cuando les ha interesado para alcanzar determinados intereses en Madrid, que una vez satisfechos la han guardado en el cajón hasta la próxima ocasión.  Como señala Luisa Elena Delgado en su libro La nación singular es erróneo el decir que las manifestaciones de las tres últimas Díadas por el derecho a decidir han sido propiciadas exclusivamente por la propaganda del gobierno catalán para ocultar los recortes brutales en el gasto social, sin apercibirse que es un impulso popular, expresado también en las urnas pero sin uniformidad política, el que ha forzado a un partido conservador a acelerar e incorporarse a un proceso que probablemente por el mismo no se hubiera atrevido a llevar adelante. Yo añado, y en el que nunca ha creído, y que tratarán de pararlo. Tiempo al tiempo.

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