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LA UNIÓN EUROPEA Y ESPAÑA EXPORTADORAS DE LA MUERTE

Cuanto más observas y reflexionas sobre los acontecimientos actuales, tanto más te apercibes que este mundo es una auténtica pantomima. Para justificar esta afirmación no faltan ejemplos. Veamos alguno de ellos. Tal como señalé en un artículo titulado La real politik occidental,  en febrero de 2011, por las mismas fechas que se produjo la caída del dictador, Hosni Mubarak en Egipto, una representación diplomática española encabezada por José Bono, presidente del Congreso de los Diputados, con parlamentarios del PSOE, PP y CIU y los consiguientes empresarios visitaron y agasajaron a otro dictador africano de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang, este último especialmente sanguinario. España a través de la entonces ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, calificó de "histórico" que el pueblo egipcio hubiera tomado "las riendas de su propio destino" tras la marcha de Hosni Mubarak, ya que "facilitaría una transición más rápida hacia la democracia"; y a la vez declaró que la visita a Guinea Ecuatorial era "un viaje bueno para los intereses de España". Parecen difíciles de compatibilizar ambas afirmaciones. Bono le dijo a Obiang "Es muchísimo más lo que nos une que lo que nos separa". Es cierto, el idioma, pero también el petróleo y los intereses comerciales. España es, tras Estados Unidos y China, el tercer socio comercial del país africano. En 2009 España vendió a Guinea un montante de 194 millones de euros en maquinaria, automóviles, bebidas, armas, y material eléctrico. Ese mismo año, España importó productos de Guinea por valor de 458 millones de euros, básicamente petróleo y derivados. Hoy están allí empresas españolas: Unión Fenosa (con una participación del 5% en el consorcio de explotación de gas natural 3G Guinea Gas Gathering), Repsol (se adjudicó en 2009 los derechos mineros sobre un bloque de exploración), y Enbasa (dedicada al envasado de agua, vino y refrescos y que posee la principal planta industrial agroalimentaria del país).  Este tema es lamentable. Pero hay más.

Como sabemos recientemente se concedió el Premio Nobel de la Paz a la Unión Europea. por «más de seis décadas contribuyendo al avance de la paz y la reconciliación, la democracia y los derechos humanos en Europa.» Nuestro presidente del Gobierno ha asistido en Oslo a la entrega del premio. No se lo iba a perder. Como muy bien dice Ángel Ferrero en un extraordinario artículo, El lado oscuro de las exportaciones alemanas, debemos  fijarnos en las dos últimas palabras: «en Europa.»  En pocas ocasiones como esta, es más importante el significado de una preposición “en”. Los estados del viejo continente pueden vender  armas a todos los países y pueblos allende nuestras fronteras para que se masacren entre sí mientras además de robarles sus recursos y dejarlos en la miseria; o, en otras palabras, la UE puede contribuir «al avance de la paz y la reconciliación, la democracia y los derechos humanos en Europa» y hacer todo lo contrario fuera de Europa. Esto también habría que matizarlo, ya que las políticas impuestas por las instituciones de la UE no contribuyen en nada a la defensa de la democracia y de los derechos humanos en la misma Europa. Sobre esta cuestión hablaremos más adelante.  Según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI), siete de los veinte países que lideran la clasificación de exportación mundial de armas en el período de 2007-2011 pertenecen a la Unión Europea; por orden descendiente: Alemania, Francia, Reino Unido, España, Holanda, Italia, Suecia y Bélgica. Si la Unión Europea fuera un bloque geopolítico, sería el primer exportador de armas del mundo con más de un 30% del total, seguido por los EE.UU. (30%) y Rusia (24%). Alemania, Francia y el Reino Unido ocupan el tercer, cuarto y quinto puesto respectivamente. Debemos recordar que, tal como nos dice José Ramón Villanueva, en otro extraordinario artículo España y el negocio internacional de las armas, según el Reglamento nº 1334/2000 de la Unión Europea (UE), se establecen unas normas de conducta obligatorias para todos los estados miembros como que no se deben vender armas a países sancionados, políticamente inestables, en conflicto armado, que vulneren los derechos humanos, que no condenen el terrorismo o que tengan un nivel de bienestar precario. Normativa que la UE la incumple de una manera sistemática, al ver los países a los que exporta con pingües beneficios las armas. La vergüenza y la locura no acaban aquí. Ya que según Laura Lucchini en su artículo  de septiembre de 2010, ¿Rescatar a Grecia para seguir vendiéndole armas?,  se está produciendo un negocio que dura ya varios años, la venta de armas de Alemania a Grecia. Mientras el Gobierno de Ángela Merkel aprobaba ayudas de 22.400 millones para contribuir al rescate de Grecia, los fiscales de Munich comenzaban a investigar a intermediarios alemanes que habrían pagado millones de euros a políticos griegos para asegurarse la venta de submarinos. Francia también participa en este negocio de venta de armas a Grecia. Y luego se le exige al país heleno grandes sacrificios de austeridad. Esto es de locura.

 Ha habido como no podía ser de otra manera quejas por la concesión de este premio a la UE. Da la sensación que aquí ha ocurrido como le ocurrió a Juan Palomo yo me lo guiso y yo me lo como.  Como muy bien ha dicho la Federación Catalana de ONGs por la Paz de Cataluña, existen otras instituciones que contribuyen mucho más a la paz que la UE, ya que esta ha invertido muchos millones de dólares en armas, siendo la que más ha gastado en contribuciones militares después de los Estados Unidos. Además, resulta discutible el éxito operativo y de ayuda a la estabilidad de la paz y la seguridad mundial, teniendo en cuenta que se pretenden resolver conflictos a través de la fuerza militar. La UE ha llevado a cabo operaciones militares en diferentes continentes en respuesta a situaciones de crisis, como por ejemplo, la lucha denominada operación Atalanta en aguas del océano Índico, para proporcionar seguridad a empresas privadas pesqueras frente a las costas de Somalia. A pesar de que la UE no tiene un ejército permanente como tal, utiliza las fuerzas armadas de los países miembros en el marco de su Política Europea de Seguridad y Defensa para priorizar intereses geoestratégicos de ciertos países y/o lobbies de poder.

Por otro lado,  la Paz no es solo ausencia de guerra, también exige unas políticas de justicia social, con la finalidad de corregir las desigualdades económicas y sociales, que sufren amplios sectores de la población de numerosos países miembros de la UE, con suicidios incluidos propiciados por la desesperación de verse privados de su vivienda, como consecuencia de estas políticas de austeridad fiscal impuestas por las instituciones de la UE, mientras salvaguardan los intereses de los grandes grupos empresariales y financieros. Obviamente esta no es política que contribuya el fomento de la paz.

Ahora quiero detenerme con más detalle en el caso español. De entrada, como hemos visto en anteriores párrafos, España entre los años 2007-2011  ocupó el séptimo lugar en el ranking mundial de exportaciones armamentísticas (el 3 % del comercio internacional de armas es español) y que las ventas por este concepto, según datos de 2011, supusieron 2.400 millones de euros. Conviene recordarlo.  Nuestros compradores son países con serios conflictos armados como Colombia o Israel, o con situaciones de tensión o inestabilidad interna (Filipinas, Indonesia, Sri Lanka), naciones donde no se respetan los derechos humanos (Kenia, Singapur o Thailandia) o países históricamente enfrentados, como ocurre con India y Pakistán. Dicho en roman paladino que con armas españolas se están matando habitantes de países del Tercer Mundo. El diario estadounidense The New York Times informó en abril de 2011 de que el ejército libio estaba utilizando bombas de racimo de fabricación española contra zonas civiles en la ciudad de Misrata. La información la obtuvo a partir de los testimonios de testigos y supervivientes, y a través del hallazgo de restos de sub-municiones sin detonar, y fue confirmada por los equipos de Human Rights Watch que analizaron la situación en territorio libio.

De acuerdo con las evidencias que se encontraron, las bombas de racimo que el ejército de Gadafi empleó en varios bombardeos y combates correspondían a la munición MAT-120, fabricada en España por la empresa aragonesa Instalaza, cuya sede en la calle Monreal de Zaragoza, de la que fue gestor el actual ministro de Defensa, Pedro Morenés. La MAT-120 consta de 21 sub-municiones y se utiliza para dañar a personas y destruir blindados ligeros. Los registros de las municiones encontradas muestran que se fabricaron en 2007 y habrían sido exportadas durante 2007 y 2008, antes de la entrada en vigor del Tratado de Oslo. Como señala José Ramón Villanueva  “Debemos tener en cuenta también que la venta de armas a otro Estado requiere autorización del Gobierno y se  regula por la Ley 53/2007, de 28 de diciembre, sobre el control del comercio exterior de material de defensa y de doble uso. Aunque en el Preámbulo de dicha Ley se contempla por primera vez el compromiso del Gobierno de “presentar al Parlamento una información completa y detallada” sobre este tipo de exportaciones, y que el artículo 16 alude al control parlamentario que se debe ejercer sobre las mismas, en la práctica existe una gran opacidad  dado que este tipo de exportaciones se considera “información clasificada” conforme a la Ley de Secretos Oficiales. Por ello, las actas de las reuniones donde se decide conceder (o no) a una empresa española la autorización para exportar armas son secretas, no se recoge información sobre los tipos concretos de armas a vender ni la finalidad de las mismas. Este secretismo, además de quedar “justificado” mediante la aplicación de la referida Ley, responde al deseo expreso de los compradores que no quieren que sus potenciales adversarios conozcan este tipo de datos”.  

Tras todo lo expuesto, me siento profundamente avergonzado como español y europeo. Como también lo estuvo el extraordinario periodista y fotógrafo Gervasio Sánchez, en su discurso pronunciado durante la entrega de los premios Ortega y Gasset el 7 de mayo de 2008. Es breve, de apenas cuatro minutos, pero de una contundencia impresionante, lleno de principios éticos que ennoblece la profesión del periodismo, y sobre todo valiente al denunciar la hipocresía de muchos gobiernos, ya que fue emitido ante la Vicepresidenta del Gobierno Mª Teresa Fernández de la Vega, varias ministras y ministros, exministros del Partido Popular, la Presidenta de la Comunidad de Madrid, el Alcalde de Madrid, el Presidente del Senado y centenares de personas. No me resisto a reflejar un breve extracto de sus palabras:

“Señoras y señores, aunque sólo tengo un hijo natural, Diego Sánchez, puedo decir que como Martín Luther King, el gran soñador afroamericano asesinado hace 40 años, también tengo otros cuatro hijos víctimas de las minas antipersonas: la mozambiqueña Sofía Elface Fumo, el camboyano Sokheurm Man, el bosnio Adis Smajic y la pequeña colombiana Mónica Paola Ojeda, que se quedó ciega tras ser víctima de una explosión a los ocho años. Sí, son mis cuatro hijos adoptivos a los que he visto al borde de la muerte, he visto llorar, gritar de dolor, crecer, enamorarse, tener hijos, llegar a la universidad. Les aseguro que no hay nada más bello en el mundo que ver a una víctima de la guerra perseguir la felicidad.

Es verdad que la guerra funde nuestras mentes y nos roba los sueños, como se dice en la película Cuentos de la luna pálida de Kenji Mizoguchi.

Es verdad que las armas que circulan por los campos de batalla suelen fabricarse en países desarrollados como el nuestro, que fue un gran exportador de minas en el pasado y que hoy dedica muy poco esfuerzo a la ayuda a las víctimas de la minas y al desminado.

Es verdad que todos los gobiernos españoles desde el inicio de la transición encabezados por los presidentes Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero permitieron y permiten las ventas de armas españolas a países con conflictos internos o guerras abiertas.

Es verdad que en la anterior legislatura se ha duplicado la venta de armas españolas, al mismo tiempo que el presidente incidía en su mensaje contra la guerra, y que hoy fabriquemos cuatro tipos distintos de bombas de racimo, cuyo comportamiento en el terreno es similar al de las minas antipersonas.

Es verdad que me siento escandalizado cada vez que me topo con armas españolas en los olvidados campos de batalla del tercer mundo y que me avergüenzo de mis representantes políticos.

Pero como Martín Luther King me quiero negar a creer que el banco de la justicia está en quiebra, y como él, yo también tengo un sueño: que, por fin, un presidente de un gobierno español tenga las agallas suficientes para poner fin al silencioso mercadeo de armas que convierte a nuestro país, nos guste o no, en un exportador de la muerte”.

Muchas gracias.

 

Cándido Marquesán Millán

 

 

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