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La reforma educativa de WERT

                       

El Gobierno de Rajoy  nos está mostrando sus principales líneas políticas ocultas durante la campaña electoral. La primera gran decisión fue el durísimo ajuste fiscal con la consiguiente subida de impuestos incumpliendo sus promesas electorales, para combatir el déficit público, que vamos a sufrir este mes en nuestra nómina. Gallardón al frente del Ministerio de Justicia ha anunciado una reforma judicial histórica en defensa de “la vida y los más débiles”, al proponer una modificación regresiva de la Ley del Aborto vigente. El locuaz Arias Cañete  nos obsequia con un nuevo Plan Hidrológico (es decir, el trasvase), para beneplácito de los Fabra, Valcárcel,  Arenas y descontento  de Luisa Fernanda. Ha llegado la reforma financiera, dirigida por el ministro, Luis De Guindos, el que  estaba al frente de Lehman Brothers en España y Portugal.  Está al caer, la reforma laboral, de la que Rajoy se sintió ufano en el último Consejo Europeo, al indicar al primer ministro finlandés, Jyrki Katainen, en una conversación informal "La laboral me va a costar una huelga general”. Parece que Rajoy estuviera haciendo méritos ante sus colegas de la Unión Europea, al imponer a la gran mayoría de la ciudadanía durísimos sacrificios. Y si hay una huelga general, la nota es de matrícula. Cualquiera de estas cuestiones podría justificar la redacción de un artículo.

Ahora quiero fijarme en algunas líneas de actuación propuestas en el Parlamento por el ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert. Ha sido sorprendente su nombramiento. Fernando Savater con buen criterio señaló hace tiempo que cuando hay que constituir un nuevo gobierno, se barajan diferentes nombres para Exteriores o Economía, mas nunca ocurre para Educación. Parece como si para esta tarea sirviera cualquiera. Prueba de ello es que alcanzó este Ministerio la gran Esperanza Aguirre. Font de Mora, médico forense, fue consejero de Educación en la Comunidad Valenciana, el que montó el circo de la enseñanza en inglés de la Educación para la Ciudadanía.

Me pareció ilusionante en el inicio de la intervención de Wert, la alusión, con motivo del bicentenario de la Constitución de Cádiz, al Discurso Preliminar de Agustín de Argüelles “El Estado, no menos que de soldados que le defiendan necesita de ciudadanos que ilustren a la Nación y promuevan la felicidad con todo género de luces y conocimientos. Así que uno de los primeros cuidados que deben ocupar a los representantes de un pueblo grande y generoso es la educación pública. […]  De verdad que me produjo gran regocijo esta “aparente” defensa de la enseñanza pública, porque tal como señala Luis Sánchez Agesta, el propósito táctico que se reflejó en el Título IX . De la Intrucción Pública de la Constitución, era el excluir de la enseñanza la influencia del clero. “”Este cuerpo –decía Argüelles- que so color de religión y presumiendo ser independiente también en lo que no tocaba a sus dogmas, establecía, interpretaba y condenaba las doctrinas que se habían de profesar o desechar en todas materias”. De poco parecen haber servido estas palabras, si tenemos en cuenta que la sustitución de la asignatura de Educación para la Ciudadanía por la nueva de Educación Cívica y Constitucional, se ha debido a las presiones de determinados sectores clericales ultramontanos.

Otra de las grandes decisiones es una profunda reforma de la Secundaria. Se mantiene la escolarización obligatoria hasta los 16 años, pero se cambia la actual estructura de la Secundaria de 4+2 (4 cursos Secundaria + 2 de Bachillerato) a 3+3 (3 cursos de Secundaria común + 3 de Bachillerato o Formación Profesional de Grado Medio), dividiéndola en dos etapas de la misma duración. El primero de esos tres años será obligatorio para todos los alumnos, y les orientará bien a la Formación Profesional, bien a la continuación del Bachillerato. La mayoría de los expertos en cuestiones educativas eran partidarios de un Bachillerato de 3 años, mas a no costa de reducir la ESO. Obviamente con un año menos de la ESO se podrán maquillar las cifras de fracaso escolar al final de esta etapa. Tampoco parece muy conveniente que a la edad de los 15 años el alumno deba elegir entre Bachillerato o FP. Mas pienso que lo que hay detrás de esta reforma, presentada como meramente técnica, es un apoyo claro hacia la privada concertada. Aquí hay truco. Los políticos populares son muy hábiles. Si el 1º de Bachillerato se concierta en los centros privados, parece claro que luego lo serán 2º y 3º cursos. Y así es seguro que muchos IES van a ver reducidos sustancialmente sus alumnos de Bachillerato, ya que muchos de ellos proceden de centros concertados que tras la ESO, los abandonan por razones económicas. En Zaragoza-capital hay  IES que tienen una forma en cuanto al alumnado de pirámide invertida: en Bachillerato el doble de grupos que en la ESO. Por ello, parece un sinsentido en estos momentos de ajustes presupuestarios, el concertar el Bachillerato en los centros privados, habiendo plazas más que suficientes en los IES.

Tras preguntarle desde la bancada socialista sobre la posibilidad de concertar el Bachillerato, el titular de Educación se mostró "abierto al diálogo" y a una "reflexión" en este sentido. Del mismo modo la consejera de Educación, Universidad, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón, Dolores Serrat, manifestó poco ha que están estudiando concertar el Bachillerato "a medio plazo" en los centros que tienen concertada la ESO.

 

Los objetivos de los populares parecen claros, aunque no coincidentes con los manifestados por Agustín Argüelles al que alude con tanta pompa y boato el ministro Wert.

 

 

Cándido Marquesán Millán

 

 

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