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¡VIVA LA TRANSPARENCIA!

Cándido Marquesán Millán

En las sociedades democráticas existe el derecho fundamental a saber, a estar informado sobre lo que está haciendo el gobierno y por qué lo hace. La democracia es el gobierno de lo público en público. En contraposición al autocrático, es un poder sin máscaras, o debería serlo. La democracia moderna nos remite a la Atenas de Pericles, del Agora o de la Ekklesia, o sea, a la reunión de todos los ciudadanos en un lugar público, a la luz del sol, donde hacen propuestas, debaten y deciden alzando las manos o mediante pedazos de loza.

 

James Madison, el forjador de la Primera Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, que garantiza el derecho a la libre expresión, captó muy  bien el tema de la transparencia en un gobierno: “Un pueblo que desea gobernarse a sí mismo necesita armarse con el poder que le proporciona la información. Un gobierno del pueblo sin información para todo el pueblo o sin los medios para obtenerla no es más que el prólogo de una farsa o de una tragedia, o tal vez de ambas cosas”.

Ya en 1984 Bobbio  en su libro  El futuro de la democracia, manifestó también su preocupación por el problema del poder oculto.

Por tanto, democracia supone transparencia, información, visibilidad y publicidad, sin las cuales no es posible su funcionamiento, ya que los ciudadanos no pueden controlar a sus gobernantes. Lo contrario a la transparencia es el flagelo del secreto, que es  propio de las dictaduras, aunque impropio de las democracias. El secreto es corrosivo, es la antítesis de los valores democráticos, ya que se basa en la desconfianza entre los que gobiernan y los gobernados y a la vez agudiza esta desconfianza.

Las consecuencias del secreto son muy graves. Para el senador norteamericano Moyniham el secreto impuesto por el estamento militar exacerbó la Guerra Fría y muchas de sus manifestaciones, como la carrera armamentística. Si no hubiera habido secreto, se habría conocido que Rusia no era el enemigo formidable y el gigante industrial que nos pintaron durante medio siglo.

Harald Schumann, periodista alemán de investigación sobre la eurocrisis, señaló que cuando en 2008 y 2009 el gobierno alemán rescató a sus bancos con casi medio billón de euros, para salvar el expediente en el Bundestag se formó una comisión secreta de nueve diputados de todas las fuerzas políticas. Fue todo tan democrático como el papel de La Asamblea Nacional del Pueblo de Corea del Norte.

Nuestro presidente nos dice: la deuda pública supera los 900.000 millones de euros. Si tenemos que pagarla con nuestros impuestos y recortes de prestaciones sociales, tenemos derecho a conocer su origen. ¡Qué menos! Al respecto parecen pertinentes conocer algunos datos. De Guindos,  a la pregunta: ¿el dinero de qué bancos se está salvando con el rescate de Bankia? Contestó: “no es una información esencial, aunque sabemos que la mayoría son inversores extranjeros”.

Pere Ortega del Centre d`Estudis per a la Pau JMDELÀS, en el artículo Las trampas del presupuesto para el ejercicio 2013, indicó que según  los datos del Ministerio de Defensa eran de  6.913,6 millones de euros, cuando realmente ascienden a 13.708,3. En un reciente programa de debate sobre el presupuesto de Defensa, el ministerio renunció a estar presente, a pesar de haber sido invitado.
Por ello, sea bienvenida una Ley de Transparencia que la presentó y defendió en el Congreso la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría,  aduciendo que estamos ante una ley necesaria e inaplazable, … La primera institución que se incorporará en la norma será la Casa Real…. Esta ley será una de las más avanzadas de nuestro entorno”. 

Para  fijar la posición por el PP, el ínclito, Esteban González Pons dijo, abróchense los cinturones que vamos a despegar: “Señorías, el valor de la transparencia como requisito de la democracia no es nada nuevo. Sin transparencia es imposible que haya democracia, como sin luz es imposible que se pueda ver.. En la democracia el ojo tiene que ser siempre más rápido que la mano. ¡Que se lo pregunten a Bárcenas!

Pero sigamos con otras perlas preciosas: no hay mejor remedio contra la corrupción que anticiparse a ella, que evitarla. Solo se corrompe el agua estancada. Allá donde habitan la sombra, el secreto o el exceso de confianza es sencillo que se produzcan favores, arbitrariedades y desfalcos.  “Manda huevos”.

Como ciudadano español me sentí perplejo  e indignado. ¡Qué cantidad de cinismo, hipocresía y desfachatez! ¿Puede hablar de transparencia un diputado de un partido inmerso en los gravísimos casos de corrupción de Gürthel, Bárcenas, Emarsa, y que está poniendo todo tipo de trabas para su aclaración?

Esto lo pensé en escribirlo poco ha. Todo debe ser arrojado al cubo de la basura. ¿Por qué? Mi querido lector si has tenido la paciencia de llegar  hasta aquí, lo entenderás perfectamente.
Todo esto va cambiar, estoy totalmente convencido. La acción política de nuestros gobiernos va a ser como una urna con cristales transparentes. Podemos estar todos contentos y felices. Se acabó la oscuridad, la penumbra, las zonas sombrías. Esto va a ser diferente, por lo que todos podemos sentirnos contentos y felices, Que no va de coña, que, de verdad, nunca como ahora había sido tan sincero.  Este cambio de opinión se debe a que nuestros gobernantes en todo un ejercicio de responsabilidad van a ser transparentes. Sobre todo, Rajoy, Montoro, Floriano, Cospedal. No sé con  quién quedarme. La opción es complicada. Voy a arriesgarme.

El paradigma de la transparencia es y será el ínclito Floriano. Aterrizando. Va a haber un antes y un después. Motivos no faltan. Nada más hay que leer.  Les ruego a mis queridos conciudadanos que se la lean. Esto es la de Dios: Ley 19/2013, de 9 de diciembre, de transparencia, acceso a la información pública y buen gobierno. De ella extraigo, con permiso de nuestros legisladores, unos párrafos de su Preámbulo, que es una justificación de motivos. Ahí van, esto es la de Dios. Disfruten con ellos.

“La transparencia, el acceso a la información pública y las normas de buen gobierno deben ser los ejes fundamentales de toda acción política. Sólo cuando la acción de los responsables públicos se somete a escrutinio, cuando los ciudadanos pueden conocer cómo se toman las decisiones que les afectan, cómo se manejan los fondos públicos o bajo qué criterios actúan nuestras instituciones podremos hablar del inicio de un proceso en el que los poderes públicos comienzan a responder a una sociedad que es crítica, exigente y que demanda participación de los poderes públicos.

Los países con mayores niveles en materia de transparencia y normas de buen gobierno cuentan con instituciones más fuertes, que favorecen el crecimiento económico y el desarrollo social. En estos países, los ciudadanos pueden juzgar mejor y con más criterio la capacidad de sus responsables públicos y decidir en consecuencia. Permitiendo una mejor fiscalización de la actividad pública se contribuye a la necesaria regeneración democrática, se promueve la eficiencia y eficacia del Estado y se favorece el crecimiento económico.

La presente Ley tiene un triple alcance: incrementa y refuerza la transparencia en la actividad pública –que se articula a través de obligaciones de publicidad activa para todas las Administraciones y entidades públicas–, reconoce y garantiza el acceso a la información –regulado como un derecho de amplio ámbito subjetivo y objetivo– y establece las obligaciones de buen gobierno que deben cumplir los responsables públicos así como las consecuencias jurídicas derivadas de su incumplimiento –lo que se convierte en una exigencia de responsabilidad para todos los que desarrollan actividades de relevancia pública–.

¿Podemos sentirnos eufóricos los españoles? , ¿o no? ¡Viva la transparencia!

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