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El efecto Bradley en las elecciones norteamericanas

           

 

 

 

Quedan ya pocos días para que se celebren las elecciones presidenciales en los Estados Unidos. El bombardeo mediático sobre el tema,  al que nos han sometido los diferentes medios de comunicación es tal, que ya se nos está agotando la paciencia a todos aquellos que estamos interesados en los asuntos de política internacional. ¡Qué se acabe de una vez! Obama o McCain, el que sea, pero que se acabe.

 

La campaña electoral ha pasado por distintas fases. Se inició con las primarias. Siguió con la elección de los puestos de vicepresidentes. Vinieron luego los tres debates electorales. Ahora, por lo que parece, todo el pescado está ya vendido, tal como se manifiestan las encuestas. Obama aventaja en intención de voto en dos dígitos a McCain, y su triunfo se atribuye no sólo a su carisma y elocuencia sino a la ansiedad y angustia por el que el país atraviesa debido a la economía, a lo impopular de la guerra en Irak, al disgusto general en torno a George W. Bush y al clamor de la ciudadanía por un cambio. Por ende,  todo parece conjuntarse para que la votación se incline hacia el candidato demócrata, el primer afroamericano que logra la nominación presidencial de un partido mayor. Además se ha visto beneficiado por la campaña más disciplinada jamás vista, ha recaudado grandes cantidades de dinero que le van a permitir intensificar estos últimos días  sus mensajes electorales; y además ha inspirado a millones de personas con su vida y sus puntos de vista.  Mas todavía no ha ganado, y la realidad es que también podría perder por diferentes motivos. Hay ya quienes hablan de una posible conspiración de los blancos el día de la elección, se menciona también la posibilidad de un fraude y lo más grave, no faltan quienes han dejado entrever que el país podría estallar en caos con manifestaciones callejeras violentas de frustración, inconformidad y enojo. De la misma forma que la crisis financiera le ha favorecido a Obama, un ataque terrorista u otro incidente internacional que amenazara la seguridad de Estados Unidos potenciaría nuevamente a McCain.  Vale la pena recordar que en la contienda presidencial de 2004, un video de Osama Bin Laden que se dio a conocer poco antes de las elecciones, jugó precisamente en contra de John Kerry y a favor de Bush. 

 

Los asesores de Obama con buen criterio no quieren echar las campanas al vuelo, por ello instan a todos sus seguidores a votar, y especialmente se muestran preocupados por el Efecto Bradley. De hecho, este efecto, les parece más peligroso que el propio McCain, y ya no digamos de la ínclita Sarah Palin, que después de 7 semanas de campaña al lado del candidato republicano a la Casa Blanca, la gobernadora de Alaska de 44 años convence cada vez menos, por diferentes motivos: el abuso de poder cometido como gobernadora, ciertas respuestas en varias entrevistas que hicieron la delicia de los humoristas, su desconocimiento del papel a desempeñar por un vicepresidente, y, como guinda, los 150.000 dólares gastados en ropa y maquillaje para la campaña electoral por parte del partido republicano.

El mencionado Efecto, de lo que se trata es de un fenómeno que se ha presentado en distintas elecciones en los Estados Unidos, consistente en “mentirle” al encuestador sobre la intención de voto frente a un candidato “negro” por temor a ser tildado de racista.  El nombre hace referencia a la derrota de Tom Bradley, candidato demócrata afroamericano para el puesto de gobernador de California. En 1982, Bradley iba delante en las encuestas por un margen amplio y terminó perdiendo apretadamente. Analizando aquella elección, resultó que un porcentaje anómalo de quienes se declaraban indecisos, terminó votando por el candidato republicano, y blanco, George Deukmejian. La teoría del Efecto Bradley dice que muchos electores blancos que tenían decidido votar por el republicano se declararon indecisos para no parecer racistas ante el entrevistador. En aquella ocasión nueve de cada 10 indecisos terminaron votando republicano. Podría ocurrir ahora lo mismo, y así  abundan las voces de blancos y negros que en público y en privado sostienen que si Obama no resulta electo será debido al color de su piel y al racismo que persiste aquí. Tampoco debemos olvidar el impacto que las palabras de sus opositores podrían producir, ya que han propagado que es un musulmán disfrazado, que está casado con una mujer negra radical y que como presidente favorecerá a los negros por encima de los blancos. Aunque Obama jamás ha involucrado el tema racial en su candidatura, si triunfa, el capítulo de segregación habrá quedado atrás. Si pierde, probablemente la división y las relaciones entre blancos y negros serán peores que ahora, pero ambos tendrán que resignarse a la idea de que McCain ganó la elección.

 

Tengo la impresión de que en el personaje de Obama hay mucho de fachada, Como acaba de señalar Noam Chomsky en una entrevista realizada por el catedrático Vicenc Navarro, los asesores de Obama, los dirigentes de su campaña, han creado una imagen, que básicamente es una hoja en blanco. En sus discursos, todos ellos muy bonitos, suenan palabras como esperanza, cambio, unidad -slogans totalmente huecos pronunciados por una persona agradable, con buen aspecto y que comunica bien- los expertos en comunicación hablan de "retórica en alza", y cada cual puede escribir lo que le parezca en esa hoja en blanco. Es cierto que Obama habla de cambio, aunque no está nada claro qué es lo que va a cambiar exactamente. Mas en la campaña, como acaba de señalar el Wall Street Journal, no se ha hablado nada de los temas importantes, los que de verdad interesan a la gente, como pueden ser los de educación y sanidad entre otros.

En definitiva muchas palabras huecas, vacías de contenido, que no son más que un reflejo del funcionamiento de su sistema político. Pienso que debería ya cuestionarse esa tendencia que trata de divulgarse desde determinados ámbitos europeos, en considerar el sistema político norteamericano como el paradigma de la democracia. Los Estados Unidos son un país muy libre, pero todo esta muy controlado, es muy difícil salirse de la ortodoxia; que marcan unas élites empresariales, perfectamente en connivencia con la clase política. Existe mucho miedo a los cambios profundos. Por tanto, pienso que los norteamericanos van a seguir teniendo los mismos problemas, sea el que sea, el que salga elegido tras las elecciones del 4 de noviembre. Tiempo al tiempo.

 

Cándido Marquesán Millán

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