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La manifestación de los sindicatos

 

 

 

             Acaba de celebrarse en Madrid la manifestación convocada por los sindicatos C.C.O.O. y U.G.T., que ha tenido, según todos los datos, una importante participación de la clase trabajadora. Como era de esperar, desde determinados medios de comunicación ha sido considerada un fracaso, como también desde otros un extraordinario éxito. No voy a perder el tiempo en esta cuestión, que nos llevaría a una discusión bizantina.

 

            Lo que pretendo es reflejar algunas impresiones a vuela pluma sobre el acontecimiento mencionado. Desde los habituales medios de comunicación de la derecha mediática, se han lanzado críticas durísimas contra la manifestación, acusándola de inoportuna, como también que no estuviera dirigida contra el Gobierno. Estos mismos medios llevan ya tiempo señalando la conveniencia de la convocatoria de una huelga general, pero no es con la finalidad de defender los intereses de la clase trabajadora; lo único que les interesa es para desgastar cuanto más mejor al Gobierno de Zapatero. Como también, no lo dicen explícitamente, aunque por sus adentros se retuercen de gozo, a medida que se incrementa la cifra del paro. Ahora bien, si se les espeta esto a la cara, se encabritan de una manera furibunda aduciendo de que cómo podemos decir eso precisamente a ellos, que son profundamente patriotas-palabra que proviene etimológicamente de patrimonio-.

 

Dicho lo cual retorno al tema de la manifestación. Desde la Razón ha sido calificada:  "El Gran circo sindical. UGT y CC.OO. cargan contra la patronal y no critican al Gobierno en la manifestación de Madrid".   En la editorial del ABC se dice: La concentración, no muy nutrida, alcanzó niveles de esperpento con el protagonismo de ciertos iconos del supuesto «progresismo» cultural.. Así pues, resulta lamentable el papel que juegan en plena crisis unas organizaciones que falsean las funciones genuinas que les corresponden en una sociedad democrática.  En el mismo periódico una periodista nos cuenta: No es extraño que la izquierda galopante española clame por la memoria histórica. En el fondo, muchos de ellos son un remedo de lo peor de nuestro pasado. Los sindicatos son un ejemplo. Como una réplica de la piedra Rosetta.. El sarcasmo es tal que hasta se buscaron ayer un acompañamiento de purpurina para blindar al Gobierno y castigar a los emprendedores: Pilar Bardem y Wyoming, que actuaron de teloneros..

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Mas, por si no fuera ya bastante, se ha sumado a la guerra la presidenta de la Comunidad de Madrid,  Esperanza Aguirre, que ha calificado de «broma patética» la manifestación celebrada ayer en la capital contra los empresarios y que convocaron los sindicatos CC.OO. y UGT. Aguirre ha declarado que «está muy contenta» como presidenta de la Comunidad de Madrid porque los manifestantes, llegados ayer de diferentes comunidades autónomas, «habrán hecho compras y habrán comido en restaurantes» pero, a su entender, los manifestantes «no han hecho nada» contra la crisis ni por el empleo.

 

Estas perlas sacadas al azar son todo un ejemplo de la derecha que tenemos, que todavía no ha entendido qué es la democracia, como tampoco los valores de nuestra Constitución, de la que sólo hablan para lanzarla,  como arma arrojadiza contra el Estatuto de Cataluña. Cada cual puede decir lo que le parezca oportuno, y más en un medio de comunicación. No obstante, las palabras se califican ellas mismas. Lo que no me parece de recibo, que una Presidenta de una Comunidad Autónoma pueda emitir estos juicios. Porque si lo hace, y cabe pensar que lo seguirá haciendo, demuestra una falta de sensibilidad democrática lamentable. No obstante, yo le recuerdo el artículo 28.1 de nuestra Constitución: Todos tienen derecho a sindicarse libremente. Como también debería conocer la existencia de la Ley Orgánica 11/1985, de 2 de agosto, de Libertad Sindical.

            Mas yendo al fondo de la cuestión, sobre la oportunidad de la convocatoria, cabe recordar que los sindicatos están para defender los intereses de la clase trabajadora, que, por cierto, está sufriendo en propias carnes de una manera dramática el trauma del paro. Y del paro creciente, una de sus secuelas es que ya quisieran algunos cobrar 1.000 euros. Hoy, existen muchos trabajadores que se ven obligados a aceptar contratos temporales  con sueldos muy por debajo de la cifra anteriormente mencionada, con horarios interminables, y que si no los aceptan van a la puñetera calle. Esta situación, en una sociedad sana y solidaria, sería intolerable. Deberíamos sentir todos una profunda vergüenza. ¡Qué cantidad  de juventud  muy preparada y con ganas de trabajar, no puede hacerlo, y cuando lo hace, es en las condiciones mencionadas, por lo que se ven impedidos de plantearse con seriedad un proyecto vital! Mientras tanto desde las élites político-empresariales todavía nos hablan de la necesidad de reformas estructurales en el ámbito laboral, tratando de desmontar las principales conquistas sociales de la clase trabajadora. Como también desde determinados medios de comunicación. ¿Qué pretenden?  Volver a la situación de la clase trabajadora de mitad del XIX.  Para evitarlo se hizo la manifestación de los trabajadores.

 

Cándido Marquesán Millán

 

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