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Existen alternativas

                                  

 

Que el mundo actual está enfermo, es una obviedad.  Las grandes promesas de la modernidad han sido incumplidas. La  igualdad entre los seres humanos está cada vez más lejana. Más todavía, en los últimos 40 años la desigualdad se ha incrementado.  La libertad tampoco ha sido satisfecha, ya que las violaciones de los derechos humanos van en aumento.  La paz perpetua que formuló Kant  es un sarcasmo. Entre los siglos XVIII y XX la población mundial se multiplicó por 3,6, mientras las bajas en guerra lo hicieron el 22,4. La dominación de la naturaleza se llevó a cabo cruelmente, generándose  una crisis medio ambiental gravísima, por lo que las generaciones futuras nos exigirán responsabilidades.

 

En España, el panorama es desolador: millones de parados, pobreza y exclusión, recortes brutales en sanidad, educación y dependencia; y la democracia ausente. Sobre las promesas que Rajoy nos hizo en su programa electoral, vale más no hablar. Todo legitimado, sin posibilidad de réplica, por la necesidad del ajuste fiscal, para recortar la deuda pública. Sobre ella habría que realizar una auditoría en profundidad, para conocer su origen. Conclusión, hay que ser sumisos, y si alguno es crítico se ve vilipendiado.

 

Todos estos incumplimientos deberían producirnos además de indignación e inconformismo un profundo dolor. Según Juan Carlos Monedero, solo cuando el dolor se hace consciente puede convertirse en conocimiento, para que después pueda activarse una capacidad política que contribuya a una transformación emancipatoria. Doler, saber, querer, poder y hacer son pasos de una progresión necesaria que empieza cuando a la razón le duele. Si ese dolor se oculta desde las instancias del poder hegemónico, resulta complicado buscar la verdad en el presente y tras ella alguna alternativa. Hay que sentir la necesidad de crear nuevas alternativas( que son posibles, que son mejores que lo que existe), tarea que no es fácil ya que genera poderosos enemigos, todos aquellos para los que lo nuevo es siempre una amenaza para sus privilegios.  El éxito del pensamiento neoliberal, tal como ha afirmado Josep Stiglitz, ha sido el destruir la posibilidad de pensar la alternativa. Porque la revolución ya no es posible, el reformismo es innecesario. Por ello, el neoliberalismo ya no necesita ningún tipo de consenso y puede prescindir del contrato social. Su apabullante victoria le lleva a la arrogancia de considerar la eliminación, en el fin de la historia, de cualquier adversario. No podemos quedar quietos ante esta situación que nos  lleva al precipicio, camino ya recorrido por griegos, irlandeses y portugueses. Es una auténtica espiral de la muerte. Algo hay que hacer. Me atrevo a sugerir una alternativa como solución a la problemática actual, la implantación de la Renta Básica: un ingreso pagado por el Estado a cada miembro de pleno derecho de la sociedad o residente acreditado, incluso si no quiere trabajar de forma remunerada, sin tomar en consideración si es rico o pobre, o dicho de otro modo, independientemente de qué puedan serlas otras posibles fuentes de renta, y sin importar con quien conviva. La RB no se tiene que confundir con las rentas de inserción y otros subsidios condicionados propios del Estado del Bienestar ni con el Impuesto Negativo sobre la Renta. La RB es  muy apropiada para sociedades con elevados y persistentes niveles de pobreza, de paro y de descontento relativo a las formas de trabajo, como la actual en España, aunque como cualquier propuesta de renovación social, tiene que superar grandes resistencias. Existen ideologías diversas de fundamentación de la RB. Una es de concepción republicana con una antigüedad de 2.500 años: ser libre es estar exento de pedir permiso a otro para vivir o sobrevivir, para existir socialmente; quién depende de otro particular para vivir, no es libre, como aquel que tiene que aceptar sueldos de miseria para sobrevivir, algo que se podría evitar con la instauración de la RB. Habría diferentes colectivos muy beneficiados. Los  jóvenes, las mujeres dependientes económicamente, las personas mayores jubiladas y emprendedores. La juventud tiene que compatibilizar el estudio y  el empleo, además de estar  inmersa en un mercado laboral que le reserva precariedad. Esta RB le permitiría afrontar su periodo de formación laboral y profesional con unos ingresos dignos Las mujeres dependientes económicamente que trabajan en el hogar alcanzarían una cierta independencia. Las personas ancianas, muchas con una pensión raquítica, tendrían un incremento considerable de ingresos. Posibilitaría la reducción del riesgo a las personas que hubieran emprendido proyectos de auto-ocupación. Además supondría, -así lo han estudiado economistas desde el mundo académico- una inyección de dinero a la población más necesitada, que no sería destinada al ahorro sino al consumo, con lo  que se reactivaría nuestra economía.

Obviamente, existe el problema de su financiación. Para ello podría realizarse una profunda reforma fiscal en profundidad vía IRPF, grandes fortunas, Sicavs, patrimonio, sucesiones, persecución del fraude, etc. Todo es querer. Es obvio que la situación actual es insostenible, y que hay que tomar medidas excepcionales, aunque parezcan ahora utópicas. También lo eran: hace 100 años el sufragio universal y hoy se acepta como una normalidad. Y hace 200 años acabar con el Antiguo Régimen. Los avances en la historia se han producido por rupturas con lo establecido, y más si es injusto.

 

 

Cándido Marquesán Millán

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