Blogia
dorondon

¿Hay alternativa para las Izquierdas? Naturalmente

Cándido Marquesán Millán

Existe una opinión bastante generalizada: no hay alternativa posible al neoliberalismo. Nada más lejos de la realidad. Este ha sido su gran triunfo el haber cegado cualquier otra alternativa. Para contrarrestar estas ideas expongo algunos fragmentos de algunas de mis lecturas que me parecen muy aleccionadores y pueden servirnos para reflexionar. Una primera parte explica las causas que nos han conducido a esta situación, con este objetivo recurro a los pensamientos de tres grandes pensadores: José Saramago, Susan George y Boaventura de Sousa Santos. Por último, recurro de nuevo a De Sousa Santos que nos transmite con una claridad meridiana una posible alternativa, basada en la justicia y la solidaridad, para las izquierdas en torno a unas ideas básicas.

 

Alternativa cada vez más necesaria, por lo que apela a la generosidad de las diferentes izquierdas, a que se olviden de las viejas rencillas, que tanto han beneficiado y siguen beneficiando a las derechas. No sé qué más puede ocurrir  o qué más pueden hacernos para que de una puñetera vez, todas las izquierdas políticas, sindicales y sociales se unan en un frente común. ¿Esperamos a que nos pongan los grilletes?

Las unas acusan a las otras de estar contaminadas por haber sido ellas mismas partícipes de la situación actual, lo cual no deja de ser cierto. Las otras, no quieren saber nada de las unas porque las consideran irrelevantes y con poco futuro político, lo que puede ser un grave error. Vamos a dejar estas rencillas, vamos a unirnos. ¿Todavía no nos hemos dado cuenta que le estamos haciendo el juego a la derecha? Si las izquierdas se presentan por separado, las unas sacarán 30 diputados, las otras 80 o 90. Saquen cuenta. Mientras que si se presentan juntas es bastante probable que se alcance una mayoría absoluta. Por favor, líderes, pensad un poco y asumid vuestra responsabilidad. Os lo exige la sociedad. Hechas estas reflexiones deslavazadas, prosigo con mi relato.

Hay hombres que pasan por la vida dejando una huella imperecedera, marcada por la honestidad, la ética y la coherencia vital. Es el gran Saramago, del cual voy a exponer alguna de sus ideas, que nos sirven para entender el fracaso actual de la izquierda.

En su Cuaderno del Blog de la Fundación José Saramago, escribió unas breves líneas bajo el título de Paradoja. Son contundentes, y que para todos aquellos que sean, además de llamarse, de izquierdas, deberían servir de profunda reflexión. Son tan claras, que cualquiera puede entenderlas. Ahí van: Otras veces me he preguntado dónde está la izquierda, y hoy tengo la respuesta: por ahí, humillada, contando los míseros votos recogidos y buscando explicaciones al hecho de ser tan pocos. Lo que llegó a ser, en el pasado, una de las mayores esperanzas de la humanidad…, asemejándose más y más a los adversarios y a los enemigos, como si esa fuese la única manera de hacerse aceptar….

Al deslizarse progresivamente hacia el centro, movimiento proclamado por sus promotores como demostración de una genialidad táctica y de una modernidad imparable, la izquierda parece no haber comprendido que se estaba aproximando a la derecha. Si, pese a todo, fuera todavía capaz de aprender una lección, ésta que acaba de recibir viendo a la derecha pasarle por delante en toda Europa, tendrá que interrogarse acerca de las causas profundas del distanciamiento indiferente de sus fuentes naturales de influencia, los pobres, los necesitados, y también los soñadores, que siguen confiando en lo que resta de sus propuestas. No es posible votar a la izquierda si la izquierda ha dejado de existir…

Acabo de leer  el extraordinario libro de Susan George El Informe Lugano II. Esta vez vamos a liquidar la democracia. Está basado en que unos Solicitantes anónimos de la elite capitalista, piden a unos expertos reunidos en Lugano que elaboren un Informe que debe permanecer en total secreto, - el primero se publicó en el 2000-, para seguir liderando el mundo  y así el capitalismo en su versión neoliberal persista y se consolide. Los Solicitantes, los expertos son personajes imaginarios; más esta estrategia le sirve a la autora para reflexionar sobre la actualidad con total libertad.

Una de sus partes es La guerra del paradigma. Un paradigma, es un modelo político, social, económico, y cultural que domina e impregna el espacio intelectual y cultural de una sociedad en una época dada. Un cambio de paradigma implica lucha, resistencia y dolor. Hoy luchan por la supremacía dos paradigmas: el de la Ilustración  y el elitista neoliberal.

Como muy bien exponen los expertos, el ilustrado, iniciado hace 200 años, a través de sus valores promete más libertad individual y la emancipación de la humanidad de la tiranía; lucha contra el esclavismo, el racismo, el colonialismo; promociona el Estado del bienestar, el sufragio universal, el aumento de salarios, la mejora de las condiciones laborales o la instauración de servicios públicos. A nivel social, busca el mayor bienestar material y psicológico para todos; la igualdad entre sexos, etnias y se preocupa por los más débiles,  los jóvenes, los ancianos, los enfermos o los minusválidos.

A nivel político defiende el régimen constitucional, el Estado de derecho, elecciones libres y justas, separación de poderes y un Estado aconfesional; promueve derechos individuales: libertad de religión, expresión y prensa. A nivel cultural e intelectual favorece las artes, respeta las ciencias, fomenta el libre examen, la racionalidad y el debate; insiste en que todos los ciudadanos reciban una educación común hasta un nivel para autogobernarse y, a partir de ahí, hasta el límite de sus capacidades.

.En contraposición, siguen los expertos, el neoliberal reposa sobre unos principios diferentes y difíciles de defender en público. Si lo confrontamos con los valores ilustrados, lo tiene muy difícil ya que no puede dar satisfacción a los objetivos moralmente elevados y socialmente avanzados del ilustrado, ya que el bien común no le preocupa. Liberté, egalité, fraternité y otros eslóganes no son el fuerte del modelo neoliberal. Por ello, para promoverlo solo puede hacerse con técnicas como la aserción, la repetición, el aplomo y con el disimulo. Dado que los valores ilustrados les resultan atractivos a la mayoría y que su ausencia es el punto débil del neoliberal, hay que definir, difundir y defender otros valores. Esto es crucial. Hay que imponer la convicción en lugar de intentar aportar pruebas que no tenemos.

Entre los principios que debemos repetir y reafirmar incansablemente son como mínimo: los mercados son sabios, por lo que siempre es preferible  a la intervención del Estado; la empresa privada supera al sector público en eficacia, calidad, disponibilidad y precios; el libre cambio sirve al conjunto de la sociedad mejor que el proteccionismo; el capital es la sangre del organismo y debe circular libremente; no hay sociedad libre sin un mercado libre, de ahí que el capitalismo es el hábitat natural de la democracia; es normal que actividades como la sanidad y la educación sean lucrativas y que los consumidores decidan quiénes son sus proveedores; las personas deben considerarse en primer lugar, consumidores, en lugar de ciudadanos con derechos, de ahí que se preocupen por sus necesidades individuales;

la primera obligación de cada persona es hacia sí misma y su familia; debe obedecer las leyes y ser patriota para apoyar las políticas del país, sobre todo las militares y las de seguridad; no tiene ninguna responsabilidad particular hacia nadie (pobres, parados, disminuidos psíquicos) ni tampoco hacia los burócratas del Estado; la reducción de impuestos a los ricos, potencia la inversión, el empleo y la prosperidad; la desigualdad es insoluble, al ser intrínseca a la sociedad, además de genética y racial; la cultura occidental es superior; si las personas están insatisfechas es culpa suya, ya que el trabajo y la perseverancia siempre se ven recompensados: quienes tienen una fortuna se la han ganado y pueden disponer de ella como quieran; la ciencia es cuestionable; a cambio de su libertad, la gente debe ocuparse de sí misma y no esperar ni caridad ni regalos del Estado; este modelo no es cruel y las críticas son infundadas; a los indigentes, sin haber cometido falta alguna, el Estado minimalista no les dejará morir de hambre o frío.

Hay que defender el paradigma neoliberal, aunque ya incluso muchos millones piensan que les beneficia, al estar ya alienados. La alienación es útil, y está es la razón por la que hay que permitir a la gente votar si lo desea. Será una democracia formal. Tampoco nos debería preocupar el voto, porque podemos confiar en que muchos electores votarán contra sus propios intereses, gracias al uso de la pedagogía y la retórica. Hay que cuidar el vocabulario y la manera  de enfocar los problemas. En lugar de sindicalistas es mejor “los matones de los sindicatos”. Estos epítetos arraigan en las mentes y por ello hay que ser los primeros en usarlos. Hay que eliminar el espíritu crítico, de ahí mucho mejor los estudios científicos que los humanísticos, que además estos preparan mal para el empleo. En definitiva, para hacer avanzar nuestro paradigma hay que provocar reflejos, no la reflexión. Hay que construir creencias. De momento la cuestión va muy bien para nuestros intereses, aunque debemos estar precavidos.

Desde otro punto de vista, también para entender la situación actual, es muy interesante un texto “Segunda Carta a las izquierdas” de  Boaventura de Sousa Santos, en el que se explica cuáles  son los objetivos y los procedimientos usados del modelo o paradigma neoliberal para su implantación, en detrimento del ilustrado. Habla de una trama muy bien urdida para incapacitar a los Estados europeos en el desempeño de la protección de la ciudadanía frente a los peligros colectivos, y de promoción del bienestar. Esta trama se ha hecho a nivel mundial, aunque en Europa ha sido “a la europea”.

Aquí, en el continente europeo, está en curso un proceso de desorganizar el Estado democrático. Este Estado tiene tres funciones: la función de confianza, por la cual el Estado protege a los ciudadanos contra riesgos colectivos; la de legitimidad, por la cual el Estado garantiza la promoción del bienestar, y la de acumulación, con la que el Estado garantiza la reproducción del capital a cambio de recursos (tributación, control de sectores estratégicos) para desempeñar las otras dos funciones.

Los neoliberales muy hábiles pretenden desorganizar el Estado democrático implantando en la sociedad, la “supuesta” necesidad de varias transiciones.
Primera transición: de la responsabilidad colectiva a la individual. Para el neoliberalismo, las expectativas de la vida de los ciudadanos derivan de lo que ellos hacen por sí mismos y no de lo que la sociedad puede hacer por ellos. En la vida tiene éxito quien toma buenas decisiones o tiene suerte, y fracasa quien toma malas decisiones o tiene poca suerte.
 

Segunda transición: de la acción del Estado basada en la tributación a la acción del Estado basada en el crédito. La lógica distributiva de la tributación le permite al Estado expandirse a costa de las ganancias más altas, lo que  es injusto, mientras que la lógica distributiva del crédito obliga al Estado a restringirse y a pagar todo a sus acreedores. Esta transición garantiza la asfixia financiera del Estado, medida eficaz contra las políticas sociales.

Tercera transición: del reconocimiento de la existencia de bienes públicos (educación, salud) e intereses estratégicos (agua, telecomunicaciones, correos) que deben ser cuidados por el Estado a la idea de que cada intervención del Estado en un área potencialmente rentable es una limitación ilegítima de las oportunidades para el lucro privado.
Cuarta transición: del principio de la primacía del Estado al principio de la primacía de la sociedad civil y del mercado. El Estado es siempre ineficiente y autoritario
Quinta transición: de los derechos sociales a la filantropía y a las ayudas en situaciones extremas de pobreza o incapacidad. El Estado social exageró la solidaridad entre ciudadanos y transformó la desigualdad social en un mal cuando, de hecho, es un bien.

Ustedes mismos podrán comprobar en qué fase estamos de esas enumeradas transiciones.

Ante este panorama aterrador que está en su pleno apogeo, Boaventura de Sousa Santos recomienda que las izquierdas, que se han matado entre sí a lo largo del siglo XX, se unan en torno a unas ideas básicas que las expone en la Primera Carta a las Izquierdas.
La izquierda es un conjunto de posiciones políticas que comparten el ideal de que los seres humanos tienen todos el mismo valor, y que son el valor más alto. Ese ideal es puesto en cuestión siempre que hay  dominación de un ser sobre otro, tal como ocurre en el capitalismo.  Además, las izquierdas podrán ponerse de acuerdo en torno a una serie de ideas básicas:

1ª) La comprensión del mundo es mucho más amplia que la comprensión occidental del mundo; no hay internacionalismo sin interculturalismo.
2ª)  El capitalismo concibe a la democracia como un instrumento de acumulación; si es preciso, la reduce a la irrelevancia y, si encuentra otro instrumento más eficiente, prescinde de ella (el caso de China). La defensa de la democracia de alta intensidad debe ser la gran bandera de las izquierdas.
3ª) El capitalismo es amoral y no entiende el concepto de dignidad humana; defender esta dignidad es una lucha contra el capitalismo y nunca con el capitalismo.
4ª La experiencia del mundo muestra que hay inmensas realidades no capitalistas, guiadas por la reciprocidad y el cooperativismo, a la espera de ser valoradas.
5ª) El siglo pasado reveló que la relación de los humanos con la naturaleza es una relación de dominación contra la cual hay que luchar; el crecimiento económico no es infinito. No debe olvidar que nuestro Planeta Tierra tiene unos límites,
6ª)  La propiedad privada sólo es un bien social si es una entre varias formas de propiedad y si todas están protegidas; hay bienes comunes de la humanidad (como el agua y el aire).
7ª)  El siglo corto de las izquierdas fue suficiente para crear un espíritu igualitario entre los seres humanos; éste es un patrimonio de las izquierdas que ellas han estado dilapidando.
8ª) El capitalismo precisa otras formas de dominación para florecer, del racismo al sexismo y la guerra, y todas deben ser combatidas.
9ª)  El Estado es un animal extraño, mitad ángel y mitad monstruo, pero, sin él, muchos otros monstruos andarían sueltos, insaciables, a la caza de ángeles indefensos. Mejor Estado, siempre; menos Estado, nunca.

Con estas ideas, las izquierdas seguirán siendo varias, aunque ya no es probable que se maten unas a otras y es posible que se unan para detener la barbarie que se aproxima.
Es toda una lección de un gran maestro portugués, uno de los pensadores más importantes, tristemente todavía no muy conocido en España.

0 comentarios