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LA BATALLA DE MADRID

                                             

 

Nunca habían alcanzado tal magnitud las movilizaciones de los profesionales y de la  sociedad civil, en defensa de la sanidad pública en la Comunidad de Madrid, contra el proyecto del PP de externalizar (privatizar)  la gestión sanitaria de seis hospitales, y de una parte de los centros de salud; y la implantación del euro por receta. La batalla que se está dilucidando aquí es fundamental, de su desenlace depende el futuro en el resto del Estado. Los sanitarios madrileños han estado varias semanas de huelga. Se han  producido dimisiones de las juntas técnico asistenciales y de de las comisiones de los hospitales públicos. Ha habido encierros, manifestaciones, concentraciones, vigilias, etc. Todas las fuerzas políticas de la oposición han estado en contra. A pesar de este impresionante movimiento de protesta, al gobierno del popular, Ignacio González,  le ha dado igual y ha tirado para adelante con su proyecto. Hay muchos intereses económicos detrás.  La Asamblea de Madrid el 27 de diciembre aprobó la Ley de Medidas Fiscales y Administrativas de la Comunidad de Madrid para 2013, que avanza en la externalización sanitaria. El mantenimiento del conflicto es complicado por los descuentos, que no todos pueden asumir, así como por la presión de la sociedad, al verse privada de la asistencia sanitaria. La capacidad de aguante del gobierno de González es mucho mayor, desde un despacho es cómodo aguardar el agotamiento de las protestas. El tiempo juega a su favor. Además ha echado leña al fuego al declarar que se debía regular el derecho de huelga, porque se está perjudicando a los madrileños que pagan con sus impuestos el servicio sanitario. Ha acusado a los médicos de hacer un mal uso  y abusivo del derecho de huelga.  No entiendo qué significa eso de hacer mal uso y abusivo de un derecho constitucional. Mas como lo tienen tan claro los populares no rectifican. Cuando tienen el poder van a saco. La izquierda cuando lo tiene es modosita. No se les puede acusar de incoherentes.  Como nunca han creído en “lo público”, su objetivo es erosionarlo, masacrando a los empleados públicos con la finalidad de desanimarlos-lo están consiguiendo-, con la falsa justificación de su alto costo, y así transferir al sector privado, con el argumento de su mayor eficacia, servicios públicos como educación, sanidad o asistencia social, que pueden reportar pingües beneficios a empresas vinculadas con las cúpulas dirigentes del PP.

 Su falta de respeto con los empleados públicos no tiene nada que ver con la herencia recibida. En relación al menor costo de la privatización, numerosos estudios demuestran que cuando se privatiza la prestación de un servicio público hay que pagar, además del coste del mismo, el beneficio del que lo presta. Esto encarecerá su coste, a no ser que la empresa privada tome medidas para rebajarlo, como pagar menos a los trabajadores, reducir personal, o que sea menos cualificado, limitarse a aceptar usuarios que no sean caros o proporcionar solo prestaciones baratas. Esto es tan claro como el agua cristalina. En cuanto a la mayor eficacia del sector privado, según Joan Benach, profesor en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, de  acuerdo con la  investigación científica y la propia OMS, la sanidad pública es más equitativa (sobre todo cuando tiene financiación suficiente finalista), eficiente (sobre todo si se impulsa la atención primaria) y tiene más calidad que la privada (con las excepciones del confort y el tiempo de espera). Otra cosa es cuando se recortan recursos humanos y materiales con el objetivo planificado de dañarla por parte de aquellos dirigentes que deberían defenderla. No deberíamos olvidar que los sistemas sanitarios público y privado funcionan como “vasos comunicantes”: para que el privado tenga posibilidades de lucro primero hay que desprestigiar, debilitar o “destrozar” al público. Objetivo que lo están consiguiendo en Madrid, ya que cuantos más días dure el conflicto sanitario, más gente recurrirá a la sanidad privada. Argumento extrapolable al ámbito educativo. Que no nos vendan la milonga de que la privatización es para proporcionar un mejor servicio a la ciudadanía.

Este enfermizo afán por privatizar lo público es tan intenso, que de no surgir una presión fuerte de la sociedad civil- tengo mis dudas de que sea consciente de lo que está en juego- en conjunción con los empleados públicos, liderada por toda la izquierda política y sindical, en el futuro veremos la privatización del Palacio de la Aljafería, del Parque Nacional de Ordesa, del Instituto “Goya” o del Palacio de Capitanía General. Tiempo al tiempo. No me sorprenden estas políticas del PP,  hacen lo que llevan en su ADN. Lo que si me sorprende es que a muchos de sus votantes, entre ellos muchos empleados públicos, les han cogido de sorpresa estas políticas. De no evitarlo, se va a pasar en menos de 100 años a que el pronóstico de la izquierda revolucionaria de desaparición del Estado lo haga la derecha ultraliberal. Acabo con un aviso a navegantes, extraído del extraordinario libro Algo va mal de Tony Judt: Edmund Burke en sus Reflexiones sobre la Revolución Francesa ya nos advirtió "Toda sociedad que destruye el tejido de su Estado no tarda en desintegrarse en el polvo y las cenizas de la individualidad. Al eviscerar los servicios públicos y reducirlos a una red de proveedores subcontratados hemos empezado a desmantelar el tejido del Estado. En cuanto al polvo y las cenizas de la individualidad, a lo que más se parece es a la guerra de todos contra todos de la que hablaba Hobbes.

 

Cándido Marquesán Millán

 

 

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