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La socialdemocracia extraviada

                                   

El PSOE  está atravesando una profunda crisis. En Galicia  el PSG ha perdido 231.707 votos (un 53,95%) y en Euskadi el PSE 106.173 votos (33,37%). Los vaticinios en las próximas elecciones catalanas no son nada buenos. Más de 4 millones de españoles dejaron de votarles el 20-N. Su lejanía de los movimientos sociales va en aumento.  El fantasma de la pasokización, por el importante abandono de su antiguo electorado y la irrupción  de opciones tipo “Szyra”, como en la AGE gallega, es más que posible. Estos datos deberían provocar una pronta y contundente  reacción, y profunda reflexión a sus dirigentes. Vano intento, salvo alguna excepción. Esperan  que amaine el temporal, y que el  lógico desgaste de los populares, les entregue de nuevo el poder del que han disfrutado y al que se han acostumbrado durante 21 años desde la instauración de la “democracia”.

En España ha habido alternancia política en el gobierno y la seguirá habiendo, mas debería ir asociada a una alternativa política, diferente a la de los populares. De momento no se otea en el horizonte. Por ello, se ha extendido ampliamente la opinión entre la ciudadanía que votar a los socialistas no es muy diferente que hacerlo a los populares, ya que en lo sustancial representan lo mismo. Convicción no exenta de lógica. El triunfo implacable del neoliberalismo ha supuesto  la implantación del pensamiento único, al que la socialdemocracia (SD) europea, incluida la española, se ha doblegado renunciando y traicionando a sus principios y a sus valores más genuinos.

Según Paolo Flores D´Arcais, la SD  surgió como una alternativa al socialismo revolucionario (comunismo) preconizando la defensa de la igualdad contra todo tipo de privilegios. Mas este propósito se ha visto reducido drásticamente. Hoy los políticos de derechas y de izquierdas forman parte del establishment, del sistema de privilegios, contra los que debería luchar la SD, en nombre de la igualdad.

Sorprende que la SD esté sufriendo esta crisis profunda, cuando son más propicias las condiciones para criticar  la situación actual y para presentar reformas radicales, visto el sufrimiento de la gran mayoría generado por los privilegios de una minoría. Se argumenta que el miedo empuja a las masas a la derecha. Es cierto, pero es así porque la SD no ha sabido dar respuestas en términos de justicia social, a la necesidad de seguridad y de "futuro" de esos millones de ciudadanos. El miedo ante el futuro se plasma fácilmente en los "otros", como el inmigrante, que nos "roba" el trabajo. Pero si el inmigrante puede "robarnos" el trabajo es porque acepta salarios más bajos. ¿Qué políticas ha implantado la SD para castigar a los empresarios, que emplean a inmigrantes con salarios más bajos  e incumpliendo las leyes laborales?  En cuanto a la deslocalización de las empresas, uno de los aspectos de la globalización, el empresario europeo, llevando su producción al tercer mundo, se beneficia explotando mano de obra con salarios ínfimos, sin tutela sindical, además de la contaminación ambiental.  La SD no solo ha claudicado ante la mundialización, es que  incluso la ha exaltado,  y así se han creado las condiciones para un "ejército salarial de reserva" potencialmente infinito, que reduce cada vez más los salarios, retornando a  condiciones sociolaborales del siglo XIX. Y eso que la SD está organizada en una "Internacional", que en su XIV Congreso recientemente  celebrado en Ciudad del Cabo, ha reafirmado que su gran objetivo es corregir la profunda desigualdad e injusticia que define actualmente a la economía global. Y  también durante mucho tiempo ha tenido en las instituciones europeas un peso preponderante. Por tanto, podría haber hecho una política diferente.  La SD ha aceptado las más "tóxicos" y “vergonzosos” productos financieros, y permitido los "paraísos fiscales" o el secreto bancario. ¿Y en España qué decir de la reforma del artículo 135 de nuestra Carta Magna  para privilegiar el pago de la deuda a costa del gasto social? ¿Y los cientos de miles de desahuciados? ¿Y las preferentes? ¿Y las SICAVs? La SD no puede renunciar a embridar a través de las reformas  la voracidad del mercado, y  así propiciar la redistribución del superávit tendente hacia la igualdad. Al traicionar su única razón de ser, la SD ha estado en crisis incluso cuando ha ganado elecciones y ha gobernado. ¿Se han reducido las desigualdades sociales con Blair, con Schroeder y con Zapatero? El haber olvidado la brújula del valor de la "igualdad", sin el que la izquierda pierde todo su sentido, le está pasando ahora factura. Mas la actuación de la SD no ha sido siempre así. Véanse los logros de la SD española en estos últimos 30 años: sanidad universal, pensiones no contributivas, escolarización gratuita hasta los 16 años, la ley de dependencia.

 Según Tony Judt, lo que la SD debería intentar es corregir los destrozos que en los últimos tiempos ellos y otros han causado y lo siguen haciendo, y que nos tendrían que indignar más de lo que estamos.  Debería preocuparnos, aunque solo fuera por prudencia, sin olvidar la ética: ¿por qué nos hemos apresurado tanto a derribar los diques que laboriosamente levantaron nuestros predecesores? ¿Tan seguros estábamos de que no se avecinaban inundaciones? Abandonar los esfuerzos de un siglo es traicionar tanto a las generaciones anteriores como a las posteriores. La socialdemocracia no representa un futuro ideal; ni siquiera representa un pasado ideal. Pero es la mejor de las opciones que tenemos hoy.

Cándido Marquesán Millán

 

 

 

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