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¿Hubiera habido crisis con el Gobierno de Rajoy?

 

Se conoce como historia contrafactual el ejercicio de imaginar escenarios alternativos que respondan a la pregunta, ¿qué hubiera pasado si…? ¿Qué hubiera pasado si  Aníbal tras vencer a los romanos en Italia hubiera decidido dar el golpe definitivo a la capital? ¿Qué hubiera pasado si el general Prim no hubiera sido asesinado antes de la llegada de Amadeo de Saboya a España en 1870? ¿Hubiera llegado la II República si Alfonso XIII no hubiera apoyado y propiciado el golpe militar de Miguel Primo de Rivera ¿Qué hubiera sucedido si Aznar no hubiera tomado la decisión de entrar en la guerra de Irak en el año 2003?

Numerosos historiadores critican duramente la historia contrafactual, considerándola como un mero ejercicio de salón, una patraña  ahistórica, juegos inconsecuentes, pura literatura, basura imposible de respetar académicamente, como también que  “la historia no conoce el si”. Según el historiador británico E.H. Carr “La historia es el registro de lo que la gente hizo, no de lo que dejó de hacer”. Estos calificativos tan negativos pueden deberse a que los historiadores tratan de explicar el pasado histórico de una manera total y definitiva. Nos aseveran que el golpe militar  frustrado que fue el origen de la Guerra Civil  española sobrevino inevitablemente porque se habían acumulado unos condicionantes previos, de manera que no podía ocurrir otra cosa diferente a la que ocurrió. No escasean los historiadores pontificando que nuestra Guerra Civil era algo inexorable y previsible, consecuencia de los caracteres de la idiosincrasia española, que la hacía incapaz de resolver los conflictos inevitables en la convivencia humana por la vía del dialogo y la concordia. Como señala Santos Juliá “La metáfora de las dos Españas, vieja y joven, oficial y real, muerta y vital, se convirtió durante la guerra en la base de una nueva versión del gran relato de la historia de España como una tragedia, como destino inexorable de un enfrentamiento a muerte entre dos principios eternos y excluyentes”. Mas los acontecimientos humanos son mucho más complejos, ya que no se pueden predecir de una manera determinista, tal como señala el marxismo y la escuela de los Anales. Ni tampoco es admisible una versión providencialista de la historia, tal como se desprende de la Carta Colectiva del Episcopado español de julio de 1937, al considerar que nuestra guerra fue necesaria en su origen; hasta tal punto que fue como un designio de la Providencia, para redimir nuestros pecados.. La historia contrafactual es interesante metodológicamente, al obligarnos a pensar  en las distintas posibilidades que han existido en un momento determinado. De esa forma, captamos mejor la incertidumbre y la fluidez del pasado, y así  lo entendemos mejor como proceso impredecible, incierto y, hasta un punto, abierto. Y si finalmente un acontecimiento histórico tomó una dirección determinada, pudo deberse a una cuestión meramente accidental o una decisión personal. No resulta descabellado pensar que la historia hubiera sido muy diferente, si Indalecio Prieto considerando sus dotes y capacidades políticas, hubiera aceptado la presidencia del Gobierno ofrecida por Manuel Azaña en mayo de 1936, algo que no hizo, al no contar con el apoyo de del sector caballerista de su propio partido. Es probable que Prieto para evitar el golpe militar hubiera puesto a Franco, en el mitin de Cuenca de 1 de mayo ya lo señaló como el  principal cabecilla, y a otros militares a buen recaudo, enviándoles a la reserva o destituyéndoles. Producido golpe militar, lo que parece claro es que Prieto les hubiera plantado a los golpistas cara desde el Gobierno, algo que no hizo Casares Quiroga que simplemente desapareció.

Dicho lo cual, me tomo la licencia  para aplicar la historia contrafactual a un acontecimiento reciente de nuestra historia, como es la crisis económica que estamos padeciendo la gran mayoría de los españoles. ¿Si los populares hubieran estado al frente del Gobierno, hubiera habido crisis económica? Por los comentarios tan contundentes que les estamos oyendo a Rajoy, Montoro, Cospedal, secundados por poderosos y no escasos medios de comunicación y que llegan a calar en no pocos ciudadanos, la respuesta no puede ser otra que habría pasado de largo. Con ellos ni crisis de las subprime, ni financiera, ni burbuja inmobiliaria alguna, ni, por supuesto, parado alguno, ya que la crisis  se debe exclusivamente a la negligencia e ineptitud de ZP. Es decir, dotan al actual presidente del Gobierno de tal poder taumatúrgico, que sólo él, sin ayuda de nadie es capaz de engendrar la crisis económica más profunda que ha padecido España a lo largo de su historia. Admitamos, lo que ya es mucho admitir, que a pesar de todo la crisis hubiera llegado con los populares, ¿estos hubieran sido capaces de preverla con suficiente antelación? La respuesta no puede ser otra que afirmativa.  Algo que tampoco pudo hacer ZP, ni presidente de Gobierno alguno, ni tampoco las agencias de calificación. Admitida la capacidad previsora de los populares,  esta circunstancia significaría que  ellos  ya hubieran tenido preparada toda una batería de medidas eficaces para abordarla y solucionarla en un breve espacio de tiempo, como ya lo hicieron entre 1996 y 2000. De nuevo ellos estarían en disposición de conseguir lo que no ha sabido hacer ni ZP, ni tampoco muchos otros gobiernos, como el norteamericano, el griego, el irlandés o el francés, que no saben qué hacer ni qué medidas tomar para solucionar la crisis.

Justo cuando estoy acabando me surge una nueva pregunta, ¿con los populares se hubiera puesto en marcha la Ley de Dependencia, que de momento está beneficiando a más de 35.000 aragoneses? Aznar podría haberlo hecho, en sus ocho años de legislatura, cuando la economía iba tan boyante, o, por lo menos, eso nos decían.

 

Cándido Marquesán Millán

 

 

 

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