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¿Crisis sindical?

 

 

 

Desde hace varias décadas en este proceso de globalización económica mundial, impregnado de pleno de los valores del neoliberalismo puro y duro, se está produciendo una desarticulación de todo un conjunto de instituciones, como partidos políticos de izquierda y sindicatos obreros, que podían servir de contrapeso frente a las fuerzas del gran capital. Hoy en día estamos contemplando cómo la socialdemocracia está prácticamente desaparecida, ya que está llevando a cabo una serie de políticas con el pretexto de la necesidad de ajustes fiscales, que no hace mucho tiempo hubieran sido impensables que las realizase la derecha. En cuanto a los sindicatos la tendencia es la misma. Los ataques que sufren son impresionantes. Cabe recordar cómo desde sectores empresariales, y numerosos y potentes medios de comunicación se les ha acusado a los líderes sindicales de pasividad ante el incremento constante de las cifras del paro. Y cuando convocan una manifestación por esta circunstancia, como la realizada en Madrid a finales del año pasado los comentarios fueron durísimos. En el ABC se dijo: No es extraño que la izquierda galopante española clame por la memoria histórica. En el fondo, muchos de ellos son un remedo de lo peor de nuestro pasado. Los sindicatos son un ejemplo. Como una réplica de la piedra Rosetta.. El sarcasmo es tal que hasta se buscaron ayer un acompañamiento de purpurina para blindar al Gobierno y castigar a los emprendedores: Pilar Bardem y Wyoming, que actuaron de teloneros.. Se sumó a la fiesta la presidenta de la Comunidad de Madrid, al calificarla de «broma patética» ,  y que «estaba muy contenta» porque los manifestantes, llegados de diferentes comunidades autónomas, «habrán hecho compras y habrán comido en restaurantes». Y  ahora mismo cuando convocan una huelga general para el 29 de septiembre por la reforma laboral, aunque esta razón es la punta del iceberg, sufren ataques todavía mayores, acusándoles de irresponsabilidad, Es la hipocresía de esa derecha nuestra a la que ya nos tienen acostumbrados. Es obvio que a esa derecha neoliberal, le sobran los sindicatos, cuando son unas instituciones que aparecen recogidas en nuestra Constitución.

Dicho lo cual, no es menos cierto también que desde hace décadas se está produciendo una crisis sindical, probablemente al encontrarse en una situación a la defensiva en un contexto de hegemonía del poder empresarial. Esta crisis, según el sociólogo y profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona Josep Maria Antentas se manifiesta en unos datos objetivos: el descenso del número de afiliados; la falta de participación interna de los afiliados en la vida de los sindicatos; la reducción de la conflictividad laboral; una crisis de función debido a los procesos de individualización de las relaciones laborales que cortocircuitan a los sindicatos; menos influencia social, aunque sí que tienen una mayor presencia institucional; agotamiento del discurso y la práctica sindical, para dar respuestas claras y efectivas a los retos de las políticas neoliberales.

El origen de esta crisis sindical se halla en la crisis del empleo, con el incremento del paro y el trabajo precario; la fragmentación de la clase trabajadora y su diversificación de su composición, que dificulta una articulación colectiva de los intereses de la clase trabajadora. Como también que la globalización ha supuesto un gran  cambio en las relaciones laborales que debilita el poder de los sindicatos frente a las grandes empresas multinacionales. Por todo ello, sería conveniente que desde el mundo sindical, liderado por sus principales dirigentes, se abriera un serio proceso de autocrítica, y de análisis, para vertebrar unas nuevas estrategias y unos nuevos discursos y así crear unas adecuadas respuestas a todos los grandes y cada vez más dramáticos peligros que se divisan en el horizonte para la clase trabajadora. En estos momentos hay unos 2.000 millones de asalariados a nivel mundial.

 Para revertir esta crisis sindical podría servir un nuevo modelo sindical, según varios autores del mundo anglosajón como Moody y Waterman,  el llamado social movement unionism, y que podría traducirse en “sindicalismo movimentista”, cuyo equivalente en España sería “sindicalismo sociopolítico”. Tendría las siguientes características. Una concepción no institucional de la acción sindical y una  mayor movilización contra las políticas neoliberales y las exigencias empresariales. Una visión amplia de la clase trabajadora, donde quepan no sólo los que tienen un trabajo fijo, sino que también otros más desfavorecidos como: madres solteras, trabajadores a tiempo parcial o con contratos temporales, inmigrantes, jóvenes sin titulación o cualificación alguna, los sin techo o sin vivienda digna, trabajadores manuales obligados a retirarse prematuramente, parados sin subsidio.. Una concepción amplia de la actividad sindical, que implique el trabajar en el centro de trabajo y en el territorio. Una visión organizativa más democrática, sustentada en una mayor participación y formación de los afiliados. Una perspectiva internacionalista de la actividad sindical. Necesidad de establecer puentes y alianzas con diferentes movimientos sociales antiglobalización y antineoliberales, lo que implicaría además que los sindicatos deberían participar en luchas sociopolíticas más amplias ligadas a la defensa del medioambiente, los barrios, los derechos de las mujeres o de los homosexuales..

En definitiva, el mundo sindical por su trayectoria histórica y por los valores que ha defendido, tiene cara el futuro un gran protagonismo para conseguir un mundo mejor, con menos injusticias, más libertades y más derechos para los seres humanos frente a los peligros  de esa auténtica marea negra neoliberal que nos invade. Como también desde el mundo de la política, especialmente desde  una auténtica socialdemocracia.  

Cándido Marquesán Millá

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