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Perdón, por ser funcionario

Se está expandiendo peligrosa e inconscientemente  entre la gente de la calle la idea de que buena parte de culpa de la crisis económica se debe a la existencia de muchos empleados públicos, que está generando un excesivo gasto, con la consiguiente deuda pública. Todos  estos ataques hacia este colectivo de trabajadores, -no todos son funcionarios, ya que hay personal estatutario, laboral, interinos-, parten desde instituciones públicas y privadas, que podíamos ubicarlas en planteamientos neoliberales: banca, organizaciones empresariales, FMI, OCDE, UE, que siempre han defendido la privatización de los servicios públicos, así como la idea de que el Estado es el problema y por tanto cuanto menos, mucho mejor, y que la solución es el Mercado. Recientes acontecimientos ocurridos en el aeropuerto de Barajas, en los que  una empresa privada dejó en tierra sin proporcionarles un avión a miles de sudamericanos con billete para ir a sus respectivos países, y que tuvo que ser el Ministerio de Fomento quien solucionó el problema, contradicen lo anterior. No obstante,  desde estas tesis es claro que hay que reducir el gasto corriente en las Administraciones Públicas, reduciendo plantillas, congelando los sueldos, e incluso, reduciéndolos, como acaban de hacer recientemente en Grecia o en Irlanda. E incluso les aumentarían las horas de trabajo, les suprimirían las pagas extraordinarias, las vacaciones pagadas,  y por qué no los militarizarían, y además los encorrerían a gorrazos si osaban quejarse. Tengo la impresión de que a una parte de la ciudadanía española no le parece mal, más todavía, está totalmente de acuerdo, aunque no sé si es consciente del peligro de estas políticas, ya que si se desmantelan determinados servicios públicos: sanidad, educación, pensiones, asistencia al dependiente, seguridad pública etc., esto supondría que sólo podrían disponer de estos servicios aquellos que se los pudieran pagar. Además la palabra “público” significa que pertenece a todo el pueblo. Esto me parece tan claro como el agua cristalina. Además de que la iniciativa privada sólo acudiría a proporcionarlos, allí donde hubiera negocio. Por ello, dudo mucho que a un pueblo metido en lo más profundo de la montaña del Pirineo poblado con algunos centenares de habitantes, acudiese una aseguradora médica privada, una orden religiosa con un colegio. Sin embargo, podemos constatar que ningún pueblo español carece de una asistencia médica o educativa públicas, además de otros servicios. Por otra parte  es errónea la afirmación de que haya demasiados empleados públicos, ya que tal como afirma Vicenc Navarro en España, se da un escaso desarrollo del sector público, en el 2006 (antes de que comenzara la crisis) el porcentaje de la población adulta trabajando en el sector público era del 13,35% y la UE-15 un 17,34%, por lo que existe un enorme déficit de personal en los servicios públicos, y muy en especial en los servicios del estado del bienestar, de los cuales, las élites mediáticas y políticas no los suelen usar, ya que recurren a los servicios privados. Datos que no han cambiado sustancialmente en el 2010. Corroborando esta idea, en la prensa de hoy mismo, acabo de leer la noticia de que al Sistema Nacional de Salud le faltan médicos, ya que España tiene un déficit de unos 9.000 facultativos, sobre todo se necesitarán pediatras, ginecólogos, especialistas en cirugía general, anestesistas y médicos de familia. Todavía más, Sanidad estima que en el 2025 faltarán 25.000 profesionales. Y no digamos la cantidad de personal que se va a necesitar para poner en marcha de una vez la Ley de Dependencia, cuyo desarrollo está siendo boicoteado desde algunas comunidades autónomas, especialmente por la presidida por la lideresa. Como también lo serán en el ámbito educativo, de investigación, de seguridad pública, etc.

Dicho lo cual, entiendo que no tiene sentido esa auténtica persecución hacia los empleados públicos, como si fueran los únicos responsables de la crisis económica.  Para combatirla no vendría mal que nuestros gobernantes y responsables de las diferentes Administraciones Públicas tuvieran alguna consideración o respeto  hacia sus empleados, defendiendo y justificando su trabajo, en lugar de  jugar y cuestionar su pervivencia y sus condiciones laborales, poniéndolos a los pies de los caballos ante sus ciudadanos. Un día el secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña, nos habla de  no aplicar el acuerdo que los funcionarios tienen firmado. Pocas horas después su jefa, la vicepresidenta Salgado, le ha desautorizado o se ha echado para atrás. No se va a revisar el acuerdo con los funcionarios, seguirán cobrando lo previsto.

 Por otra parte, hay que dejar constancia clara y contundente de que a la mayoría de los empleados públicos nadie les ha regalado nada, ya que han llegado a ese puesto de trabajo tras superar una durísima oposición- a la que puede presentarse todo el mundo- basada en los principios de publicidad, igualdad, mérito y capacidad, que ha requerido largos años de preparación,  y dedicación. Muchos se han quedado en el camino. Por otra parte, salvo excepciones, en la gran mayoría de las ocasiones los empleados públicos ejercen su trabajo con gran profesionalidad. Y en el caso de que no sea así, los responsables de la Administración deben tomar las medidas correctoras oportunas, ya que la dedicación y la profesionalidad es lo mínimo que se nos debe exigir cara la ciudadanía, que para eso paga sus impuestos.

Por cierto, quiero acabar con la situación de un funcionario que conozco muy bien, que podría servir de ejemplo. Tuvo que superar unas oposiciones libres para profesor de enseñanzas medias, con 150 temas, numerosos ejercicios prácticos, prueba de catalán, lejos de su tierra natal, ya que aquí aquel año no las hubo, compitió con otros 4.000 compañeros para alcanzar una de las 40 plazas, tuvo que residir 17 años fuera de su domicilio conyugal, ahora está a 30 kilómetros. Todos los días imparte clases a alumnos cada vez más diversos, con “gran apoyo y reconocimiento” por parte de la sociedad, las instituciones, las familias… Lo que no es óbice para que cada día entre con más ilusión a su clase, y así como él otros muchos compañeros de profesión. Por cierto acaba de llegar de la consulta médica, donde ha recibido un trato exquisito.

A pesar de todo, pido perdón por ser funcionario.

 

Cándido Marquesán Millán

2 comentarios

cándido -

De acuerdo, Mariano. Los auténticos culpables se irán de rositas., Y al final, tendremos que ser los de siempre los que tengamos que apechugar con la crisis. Tiempo al tiempo.
Un saludo

Mariano Esteban -

Cada uno a sufri su pena, tu eres funcionario y yo empleado de Caja de Ahorros, que estamos en el ojo del huracan, como chorizos, maleantes y grandes culpables de la situacion de crisis del pais, aqui lo que importa que las culpas del desastre de pais que tenemos, las page siempre alguien, nadie miramos nuestro hombrigo, y la gente cuando tiene problemas se revuelve contra alguien, no contra el mismo, con los años ya lo sabres, la sociedad que vivimos es la de los derechos, el bienestar social, y la falta de obligaciones y responsabilidad del individuo, que descarga siempre en papa estado, la obligacion de arreglarle sus problemas..........Asi estamos y así somos.....saludos...Candido