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El futuro de Bélgica

     EL FUTURO DE BÉLGICA 

     Acaban de celebrarse elecciones generales legislativas el pasado 13 de junio en Bélgica, con el triunfo del partido independentista Nueva Alianza Flamenca (NVA), encabezado por su líder Bart de Wever. Todos los comentaristas políticos han considerado esta circunstancia un auténtico seísmo, que puede desembocar en la ruptura del Estado belga, ya que desde la NVA flamenca se va a ejercer una gran presión sobre la minoría francófona, para que se lleve a cabo una reforma institucional profunda, y así pasar de un Estado federal a otro confederal.

      Sería complicado tratar de entender la situación actual belga, si no tenemos en cuenta su pasado histórico. El territorio donde se levantó  el nuevo Estado, desde tiempos inmemoriales mereció  el interés de otras naciones. La Gallia Bélgica de Julio Cesar se encontraba a través de la línea que separaba los territorios galorromanos de los francos. Con la caída del imperio de Carlomagno en el siglo IX, se convirtió por su situación en un territorio muy apetecible para el siguiente milenio. Los reyes de la casa de Valois, de Borbón, de Habsburgo, Napoleón, los holandeses, los prusianos, los alemanes y Hitler lo han invadido y ocupado. Bélgica es uno de los lugares con más monumentos recordatorios de batallas antiguas y modernas.

     Surgió en 1831 con el beneplácito de las grandes potencias de la época—Francia, Prusia y Gran Bretaña además de otras--, ya que ninguna de ellas deseaba que cayera bajo la influencia de las demás.

      Existen dos partes perfectamente diferenciadas socio-económica, lingüística y políticamente. Si la francófona Valonia económicamente había sido la dominante, hace 100 años era la segunda región más rica del mundo, a partir de los años 60 del siglo pasado entró en declive, ya que la minería, la siderurgia, la industria metalúrgica, de la pizarra y la textil prácticamente desaparecieron. La hulla producida actualmente no llega a 2 millones de toneladas, cuando en 1961 era de 21.  En cambio, Flandes se ha expansionado espectacularmente. Ciudades como Amberes y Gante han prosperado gracias al desarrollo de la tecnología de los servicios  y el comercio, aprovechando su situación estratégica. Los partidos nacionalistas flamencos han visto en la brecha económica un filón para exacerbar los ánimos. "Con sus impuestos, los flamencos pagan cada cuatro años un coche a su vecino valón. Si no lo pagaran, podrían comprarse uno para ellos", no se cansan de repetir los políticos populistas, que con el ejemplo del coche se refieren a los 5.400 millones al año que los flamencos transfieren a los valones.  

      Con ser profunda la barrera económica, lo es más todavía la lingüística. En Flandes  se habla neerlandés, en Valonia el francés. Bruselas, oficialmente bilingüe, es en la práctica un enclave francófono en el sector de habla neerlandesa. También hay unos 65.000 germanoparlantes en la Valonia oriental, cerca de la frontera alemana.

     En el recién creado reino de Bélgica en 1831 hablaba francés el sur del país y la burguesía del norte, de manera que no resultaba extraño que la administración utilizase solamente el francés. Sin embargo, la cuestión  lingüística aparecía cada vez más acuciante. Hasta la I Guerra Mundial se consideró al flamenco como una lengua indigna, excluida del sistema de enseñanza. Después,  la conciencia nacional de los flamencos se fue despertando a la sombra de la exclusión sistemática de los que no hablaban francés. En 1903, la universidad de Gante dejó de enseñar en francés y fue la primera en utilizar el neerlandés. Con la existencia de una universidad propia, los flamencos empezaron a desarrollar su élite política e intelectual, que dio forma a "la cuestión flamenca" como reivindicación política.. En 1932 se abandonó la idea del bilingüismo que ninguna de las dos comunidades deseaba y  Bélgica se empezó a construir como un país con dos comunidades lingüísticas completamente separadas, excepto en la bilingue Bruselas. La guerra de las lenguas ha sido una constante. En los años 60 del siglo pasado, los estudiantes de habla neerlandesa de la Universidad de Lovaina se opusieron a la presencia de profesores francófonos y clases en francés, cuyo desenlace fue que sus miembros francófonos se dirigieron al sur, y crearon la Universidad de Louvain-la-Neuve. En su momento también se dividió la bilioteca universitaria y sus fondos se redistribuyeron, con lo que todos salieron perdiendo. Hoy se habla más neerlandés que francés en una proporción de tres a dos y si además hay más riqueza en Flandés, estas circunstancias han supuesto que las reivindicaciones de los flamencos para obtener beneficios políticos han ido in crescendo, y se han ido satisfaciendo.

     En solo 30 años ha habido 7 revisiones de la constitución, que han convertido Bélgica en un Estado federal. La estructura política es extraordinariamente compleja. Hay tres “Regiones”: Flandes, Valonia y Bruselas-capital, cada una con su propio parlamento, además del nacional. Después están las tres “Comunidades”: la de habla neerlandesa, la francófona y la germanoparlante, con sus respectivos parlamentos. Además las regiones y las comunidades linguisticas no coinciden exactamente: hay germanoparlantes en Valonia, y francófonos en Flandés. Además hay diez provincias (cinco en Flandés y cinco en Valonia) con sus competencias administrativas y de gobierno. Las mayores competencias  están en la región (urbanismo, medio ambiente, economía, obras públicas, transporte y comercio exterior) o en la comunidad linguística (educación, lengua, cultura y algunos servicios sociales). El Estado nacional conserva defensa, asuntos exteriores, la seguridad social, el impuesto sobre la renta y la gran deuda pública, así como los tribunales penales. Algunas de estas las reclaman los flamencos, y de hacerse el Estado prácticamente habrá dejado de existir.

     Obviamente, los principales partidos políticos se han dividido también por criterios linguisticos y comunitarios: los democratacristianos, los socialistas, los liberales existen por duplicado, con uno flamenco y otro francófono. Además de los nacionalistas, sobre todo en Flandes. El resultado es una profundización todavía mayor de la sima entre ambas comunidades, pues políticos y electores ahora sólo se dirigen a los suyos. Los partidos políticos se han convertido sobre todo en unos instrumentos para la distribución de favores personales. Bélgica es poco más que una cleptocracia de partidos.

     Por ende, como señala Tony Judt, al entrar por carretera en Bélgica, pasa casí desapercibido el letrero de Belgiö o Belgique; lo que no ocurre con el de la provincia, que es contundente (Liege o Wets-Vlaanderen), como también el de Flandés o Valonia. Aquí, las fronteras internacionales del país son una mera formalidad, mientras que las internas son contundentes.  Todo ello supone un extraordinario costo, ya que hay que duplicar cada servicio, cada préstamo, cada beca, cada señal.

      En la actualidad Bélgica solo está  unida por el rey, la moneda, la liga de futbol, la deuda pública y la sensación colectiva de que así no se puede seguir.

     Habrá  que estar al tanto de cómo se desarrollan los acontecimientos futuros, cómo también de la formación del próximo gobierno. Teniendo en cuenta la composición del Parlamento: 27 diputados de NVA (soberanistas flamencos), 26 del PS (izquierda francófona), 18 del MR (liberales francófonos), 17 del CDV (derecha flamenca), 13 del SP (izquierda flamenca), 13 del VLD (liberales flamencos), 12 de Vlaams Belang (extrema derecha flamenca), 9 del CDH (derecha francófona) y 8 del Ecolo (verdes francófonos),  5 del Groen (verdes flamencos) y 1 de Lijst DeDecker (populistas flamencos) y 1 del Partido Popular (derecha populaista francófona), las negociaciones serán largas, tampoco será una novedad, ya que  tras las elecciones de junio 2007 duraron ¡9 meses!, con la interinidad del liberal Verhofstadt como primer ministro, hasta que se formó el gobierno de Yves Leterme, en marzo de 2008. Este gobierno cayó en diciembre de 2008, por las desavenencias entre los partidos flamencos y valones por el estatus de "Bruselas-Halle-Vilvoorde" (BHV). En el cinturón de municipios de Bruselas, territorio neerlandófono, existe una importante población francófona, a la que se le tiene reconocido poder votar por partidos francófonos, circunstancia que no ocurre en ningún otro territorio flamenco o valón, y que los neerlandófonos consideran discriminatorio.

      De momento el rey Alberto II ha nombrado a De Weber como “informador, una especie de encargado de establecer conversaciones con los partidos para buscar una coalición. Una vez que De Weber presente “su información” al Rey, Elio di Rupo, el líder del partido socialista francófono sería nombrado “formador, lo que le llevaría a formar el gobierno y devenir primer ministro. Sobre el papel, las coaliciones de gobierno más plausibles apuntan al N-VA y a los socialcristianos del CDV junto con los socialistas del SP-A en el norte flamenco, combinados con socialistas, humanistas y ecologistas del sur. Seis partidos ideológicamente muy dispares para cerrar una reforma mayor del Estado y para afrontar una crisis económica de dimensiones pavorosas que Bélgica, hasta ahora, había conseguido lidiar sin apenas dificultades

   También cabría la posibilidad, mucho más remota, tras la victoria en Flandes del N-VA (“Nueva Alianza Flamenca”) de una separación del país. No obstante, y tal como apuntaba Mark Eyskens, antiguo primer ministro de Bélgica, en el diario belga Le Soir, “la escisión de Bélgica es imposible, ya que la parte francófona no apoya la separación. En todo caso, lo que acontecería sería una secesión”. Ante tal escenario de secesión, el futuro de una Républica de Flandes se antojaría inviable. No sólo habría que dividir la deuda de Bélgica, algo casi irrealizable, sino que la Flandes independiente necesitaría el reconocimiento internacional. En el caso del Consejo Europeo, por unanimidad. Huelga decir que España con el problema vasco e Inglaterra con Escocia entre otros, no tomarían tal riesgo de aceptar esta solución para el país centroeuropeo.

     Por todo lo mencionado,  lo que pueda acontecer a partir de ahora en Bélgica es de gran trascendencia para el resto de la Unión Europea, no en vano en su capital Bruselas residen las principales instituciones de la UE y el cuartel general de la OTAN. Además que debe asumir  la presidencia de turno de la Unión Europea, el 1 de julio al concluir el semestre comandado por España.  

     Cándido Marquesán Millán

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