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¿Quiénes son los antisistema?

                   

Una incontrolable avalancha de movimientos de protesta contra los poderes establecidos se está produciendo por todo el mundo. Llega a todos continentes. En Europa, miles de jóvenes ocupando las plazas Sintagma de Atenas, Rossio  de Lisboa, Puerta del Sol de Madrid y Cataluña de Barcelona, contra la injusticia de las políticas neoliberales. Las rebeliones de la “primavera árabe para la conquista de democracia y mejoras en el nivel de vida, que han derrocado gobiernos en Túnez, Libia, Egipto, Yemen,,, El Occupy Vall Streett  contra la especulación financiera. Los movimientos estudiantiles contra la privatización  de la enseñanza en Chile, o en  Quebec la mayor confrontación social en muchos años en Canadá.  En México, el #YoSoy132  iniciado por los jóvenes universitarios para eliminar el plan de la oligarquía nacional y los capitales internacionales para ganar las elecciones presidenciales y así rematar el petróleo, subir los impuestos y privatizar la educación pública. En Turquía en la plaza Taksim de Estambul y en otras ciudades contra el gobierno autoritario de Erdogan, al que sectores laicos y liberales que le apoyaron no lo soportan.

Y ahora las revueltas en Brasil. Se inició con un aumento del precio del transporte urbano. La brutalidad policial hizo el resto, ya que amplificó la protesta.  Pero hay razones: la corrupción,  la pésima calidad de los servicios públicos. Además de ser una sociedad muy fracturada, lo que ha propiciado una poderosa exclusión social.

Estos movimientos al ser urbanos  tienen mayor visibilidad mediática. Sin embargo hay otros ignorados, como los campesinos peruanos de Cajamarca contra las empresas mineras que amenazan con quitarles el agua, los mayas de Guatemala contra las compañías mineras canadienses, de los brasileños contra la construcción de la presa de Belo Monte, de los africanos  contra el acaparamiento de tierras de sus gobiernos para arrendarlas a empresas extranjeras productoras de agrocombustibles. Estos movimientos tienen un organismo internacional de cooperación, La Vía Campesina, creada en 1993 y que  en Yakarta  acaba de celebrar del 9 al 13 de junio su sexta conferencia con representantes de 183 organizaciones de 88 países. Pero fue una noticia marginal. No existió. Existe un prejuicio contra los campesinos: no deberían existir; su desaparición ha sido anunciada como resultado  de la modernización. Pero ahí están. Más de la mitad de la humanidad son campesinos.

Sorprende que los gobiernos se hayan visto sorprendidos por estos movimientos. E Igualmente que, salvo en Brasil, cuya presidenta ha reaccionado con prontitud asumiendo la justicia de las movilizaciones, los gobiernos han tratado  de minimizarlos, y cuando han crecido en intensidad, criminalizarlos. Paradigma de este proceder es  del gobierno de los populares, ya que  a los participantes en los escraches los han calificado de nazis y a los ocupantes de las plazas de “antisistema”. Es gravísimo que una dirigente de un partido equipare a los manifestantes ante las casas de los políticos con las SA, la SS y la Gestapo, responsables de uno de los crímenes más abyectos en la historia humana. ¿En qué colegio y en qué libros ha estudiado historia esta señora?

Sobre el calificativo de antisistema recurro a unos fragmentos  del artículo “Los antisistema son ellos”, de Pedro Simón: "Antisistema son los que en privado hacen acopio de lo público. Antisistema son los presidentes de gobierno que no admiten preguntas. Los que utilizan las instituciones como fueraborda y no como salvavidas. Los que con una mano juran la Constitución y con la otra le hacen un tacto rectal. Los que llevan los colores de la bandera de España en una pulsera y luego se llevan el dinero a Suiza. Antisistema son ellos. No usted, ni yo".

En España hay políticos que no conocen qué es una democracia. No se puede con el “tenemos la mayoría absoluta”,  descalificar las manifestaciones en la calle.  Tener una mayoría absoluta no permite el arrojar al cubo de la basura un programa electoral. Hacerlo, eso es una perversión de la democracia. Por ello cuando se da esta hecho, una sociedad democráticamente sana está legitimada  para mostrar su protesta y su indignación en la calle. Esta acción es mucho más democrática que incumplir y falsear un programa electoral.  Es otra forma de democracia; la de movilización que está cuestionando, sin querer suprimirla, la democracia representativa. Según Eric Hobsbawm 'las marchas callejeras son votos con los pies que equivalen a los votos que depositamos en las urnas con las manos'. Y es así, porque los que se manifiestan eligen una opción, protestan contra algo y proponen alternativas. La historia enseña que si no se produjeran estas movilizaciones por causas justas no habría democratización, es decir, no habría la presión necesaria para hacer efectivos derechos reconocidos constitucionalmente, ni la fuerza para crear otros nuevos". Con frecuencia, las sociedades se incomodan con los movimientos y aún los consideran peligrosos y nocivos. Cuando triunfan reconocen sus bondades e integran sus conquistas a la institucionalidad vigentes. A veces se necesitan siglos para alcanzar algunos derechos: jornada laboral de 8 horas, descanso dominical, sufragio universal... En definitiva, con movilizaciones se han civilizado y avanzado las sociedades modernas y democráticas. Los momentos más creativos de la democracia rara vez ocurrieron en los parlamentos. Ocurrieron en las calles.

 

Publicado en El Periódico de Aragón, 6 de julio de 2013-07-06

 

 

 

 

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