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Sobre la rebaja de las pensiones

 

El día 28 de enero de 2011 es un día muy triste. Razones no faltan. Se ha aprobado en el Consejo de Ministros el anteproyecto para la reforma de las pensiones. Los que se jubilen a los 67, para conseguir el 100% de la pensión tendrán que haber cotizado 37 años; y se abre la posibilidad de hacerlo a los 65 con de 38,5 años de carrera laboral. Hagan un pequeño esfuerzo sobre la pensión que van a cobrar la generación actual de jóvenes con más del 40% de parados, y que bastantes cuando alcanzan un trabajo rondan o superan los 30 años.  Curiosamente, todo el foco de atención se  ha dirigido a la prolongación de la edad de jubilación de los 65 a los 67, mientras prácticamente ha pasado desapercibido el hecho de que se cambiará de los 15 a los 25 años de cotización, para el cálculo de nuestra pensión. Miren su nómina de hace 25 años. Acabo de mirar la mía y era de 600 euros, que, por cierto, no era baja. Los agentes sociales y el Gobierno podrán alardear de haber conseguido un gran acuerdo que permitirá la sostenibilidad del sistema público de pensiones.  ¡Qué no nos vendan milongas! La realidad es la que es. Esto supone una extraordinaria reducción de las rentas para la gran mayoría de los españoles cara el futuro. Dicho en roman paladino, que vamos a trabajar más años y cobraremos menos al jubilarnos. Los especialistas hablan de una reducción del 20% de la pensión. Por ello, en lugar de reforma de las pensiones, se debería llamar rebaja de las pensiones. Hay que llamar a las cosas por su nombre. Los grandes perjudicados los de siempre: los trabajadores. La conclusión parece clara, es un efecto llamada, ya que si queremos alcanzar una jubilación medianamente digna, no tendremos otra opción que pagarnos un plan de pensiones con compañías privadas. Sobran comentarios sobre quiénes son  los beneficiarios. Como dato adicional, los planes de pensiones privados mueven al año cerca de 85.000 millones de euros. Sobre ellos las entidades  financieras se embolsan 800 millones en comisiones.

Este día también es triste al haberse alcanzado la cifra de 4,7 millones de desempleados. Entiendo que es muchísimo más urgente atajar el problema del paro, ya que para garantizar la sostenibilidad del régimen público de pensiones sirve de muy poco el prolongar la edad de jubilación, si cada vez trabajan menos por la existencia del paro.

Me sorprende extraordinariamente la pasividad e indiferencia de la mayoría de la gente ante esta circunstancia tan traumática. No obstante, quizás, puede explicarse a que  en esta sociedad posindustrial se ha extendido una marea negra de individualismo insolidario, sin que ya no nos sentimos copartícipes de un proyecto colectivo. Aquí cada uno va a lo suyo, generalizándose la práctica del sálvese quien pueda. Al que ya cobra la pensión, o al que está a punto, como no le afecta le resulta indiferente la reforma. Mas hay otros muchos que con ella van a salir gravemente perjudicados.

 

Y también me preocupa el que pueda ser acusado de insolidario o desconectado de la realidad social-económica de mi país, por hacerme algunas preguntas sobre este tema. Según Tony Judt “Se nos aconseja que las cuestiones económicas por su complejidad debemos dejarlas en manos de los expertos: la economía y sus implicaciones políticas están mucho más allá del entendimiento del hombre corriente. Es improbable que los ciudadanos se opongan al ministro de Economía o a sus asesores. Si lo hicieran, se les diría --como un sacerdote medieval podría haber aconsejado a su rebaño-- que son cosas que no le incumben. La liturgia debe celebrarse en una lengua oscura, que sólo sea accesible para los iniciados. Para todos los demás, basta la fe". Y la mayoría de la ciudadanía sigue el consejo a rajatabla con una resignada e incomprensible sumisión. Es el triunfo del pensamiento único. Y se ha llegado a esta situación porque se ha perdido ese sentido crítico, que es el armazón de un buen sistema democrático. Pues no voy a seguir el consejo. Creo tener derecho. Es lo menos. Por ello me surgen algunas preguntas: ¿ha habido suficientemente debate social? ¿Era necesaria hacer esta reforma? ¿Y por qué se ha hecho ahora? Si hacerla ahora era imprescindible, lo lógico hubiera sido, además de un amplio y sosegado debate en el que participasen los diferentes sectores de la sociedad, una explicación clara por parte del Gobierno. Por lo que yo he podido saber, toda la argumentación se reduce a motivos estrictamente demográficos, por el aumento de la esperanza de vida. No faltan voces indicando que en 20 años no había peligro alguno. Ignacio Zubiri acaba de señalar que es una reforma injusta y con trampa. Es injusta porque el ajuste recae sobre los trabajadores y la trampa, es el factor de sostenibilidad, que supondrá su revisión cada 5 años. Otros como Vicenc Navarro afirman que el procedimiento mediante el cual calculan la esperanza de vida es erróneo. Lo que ha estado ocurriendo en España (y en Europa) es que la mortalidad infantil ha ido disminuyendo de una manera muy marcada, con lo cual la esperanza de vida ha ido aumentando, pasando de 76 años a 80 años. Ello no quiere decir, como habitualmente se asume, que el ciudadano español medio viva cuatro años más ahora que hace veinticinco años. Igualmente señala que tampoco tienen en cuenta las diferencias de la longevidad según las clases sociales. Un trabajador no cualificado vivirá 10 años menos que un banquero, por ello es injusto pedirle al primero que continúe trabajando más años para pagar las pensiones del segundo que le sobrevivirá diez años. Otro error del argumento alarmista: el crecimiento del porcentaje del PIB gastado en pensiones es excesivo, ya que el porcentaje del PIB en pensiones subirá de un 8,4% en el año 2007 a un 15,1% del PIB en el año 2060, por lo que la sociedad en el año 2060 no podrá absorber tales gastos pues restarán recursos necesarios para otras actividades, programas o servicios a la población no pensionista. No tienen en cuenta el impacto del crecimiento de la productividad sobre el PIB del año 2060. Se equivocan también en sus proyecciones demográficas. Cualquier demógrafo conoce  las enormes dificultades en calcular cambios demográficos por periodos tan largos.

Mas a pesar de todo han tirado para adelante. Tengo la intuición y como yo otros muchos, que las prisas por sacar adelante esta reforma, mejor rebaja, se explica con dos palabras: mercados y la visita de Merkel. Y no hay más.

 

 

Cándido Marquesán Millán

1 comentario

Pablo Daza Bonachela -

Estoy de acuerdo en que esta reforma es un gran engaño, pero además pienso que toda esta "crisis" es una monumental estafa de proporciones globales. Vamos todos subidos en un tren que va directo al descarrilamiento, y los que podrían remediarlo ni siquiera lo intentan, lejos de echar el freno nos quieren poner a todos a empujar.